- La arquitecta y escenógrafa Mónica Raya realiza una investigación sobre el único texto dramático escrito por el historiador Miguel León Portilla
- Este proyecto universitario permite acceder al estudio y comprensión del pensamiento náhuatl a través de las artes escénicas
- La propuesta escénica, que hace un planteamiento filosófico sobre el tiempo, se presentará en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón, del 20 de octubre al 10 de diciembre
La Huida de Quetzalcóatl es la única obra dramatizada del doctor Miguel León-Portilla, escrita cuando el maestro emérito de esta casa de estudios tenía sólo 29 años de edad. El texto se refiere al mito que rodea a Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl, sacerdote y rey de Tula, a quien se recuerda como el gran protector, gestor y desarrollador de las artes, la arquitectura, la orfebrería y la cerámica, en suma, una especie de héroe espiritual y cultural.
En este texto dialogado -escrito en 1952 y publicado en 2001–, el investigador presenta una conmovedora disertación filosófica en la voz del casto sacerdote Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl, uno de los personajes históricos más ambiguos y contradictorios de Mesoamérica.
En el marco del homenaje que le rinde la UNAM a la trayectoria humanista del doctor Miguel León Portilla y con la intención de abordar esta obra filosófica como una investigación en escena,la arquitecta y escenógrafa Mónica Raya convocó a un grupo de artistas, actores, acróbatas y bailarines para indagar la performatividad de este mito tolteca.
Es un proyecto universitario que hace una reflexión sensorial y colectiva para acceder al estudio y comprensión del pensamiento náhuatl a través de los recursos de las artes escénicas. Fue realizado con la participación de más de 160 colaboradores, cuya edad promedio es de 39 años -muchos de ellos egresados, investigadores, académicos y trabajadores de la UNAM- se concretó gracias a la colaboración de CulturaUNAM, a través de Teatro UNAM, la Facultad de Filosofía y Letras y la Facultad de Arquitectura.
La espiritualización como la única victoria sobre el tiempo
Con esta propuesta, que estará en escena del 20 de octubre al 10 de diciembre en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón, la creadora Mónica Raya tiene un acercamiento al pensamiento náhuatl que proclama la espiritualización como la única victoria posible sobre el tiempo y el espacio, y pone énfasis en la originalidad y fortaleza de la obra filosófica de León-Portilla.
¿Cuál es el sentido del tiempo en la cultura náhuatl? ¿Cuál es el sentido del tiempo teatral y del mito? Son algunas de las preguntas que sirven como punto de partida para abordar los atisbos del tiempo, a través de un personaje capaz de escaparse del tiempo, de ese tiempo que nos agobia porque nos hacemos viejos: los jades se rompen y los plumajes pierden su color, pero este personaje se rebela contra eso.
Raya considera que la aportación cultural del historiador no tiene límites: “Me atrevería a pensar que es de los primeros historiadores que adelanta una preocupación descolonizadora”, ha dicho.
Se trata de un universitario mexicano que, movido por su curiosidad personal y filosófica, aprendió náhuatl y entró en sintonía con textos que refieren los sucesos de la conquista desde la visión de los vencidos, que es el título de una de sus obras más conocidas.
Lo más asombroso del trabajo de León-Portilla es el alcance y la originalidad de su planteamiento, cuando afirma categóricamente la existencia de un pensamiento filosófico en los cantares mexicanos: una manera de entender el mundo, de vivir la vida, una especie de código moral, ético, religioso y militar de una cultura que hablaba en náhuatl, refiere la escenógrafa.
Esta parte de su obra, añade, es absolutamente fascinante, porque muchos de nosotros tan colonizados por el Occidente hemos menospreciado la filosofía y poesía náhuatl. “La imposición de otra religión y otros valores cortaron de tajo una serie de preceptos que León-Portilla indaga, rescata, traduce y publica”.
