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Claves para educar niños emocionalmente inteligentes

Aunque aprender a manejar nuestras emociones es muy importante para un buen desarrollo personal, pocas veces, como padres, nos enfocamos en orientar a nuestros hijos en esta asignatura, ya sea por un tema cultural o porque a nosotros no nos enseñaron cómo abordarlas.

Es necesario que pongamos en práctica la educación emocional y ayudemos a nuestros pequeños a trabajar sus competencias emocionales, es decir, el conjunto de conocimientos, capacidades y actitudes que requieren para comprender, expresar y gestionar sus emociones.

La profesora de la Facultad de Psicología de la UNAM, María Santos Becerril Pérez, quien es especialista en temas relacionados con las emociones en niños y adolescentes, indicó que debemos desarrollar las competencias emocionales desde la niñez para lograr un buen manejo de las emociones, tanto positivas como negativas, en la vida adulta.

Autoconocimiento, autocontrol, automotivación, empatía, habilidades sociales, asertividad, proactividad y creatividad en la forma de afrontar y resolver problemas son algunas de las competencias emocionales que debemos promover en los niños. Para hacerlo, Becerril Pérez dio las siguientes recomendaciones para la madre y el padre:

  1. Permitir a los pequeños sentir sus emociones. No decirles que no lloren o que no estén tristes. Por el contrario, ayudarlos a que encuentren la causa de por qué se sienten así.
  2. Conocer la intensidad de la emoción: saber qué tan enojado o triste está el hijo.
  3. Ayudarle a entender sus emociones y generar empatía. Por ejemplo, si se siente triste, manifestarle que uno como adulto también lo vivió por una u otra razón.
  4. Reforzar su autoestima.
  5. Permitirle que tome decisiones y asuma comportamientos responsables.

Ventajas a futuro

A continuación, la experta universitaria destacó algunos de los beneficios que tiene en la vida adulta el ir adquiriendo competencias emocionales desde la niñez:

  • Trabajar en equipo: si entiendo las capacidades y emociones de los demás, sabré sacar lo mejor de mí y de cada uno de mis compañeros en beneficio de la labor en conjunto.
  • Manejo de la frustración.
  • Ser más tolerante.
  • Involucrarse en proyectos a mediano y largo plazo (en lo laboral).
  • Tener mejores relaciones a nivel profesional y personal (establecerse en un trabajo, tener relaciones largas).
  • Emplear estrategias asertivas (si hay problemas, se busca la solución antes de entrar en nerviosismo).

¿Y en la vida adulta cómo le hacemos?

Cuando entramos en la vida adulta, pensamos que ciertos hábitos negativos que hemos adquirido no los podemos cambiar, o que ya no podemos aprender habilidades de las que carecemos. Ambas ideas son erróneas, y en realidad, de adultos todavía podemos adquirir competencias para manejar mejor nuestras emociones. Becerril Pérez compartió los siguientes consejos para cumplir ese objetivo:

  1. Reconocer las emociones tanto positivas como negativas que provoca una situación. Entender que toda situación tendrá un claroscuro. “Por ejemplo, si voy a ser padre, puedo estar feliz porque estoy enamorado de mi hijo, pero también puedo tener miedo por no estar seguro de cuál es la mejor forma de criarlo”.
  2. Entender que no manejar mis emociones puede tener repercusiones. “Si le grito a mi hijo, es probable que luego él también lo haga”. “Si hablo con mi pareja enojado, diré cosas que podrían lastimarla”.
  3. Practicar un correcto lenguaje emocional, es decir, saber cómo decir las cosas de forma clara y sin la necesidad de herir.
  4. Respetar las emociones de los demás.
  5. Tener una comunicación receptiva y expresiva. Aprender a recibir los mensajes con precisión y demostrar que estos serán tomados en cuenta.

Lista de ideas destacadas:

  • Importancia de la educación emocional desde la niñez.
  • Competencias emocionales que debemos promover en los niños.
  • Beneficios de adquirir competencias emocionales desde la niñez.
  • Posibilidad de mejorar la gestión emocional en la vida adulta.