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Crisis en la identificación de restos humanos en México

La crisis de identificación de restos humanos surge debido a la dificultad en reconocer a personas que, al momento de ser halladas, se encontraban en avanzado estado de descomposición, señala Lilia Escorcia Hernández, del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM. Además, indica que existe una carencia de expertos en el área, ya que son pocos quienes han trabajado en la identificación de dichos restos.

En tiempos recientes, se ha visto una incorporación creciente de antropólogos físicos, arqueólogos y antropólogos sociales en el sistema de justicia y en las comisiones de búsqueda. Sin embargo, su número todavía no es suficiente para abordar el alcance del problema, advierte la investigadora.

Desde el inicio de la violencia, la cifra de personas no identificadas ha ido en aumento. A ello se suman los cuerpos o restos en descomposición que permanecen en las morgues y semefos del país. Según la normativa de los servicios médicos forenses, por razones de salud, los cadáveres o restos no pueden mantenerse por largo tiempo en estas instalaciones. Pasado un periodo determinado, deben ser trasladados a las fosas comunes.

Escorcia Hernández explica que en las fosas comunes se encuentran numerosos restos sin identificar. Este problema no solo se debe a la cantidad, sino también a las condiciones en las que fueron depositados. En muchas ocasiones, se perdió el registro o el procedimiento no se llevó a cabo de forma adecuada, lo que dificulta aún más la identificación.

Individualización de los restos humanos

Respecto a la individualización de los restos humanos, en los laboratorios de antropología forense, tanto de los semefos como de las fiscalías, se necesita una gran cantidad de personal y tiempo. La finalidad es obtener datos específicos como edad, sexo y estatura promedio a partir de los restos humanos, además de otra información relevante como prótesis o trabajos dentales.

Una vez que se ha individualizado un cuerpo con la información requerida, esta se contrasta con su historia de vida y clínica. El propósito es reunir elementos comparativos que confirmen si se trata de la persona desaparecida en cuestión. Por ejemplo, si se tiene un esqueleto con una prótesis de cadera y se está buscando a alguien con dicha característica, pero la edad o el sexo no coincide, entonces no se trata de la misma persona. No obstante, si todos estos elementos sí coinciden, entonces es probable que se haya encontrado a la persona buscada.

ADN como código QR

Es común que las personas conciban el ADN similar a un código QR, donde al escanearse con un lector especial, se despliega información única. “Sin embargo, no es tan sencillo”, aclara.

En México, el ADN se utiliza como prueba confirmatoria. Imaginemos dos individuos de sexo masculino, mayores de 60 años, con una prótesis en el lado derecho y de estatura similar. Pero se están buscando no sólo dos, sino muchos más.

No solo se considera el esqueleto, sino también el contexto en el que fue hallado, el momento, entre otros factores. Estos elementos reducen las posibilidades hasta que, mediante una prueba genética, se puede determinar a quién pertenece. Esta prueba genética confirma todo lo analizado previamente.

En el país hay restos de individuos casi completos que permiten un análisis detallado del esqueleto. Sin embargo, existen casos más complejos, como restos de personas que fueron desmembradas o calcinadas, por ejemplo, en un automóvil. En tales circunstancias, se acude al ADN para la identificación, pero aún así es complicado determinar a quién pertenecen.

“Los genetistas afirman que comúnmente se cree que basta con un fragmento de hueso para obtener ADN y compararlo con una lista de perfiles, pero no es tan simple”, indica la investigadora.

Pocos especialistas para un problema muy grande

“Ante la pregunta de si enfrentamos una crisis de identificación, la respuesta es afirmativa. Existen numerosos casos y el problema es abrumador. A pesar de que en años recientes se han sumado antropólogos físicos y arqueólogos al sistema de justicia, son insuficientes; el desafío es mucho mayor”, comenta.

“Además de las fosas comunes y los restos en semefos, se suma la cantidad de individuos en fosas clandestinas aún no descubiertas”, añade.

El desafío es tal que muchos colegas recién incorporados se dedican a resolver casos inmediatos, como identificar a las personas recientemente encontradas. A menudo, se prioriza resolver casos más recientes para evitar la acumulación.

Formación de especialistas

“Es esencial mencionar que no contamos con muchos especialistas en antropología física forense, a pesar de la demanda”, señala la investigadora. “Durante años, quienes atendían hallazgos de restos humanos, en muchos casos, no eran especialistas en el área, sino criminalistas, médicos o profesionales de otras áreas forenses”.

“Soy antropóloga física y me especialicé desde muy temprano en identificación en el ámbito forense. Como antropólogos físicos, contamos con las bases metodológicas y lo forense se añade al momento de intervenir en el ámbito legal. Un antropólogo físico, con sus conocimientos, puede trabajar en el ámbito forense”, explica.

La crisis de identificación se atribuye a la gran cantidad de individuos que fallecieron sin ser identificados o que no murieron de manera natural, sino en circunstancias de extrema violencia, ocultos en fosas clandestinas. “Otros llegaron a los semefos sin ser identificados y, con el tiempo, acabaron en fosas comunes”, detalla Escorcia Hernández.

En su opinión, aunque se ha integrado a más especialistas, se necesitarán décadas para completar el trabajo. “Aunque el término no es de mi agrado, es evidente que este problema ha estado desatendido durante años”, concluye Lilia Escorcia.

“10 en Humanidades” presenta charla “La antropología forense ante la crisis de identificación en México”

Para quienes estén interesados en profundizar en el tema, la Dra. Escorcia ofrecerá una charla titulada “La antropología forense ante la crisis de identificación en México”. Esta presentación se llevará a cabo en el marco de la exposición “10 en Humanidades”. La cita es este 18 de octubre, a las 12 horas, en el Foro de Química del Museo Universum.

Ideas destacadas

  1. El ADN es comúnmente conceptualizado por la población general como un código QR fácilmente legible, pero en realidad, su interpretación y uso en identificación es un proceso complejo.
  2. En situaciones donde individuos presentan características físicas similares, como prótesis o estaturas parecidas, se emplea el ADN como herramienta confirmatoria, ya que permite precisar con certeza a quién pertenecen los restos.
  3. México enfrenta una crisis de identificación debido al elevado número de casos de individuos no identificados y la falta de especialistas en áreas forenses para atender la situación.
  4. Aunque se ha incrementado el número de antropólogos físicos y arqueólogos en el sistema de justicia, su cantidad sigue siendo insuficiente para atender el volumen de casos pendientes de identificación.
  5. Las fosas comunes y los semefos contienen numerosos restos humanos no identificados, añadiendo a esto la existencia de fosas clandestinas aún sin descubrir, lo que complica y amplía el desafío de la identificación.
  6. Muchos de los restos hallados en condiciones complejas, como desmembramientos o calcinaciones, requieren de métodos de identificación más sofisticados, donde el ADN juega un papel crucial.
  7. Existe una carencia de formación especializada en antropología física forense en el país, y muchos de quienes atienden casos de hallazgos de restos humanos no son especialistas en el área.
  8. Lilia Escorcia Hernández, antropóloga física, destaca que la actual crisis de identificación se debe en parte a la gran cantidad de individuos que han fallecido en contextos de extrema violencia y han sido ocultados, así como a aquellos que, por diversas razones, no fueron debidamente identificados y terminaron en fosas comunes.