A Sergio del Molino le gusta de la Ciudad de México la sensación de caos, de monstruosidad. Una impresión de visitante. Experimentar un atascón es una sensación de insignificancia, marea, “te sientes muy pequeño”. La Ciudad de México perdió escala humana”.
Sergio del Molino conversó en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara con el escritor Jorge F. Hernández. El eje de la charla fueron los “vacíos”. Recordaron el deterioro de las grandes ciudades, como Madrid y la Ciudad de México.
Del Molino acotó que “no se puede concebir la ciudad como un amontonamiento de personas”. Y Hernández señaló que “los segundos pisos (Periférico) son el monumento al cemento en una ciudad sísmica”.
El escritor español, autor de “La España vacía” indicó que hay ciudades abandonadas, donde hay más ovejas que habitantes. En Galicia, por ejemplo, se puede comprar un pueblo por 100 mil dólares. Una agencia inmobiliaria que ofrece un montón de piedras.
Jorge F. Hernández afirmó que en México el narco ha aprovechado una gran cantidad de paisajes, “esas coordenadas se distorsionaron”. Es más rentable sembrar amapola que maíz y frijol.
Los escritores recordaron los tiempos de la dictadura franquista. Del Molino contó sobre la red de informantes con la que contaba el franquismo. Sabían los pasos de la disidencia. Porteros, taxistas y pequeños comerciantes. Gente que conoce muy bien a sus vecinos e informa de ellos. Unos meses después de la muerte de Franco ardió el archivo donde estaban registradas las actividades de la policía política. Nadie pudo saber qué se sabía de ellos.
De este lado del charco, Jorge F. Hernández evocó que en 1976 sólo se registró un candidato a la Presidencia. En ese entonces Jorge Ibargüengotia escribió: el domingo hay elecciones, ¡qué emoción!, ¿quién ganará?
Al final del encuentro, Jorge F. Hernández propuso a Del Molino escribir un libro juntos sobre “los vacíos” de México: 42 millones de pobres, librerías que han cerrado, amigos que han sufrido abandono, desprecio y segregación. Un viaje al vacío.
Finalmente, el autor de “La emperatriz de Lavapiés” contó que un periodista se acercó a él para platicarle de un reportaje con el que se está jugando la vida: un campo de exterminio de los Zetas en Tamaulipas.