A sus 82 años de edad, su cuerpo y mente se mantienen en plenitud para ganar una prueba de cinco kilómetros de natación en el Cañón del Sumidero o hacer el recorrido de 42 kilómetros de la Maratón de la Ciudad de México en silla de ruedas. Así es Pedro Guerrero Trejo, un ejemplo para la comunidad universitaria, una persona que no conoce límites, que da la cara a la adversidad, la afronta y sale vencedor.
En las recientes vacaciones, don Pedrito, como le dice la gente más cercana a él, estuvo en Chiapas para competir en el Cañón del Sumidero, lo que ha hecho en los últimos 17 años.
“Fue con gente de la tercera edad, de 65 años, y me traje el primer lugar, pero con el hecho de estar en el Cañón del Sumidero, haciendo lo que me gusta, ya es ganancia”, comentó.
Como miembro de la Asociación de Natación de la UNAM desde hace 30 años, ha sido entrenado por dos leyendas del deporte universitario: Raúl Porta Contreras ya fallecido y Jack Baron Tapia, con quien logró otra de sus hazañas: bucear a más de 35 metros de profundidad.
Adversidades
En su niñez, Pedro Guerrero jugaba en las pozas de agua del estado de Hidalgo y en los riachuelos de aquella región hasta que, a los 11 años de edad, llegó junto con su madre a la Colonia Morelos de la Ciudad de México, donde comenzó un nuevo capítulo en su vida.
Entonces comenzó a trabajar como ayudante en una carnicería y cuando tenía 13 años se mudaron a la Narvarte, donde se empleó como lavaplatos antes de ocuparse como obrero en la fabricación de gabinetes.
Su vida dio un giro a los 52 años de edad, cuando perdió ambas piernas tras ser arrollado por un automóvil.
Estuvo tres años en rehabilitación, al mismo tiempo que aceptaba su realidad. En ese periodo se le acercó un atleta de la UNAM para hacerle una invitación a incorporarse al equipo de basquetbol en silla de ruedas y ahí nació su gusto por el deporte. Después descubrió que la natación era su pasión.