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Leonard Cohen: Una poesía, una voz, un instrumento y una canción

La culpa la tiene una guitarra Conde, hecha en España, en el gran taller del número 7 de la calle Gravina; un instrumento que adquirió hace más de 43 años y del que inhalaba la fragancia de cedro, de la madera viva. Decía que la madera nunca muere y ésta, a su vez, parecía decirle “Tú eres un anciano y no has dicho gracias, no has devuelto tu gratitud al suelo de donde surgió esta fragancia”…

La culpa la tiene su asociación y confraternidad con el poeta Federico García Lorca. Cuando era joven, un adolescente, y tenía hambre de una voz, estudió a los poetas ingleses y copió sus estilos, pero no pudo encontrar una voz. Sólo cuando leyó las obras de Lorca que entendió que había una voz. Él le dio permiso para encontrar una voz, para localizar una voz; es decir, un yo, un yo que no está fijo, un yo que lucha por su propia existencia.

La culpa la tiene entender que las instrucciones venían con esa voz. Las instrucciones nunca debían lamentar casualmente. Y si uno quiere expresar la gran derrota inevitable que nos espera a todos, debe hacerse dentro de los estrictos límites de la dignidad y la belleza.

La culpa la tiene ser un guitarrista indiferente y golpear algunos acordes con sus amigos de la universidad, bebiendo y cantando las canciones populares o las canciones populares del día, sin pensarse como músico o como cantante.

La culpa la tiene un parque a principios de los años 60, visitando la casa de su madre en Montreal. Parque que había conocido desde su niñez, y donde había un joven tocando una guitarra flamenca, rodeado por dos o tres muchachas y chicos que lo escuchaban. Eso lo capturó.

La culpa la tiene un joven español que en tres clases de guitarra, puso sus dedos sobre los trastes y le enseñó la progresión de seis acordes en los que se basan muchas canciones flamencas. Para la cuarta sesión el maestro no regresó. No sabía nada sobre el hombre, de qué parte de España venía, por qué estaba en Montreal. No sabía por qué apareció allí en ese parque. No sabía por qué se quitó la vida.

La culpa fueron esos seis acordes. Ese patrón de guitarra ha sido la base de todas sus canciones y toda su música.

Y entonces tuvo una poesía, una voz, un instrumento y una canción. Gracias Leonard Cohen, porque todos somos culpables.

Texto basado en las palabras que pronunció Leonard Cohen al recibir el Premio Príncipe de Asturias, en 2011.