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¿Cuándo se vuelve crónico el dolor de espalda?

La psique juega un papel crucial en el dolor agudo que se vuelve crónico. Pero, ¿por qué algunas personas están más en riesgo que otras?

En alrededor del 35-40% de todos los pacientes, con dolor de espalda, las quejas son crónicas. Sin embargo, la forma en que sienten el dolor y cuánto afecta su vida puede variar mucho de persona a persona.

La profesora Monika Hasenbring de la Universidad del Ruhr de Bochum (RUB) ha estado explorando durante mucho tiempo la cuestión de cómo el procesamiento individual del dolor afecta el desarrollo de quejas crónicas, porque es consciente de que no son un fenómeno puramente médico sino psicológico.

Cuatro grupos de riesgo

Como directora del Departamento de Psicología y Sociología Médica de RUB, desarrolló un modelo de procesamiento del dolor hace años, en el que los pacientes son asignados a uno de cuatro grupos. Este modelo ayuda a personalizar los enfoques de diagnóstico y terapia para los grupos de riesgo individuales.

La respuesta del primer grupo al dolor es el miedo, y los miembros de ese grupo generalmente lo interpretan como un síntoma de una enfermedad grave. En consecuencia, estas personas evitan cualquier situación que pueda desencadenar el dolor. El resultado es la inactividad y la debilidad muscular, lo que a su vez provoca dolor y mal humor.

Los gritos provocan más dolor

El segundo grupo está compuesto por individuos que suprimen el dolor, tanto mental como en su comportamiento. Se obligan a soportar gritos pues pretenden “No hacer un escándalo” o “No pensar en el dolor”. Una estrategia que no necesariamente tiene un resultado positivo, porque estos pacientes no se toman su tiempo para relajarse y están en constante estrés. Esto también puede conducir a un aumento del dolor.

Los miembros del tercer grupo son pacientes que pueden distraerse del dolor. Se las arreglan para mantener una actitud positiva. Sin embargo, como también tienden a no cuidar su cuerpo, a menudo también experimentan un aumento del dolor.

Equilibrando el estrés y el alivio

Solo las personas asignadas al cuarto grupo logran reducir su dolor a través de su actitud y comportamiento. “Estas personas reaccionan con bastante flexibilidad al dolor”, como Monika Hasenbring describe sus hallazgos. “Encuentran un equilibrio entre el estrés y el alivio y toman descansos de vez en cuando, pero no evitan la actividad física”.

Los mejores atletas también sufren de dolor de espalda

Monika Hasenbring está investigando si este modelo también se puede aplicar a los mejores atletas que sufren de dolor de espalda. La investigadora comparó los datos de la población general con la de 200 atletas que informaron que sufrían de dolor de espalda. Las encuestas mostraron que, aunque se podría pensar que los mejores atletas tienen una relación especial con sus cuerpos, se parecen a la población general en términos de sus factores de riesgo para la cronificación del dolor de espalda; coinciden con el mismo patrón.

“Estos hallazgos pueden ayudar a los pacientes, porque la actitud cognitiva hacia el dolor es algo que podemos cambiar a través de la psicoterapia”, explica Hasenbring. “Si podemos enseñar a los pacientes a reconocer el ciclo de pensamientos y el refuerzo del dolor en el que están atrapados, también podemos mostrarles soluciones para manejar la situación”.

Fuente: RUB