Aunque hasta hace algunos años parecía que se trataba de campos alejados y con poca relación, al unir fuerzas la Física y la Medicina pueden lograr cosas valiosas y justo eso es lo que se intenta potenciar en la UNAM con el posgrado en Física Médica, expuso la profesora María Ester Brandan, investigadora del Instituto de Física de la UNAM, al impartir la charla La radiación al servicio de la vida.
“Y es que desde siempre nuestra disciplina ha tenido que ver con la clínica, pues cuando alguien se toma la temperatura con un termómetro aprovecha la dilatación del mercurio, y algo parecido pasa con los instrumentos para medirse la presión”, explicó.
Al respecto, la académica relató que parte de este esfuerzo se remonta al año 1992, cuando escribió el libro La radiación al servicio de la vida, en coautoría con el médico Rodolfo Díaz Perches y la bióloga Patricia Ostrosky, lo que les demostró cómo la complementariedad de saberes ayuda a abrir horizontes.
“Se trata de un ejemplar publicado por el FCE dentro de la colección La Ciencia para Todos, el cual hicimos de una manera un tanto egoísta pues lo escribimos para nosotros, pues vimos que nos iba a ser bastante útil. A Patricia le serviría para complementar sus estudios de genética, mientras Rodolfo aprovechaba esto a fin de explicar qué ocurre en un tratamiento de radioterapia y cómo la radiación podía salvar la vida de sus pacientes”.
Para la ganadora del Premio Universidad 2013, el tema abordado en dicha obra está por recobrar vigencia a partir del 7 de noviembre, “pues en esa fecha se conmemorarán los 150 años del nacimiento de Marie Curie. Entones, de aquí a noviembre escucharemos mucho sobre esto, lo cual está bien, pues se retomará parte de lo que intentábamos explicar, como qué es una radiografía, en qué consiste la medicina nuclear o cuál es el objetivo de la radioterapia”.
Una ciencia dura con vocación social
Desde su aparición, el libro La radiación al servicio de la vida se convirtió en un texto de consulta obligado no sólo para expertos, sino para estudiantes y público en general, y también, de una forma no planeada, se convirtió en la semilla de lo que sería el posgrado en Física Médica, pues afianzó los vínculos entre personas de formaciones diferentes como Brandan, Díaz y Ostrosky.
“La maestría en Física Medica de la UNAM surgió justo de esta sinergia, pues hasta el día de su muerte, Rodolfo dio el curso de Radiobiología y llevaba a los estudiantes al hospital a ver las radioterapias, mientras que Patricia daba las clases de la parte biológica y Díaz la clínica. Yo era la encargada —hasta hace unas semanas— de coordinar el programa”, apuntó.
Para la universitaria no cabe duda que lo que en su momento fue un experimento hoy es un éxito, “pues estamos ante un programa que al principio respondía a la necesidad de los hospitales mexicanos de entender cómo la física incidía en las aplicaciones de salud. No obstante, la medicina moderna se ha vuelto compleja al grado de que hoy esa área requiere profesionales que entiendan a cabalidad qué hay detrás de los nuevos instrumentales y propongan usos que vayan más allá de lo que señalan los manuales de estas herramientas”.
Todo el equipo médico moderno que use radiación, ultrasonido, resonancia magnética o calor para obtener imágenes de diagnóstico o tratamientos precisa de alguien versado en física y que, al mismo tiempo, sea un especialista; a eso se enfoca nuestro plan de estudios.
En la actualidad, este programa tiene 130 graduados, de los cuales el 17 ya son doctorados y 31 que hacen investigación.
“En este plan tomamos a una persona que responda al sustantivo de físico y le agregamos el adjetivo de médico, aunque esto no es para todos, pues en la carrera hay personas a las que les gusta la Teoría de Cuerdas, pero hay otras que al terminarla creen que esta última es demasiada esotérica como para dedicarle toda la vida y buscan hacer algo con un toque mucho más social y para eso desarrollamos este plan, pues ¿qué más social hay que salvar una vida?”.