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La ópera, más mexicana de lo que pensábamos

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Al hablar de la ópera mexicana y su legado, Carlos Reynoso lo hace como quien narra un cuento, es decir, refiriendo eventos acontecidos hace tanto, y tan asombrosos, que el tiempo parece haber borrado toda memoria de ellos, y hasta cierto punto es así, pues lo operístico fue tan importante en el México del siglo XIX y de inicios del XX, que moldeó gran parte nuestra identidad política, económica y cultural, y casi nadie lo recuerda. Sin embargo, aquí es preciso hacer un distingo: en los cuentos todo es fantasía, lo relatado por el joven pasó en realidad.

“Anastasio Bustamante trajo en 1831 a una de las compañías más famosas del momento, la del bajo italiano Filippo Galli, como cortina de humo para que nadie reparara en el fusilamiento de Vicente Guerrero; los funerales más fastuosos del México decimonónico (después de los de Juárez) fueron en honor a la soprano alemana Henriette Sontag, e incluso tuvimos un presidente tenor, Adolfo de la Huerta, quien al dejar el cargo se dedicó a dar clases de canto. Mucho de esto no nos lo enseñan, pero ¿cómo no querer saber más cuando hay historias así?”.

A fin de sacudirle el polvo a este capítulo tan poco conocido de nuestro pasado y darlo a conocer, el joven barítono trabaja desde hace un año en el proyecto Ópera: nuestra herencia olvidada, que consiste en el rescate de arias mexicanas compuestas hace dos siglos, cuando nuestra nación tenía poco de no depender de España y estaba en esa búsqueda de identidad tan propia de cualquier país que acaba de nacer.

“Esta aventura —en la que me acompañan mi compañero de la Facultad de Música, el pianista Rodrigo García, y la soprano Ana Rosalía Ramos, del Conservatorio Nacional— nos ha llevado a sitios de lo más variado, como a fondos y archivos no abiertos a cualquiera, a conseguir rarezas bibliográficas en librerías de viejo e internet, y hasta a tocar en la puerta de las familias de compositores mexicanos del siglo XIX para hurgar en baúles y cajas arrumbadas sin orden, por ahí. Así conseguimos muchas partituras que, se aseguraba, habían desaparecido para siempre, pero no era así. Más bien nadie se había dado a la tarea de buscar”.

Para compartir sus hallazgos Ana Rosalía, Carlos y Rodrigo han diseñado una serie de conciertos en línea donde casi siempre alternan una pieza con una píldora didáctica a fin de hablar de cada obra, de su contexto y de su autor; preparado un podcast de cinco episodios llamado Ópera de todos los moles (recién adquirido por la Secretaría de Cultura), donde desglosan la importancia de la música teatral en el siglo XIX; grabarán un documental y, lo que más les emociona, es que tienen apalabrada una gira nacional con todo y orquesta durante el segundo semestre de 2021, “eso, claro, si la pandemia lo permite”.

A decir de Carlos Reynoso, esta experiencia le ha permitido descubrir a qué sonaba el México de hace dos centurias y constatar que, en aquella época, contábamos con compositores al nivel de los italianos. “Si hace poco alguien me hubiera dicho que hace 150 años creamos tal cantidad de óperas aquí, y tan buenas como las europeas, no lo hubiera creído porque incluso a nosotros, como estudiantes de ópera, no nos hablan de ello en la escuela. Por ello, el ir descubriendo estas cosas me produjo una satisfacción enorme, y me generó una sorpresa aún mayor”.

Una nueva generación al relevo

Carlos, Ana y Rodrigo se conocieron en marzo de 2019, cuando los tres participaron en la reposición de Catalina de Guisa, de Cenobio Paniagua, un compositor que, por haber llegado al mundo en 1821 (un mes y tres días después de consumarse la Independencia), se convirtió en el primer autor nacido en México, y no en la Nueva España, que estrenó una ópera en territorio nacional, el 29 de septiembre de 1859.

“Esta pieza —que por ser la más representada en el México del XIX le abrió camino a los músicos mexicanos que vendrían después—, fue rescatada por las profesoras Verónica Murúa y Áurea Maya. Escuchar su calidad despertó nuestro interés por lo que se creó en el país durante aquel periodo”, explica Ana Rosalía Ramos, quien en aquella ocasión cantó el protagónico, es decir, la parte de Catalina.

