Antes de Trump, el reloj nuclear indicaba que estábamos a tres minutos antes de la “medianoche”, hoy estamos a minuto y medio, afirmó Benjamín Ruiz Loyola, académico de la UNAM.
El peligro de iniciar un conflicto bélico es latente. En estricto sentido, ya lo inició Trump: disparó 59 misiles contra Siria sin que hubiera un estado de guerra formal; sin mediar provocación lanzó la más poderosa de las bombas de su arsenal contra Afganistán.
A punto de cumplir 100 días como presidente de Estados Unidos, Donald Trump tiene una política guerrera, pues existe el riesgo de una conflagración mundial.
Trump es el presidente menos popular de los últimos tiempos, sólo el 42 por ciento de los estadounidenses aprueba su gestión, según una encuesta realizada por The Washington Post y la cadena ABC.
Para Ruiz Loyola, Trump muestra “que no está dirigiendo al país más poderoso del mundo, sino a una empresa. No ha aprendido a ser político, sigue siendo un empresario. Va a tener que empezar a cambiar de asesores o escuchar a otros, más diplomáticos, más políticos y dejar de dormir con el celular en la mano y tuitear todo lo que se le ocurra; pensar 10 o 15 minutos antes de tomar decisiones, y sobre todo, pensar antes de llevarlas a la práctica. Parece que no entiende que la diplomacia no se puede ejercer bajo presión y que la diplomacia consiste en hablar con la boca, no con las armas en la mano”.
El populista
Los 100 días de gobierno (que se cumplen el 29 de abril) es una meta muy enraizada en la mente de los estadounidenses, lo que se haga en ese plazo marca la gestión del presidente en turno. Y Trump ha hecho énfasis en su discurso antiinmigrantes y antimexicanos, discurso que reproduce una descalificación de lo que ha sido una tradición histórica en EU: “Es una sociedad de migrantes y siempre ha tenido sus puertas abiertas, se ha construido con los grupos que han emigrado”, afirmó Judit Bokser, doctora en Ciencia Política de la UNAM.
Acotó que “el populismo es un estilo de gobierno donde sistemáticamente se niegan las normas y las instancias colectivas en las que circula la vida política: partidos, legislatura y se gobierna en esa relación directa entre el líder y la nación. Y lo vimos en su toma de posesión, hay una crítica de la clase política, propuesta de cambio radical y él es portavoz, es una estrategia de populismo”.
Para Bokser, Donald Trump no tiene una comprensión clara de la esfera pública, tiene una experiencia del mercado, pero la sociedad y el Estado funcionan de otro modo, la sociedad no es accionista de un gobierno.
El mal vecino
Para el abogado Jorge Islas, Trump no es más que un charlatán convertido en presidente, que actúa para generar simpatías con grupos determinados de su propia sociedad, medida que no es la adecuada para construir una buena relación comercial con “un socio imprescindible para Estados Unidos (México), con quien comparte una región, y de una u otra manera, también una cultura. No es la mejor manera de tratar a un vecino, con el que por razón geográfica, estará unido hasta el último día de la humanidad”.
El enemigo de la ciencia
El gobierno de Trump tiene un enorme desconocimiento de la ciencia y no sólo eso: una actitud en contra de la ciencia. Desconoce que el cambio climático es causado por las emisiones de gases antropogénicas (acciones humanas), se ignora en favor de intereses económicos, se le quita dinero a la Agencia de Protección de Medio Ambiente en Estados Unidos, y a la NASA le han dicho que deje de hacer estudios del medio ambiente en la Tierra. Estamos en un ambiente anticientífico, aseguró el físico Miguel Alcubierre.
Añadió que el discurso para las nuevas generaciones es un llamado a la ignorancia, “les está diciendo que es mejor ser ignorante que saber cosas, que es mejor ignorar lo que las personas han estudiado por décadas y preferir lo que leíste ayer en Google, lo que le hace mucho daño a la ciencia y cuando llega a nivel de los gobiernos es terrible”.
Indicó que las voces de los científicos deben hacerse oír para expresar que el pensamiento científico y la ciencia son importantes, “para aquellos gobiernos que están contra de la ciencia nos toca a los científicos levantar la voz”.
El perverso
Y si todo esto no fuera suficiente, el peligro más grande está en que Donald Trump representa la parte oscura de un número importante de estadounidenses: “Fue una no grata sorpresa darse cuenta de que muchos norteamericanos son afines a su pensamiento, es una autorización para aquellos que tenían reprimido su clasismo, su racismo y se notó en los días siguientes a su toma de posesión”, destacó Georgina Zárate, psicoanalista egresada de la UNAM.
El mundo corre peligro, para mucha gente es un modelo para volver a tener actitudes de imposición, sexismo, racismo, clasismo, autoritarismo, es un atraso para el desarrollo de las sociedades porque van a reproducir ese modelo, porque el poder corrompe, concluyó.