Literatura y cocina siempre han estado ligadas, al grado que el sabor de una magdalena le bastó a Marcel Proust para lanzarse en busca del tiempo perdido; a Laura Esquivel para narrar los amores de Tita cuando la Revolución mexicana ponía las cosas como agua para chocolate; a Truman Capote para revelarnos que hasta el desayuno más sencillo adquiere glamour si es consumido frente a la joyería Tiffany’s, e incluso a Amado Nervo para confesar que su amor por las letras está ligado a un recetario, pues aprendió a leer con el libro más atesorado por su madre: La cocinera poblana.
A fin de analizar este vínculo que, de tan evidente, muchas veces se da por obvio, un grupo de escritores se darán cita del 18 al 20 de octubre en la Sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes y en la Hostería La Bota para analizar en qué condiciones se da este maridaje y, de ser posible, para compartir con el público una copa de vino, un tarro de cerveza o unas tapas de jamón serrano.
“El encuentro se llama La Comida también es Literatura y vienen escritores como los novelistas Jaime Mesa, Bernardo Esquinca o Karen Chacek; los dramaturgos Carlos Nóphal y Conchi León; la libretista de ópera Verónica Musalem, o el guionista Joaquín Guerrero Casasola, quien estuvo detrás de la serie Capadocia. Asimismo, habrá mesas sobre teatro, poesía, novela y crítica”, expuso Óscar Martínez Vélez, uno de los organizadores.
Para el autor de una decena de libros infantiles, se trata de una oportunidad inmejorable para que el público en general y sobre todo los estudiantes interesados en la literatura, como los inscritos en las diferentes carreras de la Facultad de Filosofía y Letras, se acerquen a intercambiar opiniones y a entablar charlas de sobremesa.
Y es que esta relación ha dado productos muy interesantes, como los que nos dejó Manuel Vázquez Montalbán, quien no sólo tenía un programa de televisión donde hablaba de comida, sino que hizo de su personaje novelístico más emblemático, el detective Carvalho, un investigador muy diestro y un chef consumado (aprovechando esta característica, el mismo Vázquez Montalbán sacaría en 1989 un libro gastronómico titulado Las recetas de Carvalho), dijo Martínez Vélez.
“De hecho hay casos notables, como cuando Gabriel García Márquez comienza a encontrarle regustos a los roperos de su abuela o como cuando Saramago aseguraba que cada objeto tiene un sabor único, lo que dio pie a ejercicios prosísticos muy interesantes”.
Sobre las razones de realizar parte del encuentro en la Hostería La Bota —con frecuencia descrita con el neologismo “cultubar”—, Óscar Martínez Vélez opina que es una manera de que el tema abordado se desarrolle en su hábitat natural, pues aunque se puede hablar de comida y letras en los salones marmóreos de Bellas Artes, tampoco está de más hacerlo entre el tintineo de cubiertos, platos y vasos.
Intentamos que la experiencia fuera diferente y creo que lograremos con la diversidad de voces reunidas, aunque faltará lo que considerábamos la cereza del pastel, pues habíamos invitado a una escuela de chefs, pero el sismo del 19 de septiembre hizo que esto no se concretara, expuso el egresado de la FES Acatlán.
“No obstante, tendremos en diferentes mesas a Joaquín Guerrero Casasola, quien además de guionista es catador de vinos, o Armando Alanís, autor de microficciones quien, además, aparecía en televisión hablando de gastronomía”.
La Comida también es Literatura es organizado por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, el Instituto Nacional de Bellas Artes, la Hostería La Bota y la revista Algarabía a fin de demostrar que la profesión de escritor, cuando es ejercida a cabalidad, tiene mucho que opinar sobre los alimentos y el buen sazón, pues como decía Sancho Panza hace más de 500 años: “Y denme de comer o si no, tómese su gobierno, que oficio que no da de comer a su dueño no vale dos habas”.