Para la soprano, embarcarse en el proyecto Ópera: nuestra herencia olvidada ha sido un viaje emocional ya que, además del entusiasmo de descubrir piezas no interpretadas en más de 100 años, ha recibido el cariño de los herederos de estos compositores, quienes le han abierto sus casas y sus vidas, agradecidos de que alguien se tome el trabajo de recuperar y de difundir un pedacito de su historia familiar.

“Y puedo entender lo que les significa que alguien revise ese material pues es casi como ver en acción a estos personajes”, agrega Rodrigo García, quien como pianista está habituado a descifrar manchones de tinta en el pentagrama. “En muchas partituras ves borrones, trazos apresurados y corcheas que no sabes si están en un espacio o en una línea y que impiden saber si tu acorde es mayor o menor. Todo ello me revela que se trataba de personas que escribían a toda velocidad, casi como para no perderse nada de lo que la inspiración les iba dictando”.

Además de lo gratificante de hallar lo perdido, para Ana Rosalía hay una satisfacción extra, la de recibir el reconocimiento de maestras como Verónica Murúa, Áurea Maya, Enid Negrete u Olivia Gorra por llevar estas investigaciones un paso adelante de donde ellas las dejaron, pues como le han expresado reiteradamente, todas están muy emocionadas de ver que gente tan joven (Carlos y Rodrigo están en sus veintes y Ana apenas sobrepasa la treintena) esté tomando la estafeta.

“Y a veces no es tan sencillo saber dónde buscar el material, pero eso no me detiene pues ésta es de ese tipo de labores que una hace si se enamora. Yo, lo confieso, estoy enamorada del proyecto”.

Música que nos cambió para siempre

 A decir de Carlos, la ópera ha dejado su huella de formas muy distintas en nuestra manera de ser como mexicanos, aunque no nos demos cuenta, pero basta con analizar las canciones de Chava Flores para ver que tienen estructuras muy parecidas a La donna è mobile o a las arias italianas de la época del bel canto, “y no es que lo haya hecho a propósito, está en nuestro ADN cultural, y ejemplo como éste hay más”.

Sobre qué tan importante fue esta manifestación artística en el siglo XIX e inicios del XX, cabe decir que de 1831 a 1839 se dieron 350 funciones de ópera en la Ciudad de México, el doble de las que han habido en la capital en los últimos 40 años, e incluso la primera vez que se registró aquí el tan común acto delictivo de la reventa fue el 5 de enero de 1901, cuando un puñado de sujetos fue consignado por lucrar con entradas (o “vueltas”, como se les llamaba entonces) justo a las puertas de la ópera.

Por todo ello, a Carlos Reynoso no le extraña que, aunque en el país no haya un gran público para este tipo de espectáculos, muchos de los mejores cantantes del circuito operístico mundial sean justo mexicanos.

“La ópera es europea, pero aquí nos la apropiamos, la hicimos nuestra y nos pertenece por derecho propio, las evidencias están ahí. Lo que intentamos con Ópera: nuestra herencia olvidada es compartir nuestro asombro al ver que tantas raíces nuestras tienen que ver con el canto”.

Es miércoles y hoy toca

A fin de llevar su proyecto a la mayor cantidad de gente posible, Carlos, Ana y Rodrigo presentarán el 9 de diciembre el concierto Ópera: nuestra herencia olvidada, como parte del programa Tocada del Miércoles, ofrecido por Cultura UNAM como un foro semanal que busca dar reflectores a propuestas musicales de muy diversa índole.

“Estamos muy emocionados porque tendremos dos reestrenos mundiales no escuchados en 150 años: la pieza para barítono Minacci pur, disprezzo, de la obra Agorante, rey de Nubia, y el preludio en reducción a piano de Atala, ambas compuestas por el michoacano Miguel Meneses (1832-1892)”, apunta Carlos Reynoso.

Asimismo, podrán oírse Pietà de me, gran Dio, también de Miguel Meneses; Deh, non pensar y Ah, fidar potessi almeno, de Cenobio Paniagua (1821-1882), y Un presagio feral, de Melesio Morales.

La cita es este miércoles a las 6:30, por la página musica.unam.mx, y por los espacios de Música UNAM en YoutubeFacebook y Twitter.

 

 

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