La razón del hombre y su posibilidad de lograr un margen de libertad han sido sus adquisiciones y sus logros más importantes, pero al mismo tiempo constituyen una carga, por eso trata de huir de ellas, explicó Erich Fromm en entrevista para Radio UNAM en la década de los años setenta.
Su tarea no consiste sólo en sobrevivir físicamente, sino también en hacerlo mentalmente, en evitar la locura. El hombre es un ser especial que, aunque sigue sujeto a las leyes de la naturaleza, hace uso de su conciencia, la cual lo lleva a hacerse preguntas sobre quién es y su propósito en la vida.
“No puede tolerar ser sólo una cosa que se manipula y tampoco puede retroceder para volver a ser un animal, porque no puede cambiar el hecho que su cerebro ha llegado a tener una dimensión y una complejidad que hacen que sea imposible reaccionar en la manera en que acciona el animal”, señaló el psicoanalista.
Considerado por sí mismo como freudiano en el sentido científico, Fromm celebró el descubrimiento del inconsciente que el padre del Psicoanálisis aportó, es decir, de cómo puede verse éste en sueños, en síntomas y en la conducta de la persona en actos fallidos. El inconsciente determina en gran medida la vida de cada persona.
El otro gran logro de Freud es que no sólo vio los impulsos inconscientes en el hombre como una de las fuentes principales de su personalidad, sino que descubrió el carácter en el sentido dinámico en que él lo consideraba. Mientras las necesidades instintivas del hambre o la sexualidad son iguales para todos los hombres, la manera de satisfacer esas necesidades depende del carácter.
“Según Freud, el comportamiento del hombre no es sencillamente el resultado de la condición social, como lo piensan los conductistas. El carácter del hombre es un sistema en el cual no se puede cambiar ninguna de sus partes sin que todas las demás cambien o sean afectadas de alguna manera. Sus emociones, e incluso su destructividad y su sadismo, no están arraigados en patrones innatos sino en su carácter”.
El inconsciente determina en gran medida la vida de cada persona, por lo tanto, su libertad puede ser destituida en una medida considerable como resultado de la concienciación.
Para Fromm, la libertad no es una cosa o una sustancia, “es un estado de ánimo, una manera de ser en el proceso de vivir”; es diferente para cada persona y diferente en cada momento de su vida, por lo que todo pacto que debilita la libertad e integridad de la persona, disminuye su libertad marginal, mientras que todo acto que la fortalece, la aumenta.