· El mismo fenómeno, que está vinculado con el calentamiento global antropogénico, afectó a nuestro país en enero pasado
En el año 2014 fue publicado en la revista Nature un estudio en el cual se analizó el efecto del calentamiento del Ártico sobre el comportamiento de las corrientes de aire frío existentes en dicha región del planeta. Los autores del trabajo mostraron que este calentamiento alteraría significativamente el equilibrio del vórtice polar, al punto de que masas de aire muy frío eventualmente descenderían a los continentes, generando fríos extremos en latitudes medias.
Cuatro años después, el efecto previsto por los autores de dicho trabajo se ha verificado de manera dramática, afectando la costa este de los Estados Unidos, el noreste de México y más recientemente a Siberia y Europa occidental, en dónde ya se han registrado decenas de defunciones debidas a los fríos extremos.
El escenario también fue anticipado, de manera más urgente, en una reciente comunicación científica enviada a la Sociedad Meteorológica Norteamericana; ésta fue sometida a un riguroso arbitraje en mayo de 2017 y fue publicada en línea el primero de febrero de 2018.
Las altas concentraciones de dióxido de carbono atmosférico derivadas de actividades humanas tales como con la quema de combustibles fósiles y los hábitos alimenticios han causado que el Ártico registre una tasa de calentamiento muy superior a la del resto del planeta.
Durante enero y febrero de 2018, las temperaturas registradas en el ártico han superado por cerca de 20 grados centígrados a sus valores normales históricos. Las corrientes de aire relativamente cálido que han penetrado en el círculo polar boreal han actuado como una daga que dio lugar a dos grandes masas de aire frío, las cuales al descender a los continentes generaron temperaturas inusualmente bajas, primero en América del Norte y después en Europa.
Desde principios de febrero, la masa de aire polar ubicada en Siberia comenzó a desplazarse hacia Europa occidental formándose la llamada ‘Bestia del Este’, que ha generado tormentas de nieve impresionantes, inclusive en regiones ubicadas muy al sur de Italia.
Las consecuencias del deshielo en el Ártico no se limitan a episodios de inviernos muy fríos capaces de generar daños irreversibles en comunidades vulnerables. ‘Lo que pasa en el Ártico no se queda en el Ártico’, sino que las alteraciones en los patrones de las corrientes atmosféricas contribuyen a la formación de fenómenos extremos tales como huracanes de alta intensidad y ondas de calor mortales.
Adicionalmente, se han registrado cambios en las propiedades físicas de los océanos que afectan a los ecosistemas, dando pie a que numerosas especies de animales deban migrar y en algunos casos enfrentar escenarios de extinción.
Debido a las características inusuales de los fenómenos climáticos registrados en el 2018, numerosos medios de comunicación en el extranjero han tenido que concentrar esfuerzos para facilitar la comprensión del fenómeno del debilitamiento del vórtice polar.5 Irónicamente, estos medios han debido recurrir a información conocida desde hace años, publicada en revistas científicas de alto impacto, pero que de alguna manera pasó inadvertida.
Las concentraciones de gases de efecto invernadero no retrocederán en las próximas décadas a los niveles registrados a principios del siglo XX, por lo que es evidente que se seguirán presentando diversos fenómenos extremos vinculados con el cambio climático. Únicamente, con un mayor acercamiento entre la comunidad científica, la sociedad y los diversos sectores de los gobiernos se podrán afrontar exitosamente los escenarios derivados de la crisis ecológica por la que atraviesa la humanidad.