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Estrés infantil: cómo detectarlo y afrontarlo

Muchos creen que los niños viven en un universo color rosa, que al ser pequeños no tienen preocupaciones o que se la llevan fácil. Pero lo cierto es que, por diversas situaciones, también pueden sufrir un “problema de los adultos”: el estrés.

Si bien el estrés es parte de nuestra vida diaria e incluso sirve para mantenernos en alerta, a veces los adultos no sabemos manejarlo de manera correcta, en especial cuando enfrentamos escenarios inesperados. Si eso ocurre con una persona adulta, ahora imaginemos lo que sucede en un menor, quien, como apenas va conociendo el mundo o su entorno, se enfrenta todo el tiempo a escenarios desconocidos.

Para saber cómo detectar y tratar el estrés infantil, platicamos con la profesora Karla Cervantes, de la Facultad de Psicología de la UNAM. A manera de introducirnos en el tema, diferenció el estrés positivo y el negativo.

El estrés es positivo cuando nos mantiene en alerta, pero se vuelve negativo cuando es un estado constante. En los niños es positivo, por ejemplo, cuando se dan cuenta de que se les olvidó una cartulina que debían llevar a la escuela, o cuando deben asistir al entrenamiento y se les hace tarde; en estos casos, el estrés hace que el niño se active para solucionar el problema. Por otro lado, el estrés es negativo cuando se presenta con intensidad y con mucha frecuencia, provocando que el menor no pueda calmarse, y eso comienza a traer dificultades en su vida”, explicó.

Causas del estrés negativo en los niños

Estas son algunas de las causas del estrés negativo en los niños:

  • Acoso escolar o falta de amigos
  • Cambios significativos en su vida o rutina (sus papás se están divorciando, cambio de escuela o casa, llegada de un hermano)
  • Cambios físicos o corporales
  • Problemas económicos en su familia
  • Problemas familiares (violencia familiar)
  • Eventos cercanos que provocan miedo (una operación, una enfermedad, vivir en un clima de violencia)

Síntomas

El estrés en los niños se manifiesta de dos formas: los síntomas se pueden interiorizar, es decir, ser más emocionales, o pueden exteriorizarse, mostrando conductas perceptibles.

Cervantes explicó que cuando un pequeño interioriza el estrés, “puede estar muy distraído, porque está enfocado en aquello que le preocupa”. También, el menor estresado puede ser muy callado, y sólo pensamos que no es problemático, “pero es tanta la inhibición que no tiene amigos y no se comporta como niño”.

En cambio, cuando el estrés se exterioriza, “los pequeños están muy irritables constantemente, se enojan fácilmente, se pelean (ya sea con hermanos, maestros o con los padres). El niño incluso puede sentirse agredido en una situación tan normal como cuando el papá le pide que acomode su mochila; pero, en realidad, no siente molestia por hacer la mochila, sino que está tan enfocado en aquello que le preocupa, que explota y salen cuestiones de agresividad”.

A continuación, enlistamos otros síntomas que apuntó la profesora universitaria:

  • Dificultades para dormir
  • Fatiga
  • Dolores de cabeza frecuentes
  • Morderse las uñas, enroscarse el pelo o mover la pierna de forma compulsiva
  • Dificultad para concentrarse
  • Apatía, pasividad, tristeza
  • Bajo rendimiento escolar
  • Regresiones a etapas que ya había superado (chuparse el dedo, por ejemplo)

¿Cómo ayudar a un niño estresado?

En la medida que sea posible, los padres deben ser conductores para amortiguar los factores que pueden causar estrés en el niño. Para lograr esto, Karla Cervantes dio los siguientes consejos:

  1. Orientarlo para buscar soluciones tanto a problemas complejos como a situaciones básicas. “Vamos a tomar el ejemplo del olvido de la cartulina. Es usual que como padres haya regaños y todo eso, pero es mejor tranquilizarse y ayudarle al menor a buscar alternativas”.
  2. No desestimar sus problemas. “A veces, cuando nuestros pequeños nos cuentan sus problemas, los vemos como algo sin importancia y no debe ser así. Debemos validar sus inquietudes”.
  3. Involucrarse con él y tener una buena comunicación. “Es importante saber si está bien, si necesita algo (en el aspecto sentimental). También hay que pasar tiempo con él. El niño debe saber que cuenta con mamá y papá.
  4. Alinear expectativas. “No exigir de más a nuestros niños. A veces, esperamos que un niño de 8 años haga cosas de uno de 12, pero aún no alcanza el óptimo desarrollo para hacerlas. Y eventualmente las podrá hacer, pero hay que respetar su proceso”.

Finalmente, la experta universitaria pidió a los padres realizar una crianza sensible y humanizada, ser capaces de identificar cuando el pequeño tenga algún problema e involucrarse de manera que sienta que no le falta apoyo y está seguro.

Ideas destacadas

  • El estrés infantil es un problema real que también afecta a los niños, no solo a los adultos.
  • La profesora Karla Cervantes, de la Facultad de Psicología de la UNAM, distingue entre estrés positivo y negativo en los niños.
  • Las causas del estrés negativo en los niños incluyen el acoso escolar, cambios en su vida, problemas económicos y familiares, entre otros.
  • Los síntomas del estrés en niños pueden ser emocionales o conductuales.
  • Es esencial que los padres ayuden a los niños estresados, no minimicen sus problemas y fomenten una buena comunicación.