El escritor mexicano Jorge Volpi fue hoy aquí declarado ganador de la 21 edición del Premio Alfaguara de Novela, por su obra “Una novela criminal”, sobre el caso de la francesa Florence Cassez e Israel Vallarta.
El filósofo Fernando Savater como presidente del jurado anunció que la obra de Volpi fue elegida por mayoría del jurado, que la cataloga como “un fascinante relato sin ficción” que durante años conmocionó a México y generó un incidente diplomático entre México y Francia.
“Rompiendo con todas las convenciones del género, el autor coloca al lector y a la realidad frente a frente, sin intermediarios. En esta historia, el narrador es tan solo el ojo que se pasea sobre los hechos y los ordena. Su mirada es la pregunta, aquí no hay respuestas, solo la perplejidad de lo real”, leyó.
En videoconferencia, Volpi (Ciudad de México, 1968) explicó que es “una novela sin ficción, un género ambiguo entre la literatura y el periodismo, que utiliza los instrumentos literarios para abordar un hecho real”.
El autor de “En busca de Klingsor” (1999), entre otras obras, comentó que este caso inicia el 9 de diciembre de 2005 cuando detienen a Cassez y Vallara acusados de secuestro.
Con el tiempo se descubre que hay un montaje televisivo para mostrar su detención, tiene muchas contradicciones y versiones sueltas, genera enfrentamiento entre los presidentes Felipe Calderón y Nicolas Sarkozy y en 2011 ella es liberada.
Enfatizó que en ese sentido cabría también como novela documental, que hace un juego literario a partir de ese conjunto de hechos dispersos y caóticos que hay en el expediente judicial, y sus propias conversaciones con protagonistas de la historia.
“Es también una novela de búsqueda de la verdad, y de si es posible ser encontrada la verdad detrás de tantas declaraciones, ideas y juicios polémicos y contradictorios”, mencionó.
El narrador recalcó que realizó una investigación en los últimos tres años para conseguir esta obra, hablar con Vallarta en prisión, con Cassez en su casa, con los ministros del poder Judicial que resolvieron su libertad y otras personas.
Expuso que leyó el libro “El Teatro del Engaño”, de la periodista Emmanuelle Steels, con que pudo saber muchas cosas no conocidas de este caso, y aplicó sus conocimientos de Derecho para poder entender todo lo que hay en más de tres mil páginas de expediente judicial.
“Querría que cada lector haga su juicio de esta novela, en la que intento ser lo más neutral posible tratando de contar los hechos y que los lectores saquen sus conclusiones”, dijo.
Abundó que una mayoría de mexicanos tiene una idea negativa de ambos personajes, y que quizá este libro “contribuya a hacer un juicio diferente de los hechos”, ya que “reactiva el debate sobre la presunción de inocencia y la corrupción en el sistema de justicia”.
Recalcó que no es fácil obtener una conclusión definida de un caso en que hubo mucha manipulación y manejo del lenguaje policial y judicial, tendiente a esconder la verdad.
Además, agregó que es un relato “desesperanzador” del sistema de Justicia en México, ya que este caso trascendió porque ella es francesa, pero en el país hay muchos más no conocidos que también son objeto de corrupción.
Consideró que su única conclusión es la que extrajo de la sentencia de Cassez sobre la importancia del debido proceso y la presunción de inocencia, y que el resto le tocará obtenerlas a los lectores.
El Premio Alfaguara consta de 175 mil dólares de pago más la edición de la obra ganadora y su promoción en diferentes países latinoamericanos y España.
En esta edición se presentaron 580 manuscritos, de los cuales 261 fueron desde España, 88 de Argentina, 62 de México, 69 de Colombia, 45 de Estados Unidos, 21 de Chile, 22 de Perú y 12 de Uruguay.
El jurado, además de presidirlo Savater, lo integraron los escritores Mathias Enard y Sergio Molino, el director de Librerías Gandhi en México, Emilio Achar, la cineasta peruana Claudia Llosa, y con voz pero sin voto la titular de Alfaguara, Pilar Reyes.
Así comienza “Una novela criminal”
El portal Langosta literaria publica un adelanto de la novela ganadora del Premio Alfaguara 2018:
A veces la mejor forma de empezar una historia es con otra. Para narrar el enrevesado periplo de Israel Vallarta y Florence Cassez, los protagonistas de esta novela documental o de esta novela sin ficción, primero necesito dirigir la mirada hacia un personaje en apariencia secundario: su nombre es Valeria Cheja Tinajero, acaba de cumplir 18 años —los ecos de su celebración resuenan todavía en sus oídos— y estudia en una Preparatoria privada y laica de la Ciudad de México, el Colegio Vermont. Una adolescente de clase media como tantas: vanidosa, avispada, fiestera, ávida de mundo. Observémosla la mañana del 31 de agosto de 2005 cuando acaba de bañarse y, contrariando a su abuela —vive con ella y con su madre cerca de Coyoacán—, desayuna a toda prisa: el cabello negro todavía húmedo, la camiseta blanca y los pants azules con jaspes también blancos del uniforme (me cercioré de buscar los colores en la página oficial de la escuela). Valeria suele pasar por sus amigas en el Seat rojo que le regalaron sus padres, pero hoy debe exponer en su primera clase y prefiere marcharse sola, consciente de que cada mañana la Ciudad de México se convierte en un campo de batalla donde millones de automovilistas se rebasan y amontonan en filas interminables a una velocidad que rara vez excede los veinte kilómetros por hora.
El aire fresco golpea su rostro cuando, cerca de las 07:40, sale al patio, arroja su mochila en el asiento del copiloto, toma su lugar frente al volante y enciende el motor. Entre su casa y el Colegio Vermont, en San Jerónimo, un antiguo barrio que el presidente Echeverría rebautizó como Lídice en memoria del pueblo checo arrasado por los nazis en 1943, median unos veinte kilómetros y sabe que, si no se da prisa, el trayecto puede tomarle el doble de tiempo. La joven toma San Francisco Culhuacán y, poco antes de doblar hacia Taxqueña, un Volvo blanco se detiene intempestivamente frente a su auto. Valeria piensa que ha sufrido una avería y frena en seco; por el retrovisor se percata de que una camioneta negra bloquea el camino a sus espaldas. El susto apenas le permite distinguir a los dos sujetos enmascarados que descienden del automóvil y rodean el Seat. Uno de ellos estrella la ventanilla de su lado izquierdo, le grita que no se mueva y la amenaza con una pistola mientras el otro la obliga a pasarse al asiento trasero del vehículo y se acomoda en el lugar del piloto; un tercer sujeto aborda la van negra.