Hablar de Oaxaca es hacerlo de sus alebrijes y tonas, de su barro tan negro como las tierras de labranza y de huipiles tan coloridos como las cosechas del verano, es decir, hablar de Oaxaca es hacerlo de sus artesanos y, por ello, la Facultad de Arquitectura (FA) de la UNAM, a través de su Centro de Investigaciones de Diseño Industrial (CIDI), se ha desplazado a ese estado para establecer un diálogo con estos creadores y dar pie a nuevas propuestas.
El resultado es el Diplomado en Diseño Industrial de Objetos impulsado por la entidad universitaria junto con el Centro de las Artes de San Agustín (CaSa), aquella fábrica de hilados abandonada por décadas y rescatada por el pintor Francisco Toledo en el año 2000, a fin de reavivar las tradiciones y la producción cultural en la región.
“Se trata de un proyecto coordinado por el profesor Luis Equihua Zamora, de la FA, el cual va en su tercera edición y representa una iniciativa como pocas en México por conjugar la estética y el legado oaxaqueños con el amplio abanico de posibilidades propio del diseño industrial”, explicó Daniel Brena, director general del CaSa.
Por lo pronto, el impacto a nivel local ya es palpable, pues muchos de los objetos incubados en las ediciones previas del diplomado pueden adquirirse en tiendas repartidas por todo el estado e incluso algunos son resguardados en espacios dedicados a la alta cocina, como un molinillo para chocolate elaborado en plata, el cual se exhibe en uno de los restaurantes del chef Enrique Olvera, acotó el lingüista.
El renombre de este curso dirigido a artesanos —aunque también abierto a artistas, diseñadores y arquitectos— ha crecido tan rápido que del cupo máximo señalado en la convocatoria de este año (17 alumnos) tuvieron que aceptar a 20, “una buena señal, pues nuestro interés, además de que los participantes aprendan de los profesores universitarios, es que se compartan técnicas y que surjan cosas nuevas a partir de estos contactos tan poco usuales”.
Ejemplo de ello es que uno de los inscritos es un alfarero de San Bartolo Coyotepec que ha comenzado a instruir a sus compañeros sobre cómo aprovechar los distintos tipos de hornos. “Éste es uno de los aspectos más interesantes del proyecto. Si no tuviéramos esa diversidad nos veríamos obligados a buscar esa experiencia en otro lado o a prescindir de ella. Resulta enriquecedor que sean nuestros estudiantes quienes abonen a una formación colectiva”, refirió Brena.
El equilibrio entre lo artesanal y lo industrial
Escribía Octavio Paz en 1988 que “en la artesanía hay un continuo vaivén entre la utilidad y la belleza”, algo que Daniel Brena constata cada vez que visita los talleres y comparte el asombro que le provoca ver cómo, en sólo pocos meses, aquello que vio como una idea bocetada en un papel gradualmente toma cuerpo y se vuelve real.
“Apenas se están incubando los proyectos de 2017, pero los alumnos, de la mano de los profesores de la UNAM, ya han comenzado a buscarle un giro de tuerca a lo que tradicionalmente venían haciendo y están logrando propuestas muy interesantes”.
Para el director del CaSa, este diplomado da nuevos aires a la tradición oaxaqueña y se ha vuelto, por derecho propio, un ejercicio imaginativo. Como apuntaba Paz en su ensayo: “El trabajo artesanal es un quehacer que participa también del juego y la creación”.
Por ejemplo, tenemos a un joyero que dejó de hacer anillos y collares —añadió el historiador— para crear botones de plata en forma de esqueletos minúsculos que se cosen a las guayaberas, o un talabartero que comenzó a manufacturar lámparas hechas en cuero.
Y todo este proceso es asesorado de cerca por los académicos de la UNAM, cuyo objetivo es analizar la idea original y agregarle valores utilitarios, prácticos, ergonómicos, estéticos y productivos para que, al final, los alumnos estén en posibilidad de crear una serie de objetos que, como se establecen en la carta de intenciones del programa “creen tendencia en el campo de la neoartesanía”.
A fin de probar el potencial de comercialización de estas piezas, el año pasado se pusieron a la venta estas piezas en la tienda del Museo Universitario Arte Contemporáneo a fin de competir con las demás mercancías del lugar. En esta ocasión se hará algo parecido.
“Además, una vez concluidas las sesiones, planeamos inaugurar el 14 de octubre una muestra en el CaSa con toda la producción de ésta y de las ediciones pasadas, y estamos por arrancar otro curso en el que también nos apoyará Luis Equihua: Aspectos de Negocios para Artesanos, el cual dará seguimiento a lo logrado en el diplomado”.
Entre Oaxaca y la Ciudad Universitaria
El Diplomado en Diseño Industrial de Objetos consta de cuatro módulos, tres de los cuales tendrán lugar en Oaxaca y el restante en los laboratorios del CIDI, a fin de que los estudiantes se familiaricen con otras técnicas para trabajar maderas, metales laminados y maquinados, plásticos, cerámica, textiles, modelos y moldes.
Ello implicará que los artesanos abandonen por un par de semanas el CaSa, sus árboles de pochote y su imponente vista al valle de Etla, y se trasladen a Ciudad Universitaria y se familiaricen con Las Islas, sus jardines de jacarandas y su paisaje con volcanes.
“El curso es totalmente gratuito, aunque ésta es la única parte que deberán costearse los estudiantes; nosotros les prestamos una camioneta para sus traslados, pero ellos deberán financiar su hospedaje y alimentación en la capital”, subrayó David Brena.
Sin embargo, acotó el funcionario, pese a los inconvenientes de esto, se trata de una experiencia que bien vale un esfuerzo extra, pues los participantes regresan de este viaje con otra noción de su trabajo, nuevas ideas y otro ánimo respecto a lo que pueden hacer.
Más que un obstáculo, para Brena este carácter trashumante es uno de los grandes aciertos del diplomado, ya que más que modificar una tradición o sus técnicas, la robustece y le abre puertas a nuevos espacios, pues como escribía Octavio Paz 30 años antes: “El artesano no se define ni por su nacionalidad ni por su religión. No es leal a una idea o a una imagen sino a una práctica: su oficio”.