En los últimos años se ha vuelto común hablar de la intolerancia al gluten, pero históricamente ha sido objeto de miles de estudios. La primera referencia que se tiene es la del griego Areteo de Capadocia en el siglo I, quien le dio el nombre de ‘celiaco’, que proviene de la palabra koiliakos, que significa abdomen, refirió el doctor Gregorio Benítez Peralta, académico del Departamento de Anatomía de la Facultad de Medicina de la UNAM.
El gluten, presente en la parte del endoesperma de las semillas, contiene proteínas que, en las personas intolerantes, tienen una reacción inmune como alergia que destruye las células del epitelio intestinal, responsables de la absorción de nutrientes.
“Disminuye el tránsito del intestino y provoca cólico, distención del abdomen y evacuaciones diarreicas que contienen grasa (esteatorrea)”, explicó.
Al no poder absorber las vellosidades intestinales sustancias como las vitaminas A, B, C y D, B12, He, Ca, entre otros nutrientes, el paciente presenta anemia, pérdida del cabello y otros síntomas y signos clínicos por deficiencia de nutrientes.
“La intolerancia al gluten tiene una distribución universal, ligada a los cromosomas. Es más amplia en Estados Unidos de América y los países del norte de Europa y de África. En México no es tan común: 5.4 por cada mil individuos puede tenerla y es más común en población blanca”, indicó el doctor Benítez Peralta.
“El diagnóstico es complejo, siendo necesarios exámenes de laboratorio, biopsias de intestino por endoscopia, pruebas genéticas, entre otras. No tiene tratamiento específico, ya que, por el simple hecho de evitar el gluten, no habrá lesiones en la mucosa intestinal. Hay, sin embargo, la posibilidad de tener en el futuro una vacuna para evitar la reacción inmune del gluten. El estudio está en Fase 2”, adelantó.