Una reflexión filosófica en acción
El montaje, que requirió cerca de un año de preparación documental y más de 300 horas de ensayos, pruebas y reuniones de trabajo, es resultado de una investigación escénica arriesgada, dado que las
originales son variadas y confusas refiere Mónica Raya. Los rituales y las fiestas aparecen registrados en los códices, los cuales a su vez fueron interpretados por los frailes que los copiaron y modificaron en su momento; por lo que el material con el que se cuenta no conserva pureza alguna, y esto me tranquiliza porque en esa medida, tampoco el montaje puede aspirar a tener pureza, dice la escenógrafa.
Se trata de la interpretación escénica de un tratado de filosofía náhuatl que ya había tenido pequeñas presentaciones, pero que estaba esperando una oportunidad para presentarse en un formato profesional. La adaptación del texto se realizó en equipo, con un dramaturgo y el elenco de actores que fueron copartícipes en la investigación. Se eliminaron reiteraciones y se redistribuyeron parlamentos para que la discusión filosófica fuera más dinámica, pero fuera de eso, la esencia del texto está intacta.
El propio León-Portilla estableció la línea estética de la puesta en escena, pues solicitó trabajar con base en el Códice Borbónico, cuyos facsímiles se consultaron en el Instituto de Investigaciones Históricas; sin embargo, la directora de escena extendió sus investigaciones, particularmente en cuanto a los atavíos, a otros códices y otras fuentes.
La escenógrafa dice que existen muchas versiones del mito, pero la que se presenta en este proyecto –a diferencia de la interpretación intelectual de un mural o una serie de esculturas- es una interpretación en acción, un texto sonoro, incorporado, espacializado, danzado, musicalizado y performado. Para el vestuario, por ejemplo, se escogió un sincretismo de materiales naturales, zacates, por ejemplo, telas muy variadas con fibras naturales y sintéticas.
Para Mónica Raya uno de los retos principales de este espectáculo es indagar qué tan espectacular puede ser ésta, que es una especie de ponencia de filosofía náhuatl, frente a un público que está acostumbrado a las narrativas de las series que ve en sus pantallas, donde aparecen monstruos digitalizados que no existen, pero con un gran realismo.
La pretensión final es que el público que venga a ver La huida de Quetzalcóatl se haga preguntas, todas las que quiera, porque esto es una disertación filosófica en escena, una disertación filosófica en acción.
Equipo multidisciplinario
El grupo está conformado por artistas de diversas generaciones y escuelas: Alfonso Cárcamo, Ginés Cruz y Juan Carlos Vivesson egresados del CUT; Luis Lesher, Julio Escartín, Diana Reséndiz, Andrea Pacheco y Adriana Vadillo estudiaron en el Colegio de Literatura Dramática y Teatro de la Facultadde Filosofía y Letras. Muriel Ricard y ArisPretelin son profesoras del mismo colegio.
Dentro del elenco también participan Gastón Yáñezy Miguel Ángel López, reconocidos por su trabajo con Teatro de Ciertos Habitantes.Los danzantes y acróbatas son Gustavo Sanders, Priscila Solórzano, Daryl Guadarrama, Pablo Gálvez, Omar Cervantes y Nikú Barmat. El diseño sonoro y las intervenciones musicales están a cargo de Rodrigo Castillo Filomarino, y desde el Mictlán, con la música de Jorge Reyes; la escenografía digital es de Ary Ehrenberg y Medusa Lab.
Para la investigación escénica consultaron a distinguidos investigadores, como la doctora Juliana González, la doctora Mercedes de la Garza y el doctor Eduardo Matos Moctezuma.
La Huida de Quetzalcóatl se presentará del 20 de octubre al 10 de diciembre, los jueves y viernes a las 8 pm; sábados 7 pm y domingos 6 pm en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural Universitario. Admisión: $150.00 con descuento del 50% a estudiantes, maestros, UNAM, INAPAM, y jubilados del ISSSTE e IMSS con credencial vigente. Jueves de $30.00.