Muchos de nosotros vemos al sol como nuestro amigo: ayuda el crecimiento de las plantas, nos entrega calor, permite la vida en la Tierra y ¡a quién no le gusta recostarse en la playa, en un bonito día de sol! Pero, estar expuestos a los rayos solares de manera prolongada, es dañino; y por eso se inventó el bloqueador. Éste protege al cuerpo de los rayos ultravioleta, que son la parte de los rayos solares que daña nuestra piel. Ésos rayos se clasifican por su longitud de onda en: UVA y UVB.
Lo que sabemos es que el UVB es el causante de las quemaduras y el UVA está más relacionado con el daño celular. Éste daño se lleva a cabo en el núcleo de las células de la piel, que es el lugar donde se encuentra nuestro material genético o sea el ADN, el cual, al ser dañado, tiene consecuencia tanto antiestéticas, como el envejecimiento precoz de la piel manifestado con flacidez, aparición de manchas y arrugas, como consecuencias de salud muy graves, como el aumento del riesgo de cáncer de piel.
Casi nadie sabe que cada día en el ADN de nuestras células, se producen mutaciones y errores, algunos espontáneos, otros provocados por los rayos UVA; estos errores, generalmente, son reparados por los guardianes del ADN. Pero, si estos daños se acumulan, como en una prolongada exposición al sol, las células no logran repararlos, generando duplicación y crecimiento exagerado y descontrolado de éstas células, lo que se conoce como cáncer.
Lo más aterrador de todo esto, es que no te das cuenta que está ocurriendo hasta que sea demasiado tarde. Cabe mencionar que, por el cambio climático causado por la contaminación, el daño causado por el sol no es el mismo de hace 100 años.
También hay que aclarar algo: las personas de tez morena y aquellos que se broncean más fácilmente poseen más protección contra las quemaduras, pero siguen siendo vulnerables a los efectos de los rayos UVA, que, como ya dijimos, son los responsables del aumento de la probabilidad de cáncer. Por lo tanto, ¡hay que protegerse!.
La DGAS te invita a proteger tu piel.