El levantamiento de la cuarentena en la Ciudad de México ya tiene fecha, el próximo 1 de junio inicia la reapertura paulatina de las actividades.
Después de setenta días de haber iniciado la Jornada Nacional de Sana Distancia, el levantamiento de este confinamiento representará para muchas personas empezar otra vez, empezar de cero.
Durante todos estos días hubo quien experimentó miedo, incertidumbre, desesperación, aburrimiento, desinformación, vulnerabilidad. “Ya vamos de salida de la cuarentena y estos sentimientos no van a desaparecer, pero tenemos que aprender a vivir con el reconocimiento de que somos seres vulnerables y a partir de esto reestructurar nuestros proyectos de vida”, aseguró Karla Salazar Serna, Doctora en Filosofía del Trabajo Social con Orientación en Políticas Comparadas de Bienestar Social del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de la UNAM.
Para la especialista, esta nueva cepa del coronavirus es una oportunidad para replantearnos qué estamos dejando de lado como sociedad, de regresar a los planteamientos éticos, a su relación con la naturaleza, la vida y otras personas, de ser resilientes. “Tenemos que hablar de resiliencia, pero desde una postura ética, cuestionarnos cómo la humanidad interacciona con la naturaleza”.
De acuerdo con Salazar Serna, la resiliencia no es fácil pues implica tiempo, profundas reflexiones, cambios cognitivos, actitudinales y emocionales, pero generará una transformación de nuestro mundo interior que impactará en nuestro mundo exterior inmediato.
Karla Salazar mencionó que el miedo que se pueda sentir en esta crisis sanitaria no debe verse como algo negativo, ya que permite tener un balance sobre la situación, ni tampoco permitir que una condición de extrema vulnerabilidad o pobreza nos haga entrar en pánico.
En ese contexto, explicó que la resiliencia es un proceso que se da a través del tejido relacional, la posibilidad que permite a una persona volver a ser después de un proceso traumático, bajo una esperanza realista. “Tenemos dos opciones, sobreponernos o someternos, para sobreponernos es importante conocer los principales retos y obstáculos, cuáles son los problemas reales, la actitud que desarrollemos frente a la adversidad va a determinar si nos sometemos o nos sobreponemos”.
Reiteró que debemos dejar de fomentar la cultura del sufrimiento, “se condenó mucho la situación de las personas que vivían solas, las de la tercera edad, los enfermos de diabetes e hipertensión, y si bien, sí son vulnerables, los condenaron a un sufrimiento. Los adultos mayores tuvieron una carga más por ser viejos o por tener alguna enfermedad”.
Esta pandemia es una oportunidad para relacionarnos como personas y construirnos nuevamente como sociedad, con sentido de comunidad resiliente, analizando el problema de frente y poniendo distancia emocional, con habilidad para generar estrategias y sin victimizarse.
La resiliencia requiere de flexibilidad para procesar cambios y encarar nuevos retos, es un proceso de altas y bajas, no es lineal ni homogénea, sucede de manera diferenciada dependiendo de la edad, historia personal y el significado de la experiencia a superar.
A partir de un proceso relacional, una persona se puede reconstruirse de los procesos más horrorosos y en estos tiempos de adversidad mundial debemos de generar una mirada crítica a la situación, evitar que la pandemia nos arrebate más de lo que ya lo ha hecho, es necesario dar paso a la escucha y que la unidad nos permita valorar nuestro presente.