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Avanzando hacia la inclusión LGBTIQ+: desafío cultural

En referencia al Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia, y al Día Nacional de la Lucha contra la Homofobia, la Lesbofobia, la Transfobia y la Bifobia, César Torres Cruz, secretario académico e investigador del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señala la urgente necesidad de un cambio cultural en la sociedad. El experto indica que, a pesar de los avances en derechos para la comunidad LGBTIQ+, aún persiste una marcada discriminación y estigmatización hacia sus miembros.

Con base en la Encuesta Nacional sobre Discriminación del INEGI de 2017, Torres Cruz destaca que más del 50% de los encuestados se manifiestan en contra de que sus hijos contraigan matrimonio con una persona del mismo sexo. La misma proporción se opone a que sus hijos se casen con una persona con VIH, infección que a menudo se asocia erróneamente con hombres que practican el homoerotismo.

Crímenes de odio por LGBTIQ-fobia: un fenómeno alarmante

El investigador de la UNAM subraya que el estigma y la discriminación hacia las personas de la comunidad LGBTIQ+ pueden llegar a su punto más alarmante: el asesinato. Torres Cruz hace referencia a una categoría de homicidio no tipificada oficialmente por el Estado mexicano, denominada “crímenes de odio por LGBTIQ-fobia”. Se trata de delitos con un modus operandi particular, donde la víctima suele presentar marcas de violencia física y mensajes discriminatorios en el cuerpo o en el lugar donde es hallada sin vida, evidenciando que el crimen fue cometido por un desacuerdo con su orientación sexual o identidad de género.

Frecuentemente, estos actos son erróneamente catalogados como “crímenes pasionales”, a pesar de que suelen ser perpetrados por individuos ajenos a la víctima que agreden a una pareja o a una persona debido a su pertenencia a la comunidad LGBTIQ+. En este contexto, Torres Cruz advierte que los grupos más vulnerables son las mujeres trans, seguidas por los hombres que practican el homoerotismo, las mujeres lesbianas y los hombres trans.

Torres Cruz señala que el mayor reto que enfrentan estas comunidades es un cambio cultural. “Nuestra cultura es androcéntrica y patriarcal, pero también es heterocéntrica. Cuando surgió el capitalismo en el siglo XVIII, se necesitaba más mano de obra y la manera de obtenerla fue validando, desde el punto de vista sociocultural, solo las prácticas sexuales orientadas a la reproducción. Todo lo demás fue relegado al ámbito de lo patológico, lo perverso, lo delictivo o lo pecaminoso. Así, llevamos siglos arrastrando esta historia”, indica.

Urgente necesidad de cambio cultural

El 17 de mayo de 1990, la Organización Mundial de la Salud eliminó la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales, recuerda el doctor en Ciencias Políticas y Sociales, especializado en Sociología.

Gracias al activismo LGBTIQ+, se reconoció que las personas que forman parte de esta comunidad no padecen ninguna enfermedad, sino que han tomado una decisión de vida y forman parte de la diversidad humana. Sin embargo, no fue hasta 2004 cuando la Organización de las Naciones Unidas decidió dedicar un día a conmemorar la lucha contra la LGBTIQ-fobia y erradicar las prácticas de odio.

“La fobia tiene que ver con el miedo irracional a algo, a un suceso o a una persona. Por eso hay quienes discrepan de esta actitud hacia los homosexuales, lesbianas, bisexuales y transexuales. Algunos sectores del activismo han pedido enfatizar que se trata de prácticas odiosas que pueden surgir de un miedo exacerbado, pero, sobre todo, de la discriminación y la desinformación”, matiza Torres Cruz.

El universitario recuerda que las prácticas sexuales entre personas del mismo sexo han existido siempre en la historia de la humanidad. “Tenemos registros de la antigua Grecia y Roma, esculturas, pinturas, vasijas, donde están representadas prácticas homoeróticas, incluso en grupo. Pero esto no se convirtió en un problema, socialmente hablando, hasta el siglo XIX, concretamente en 1870, cuando se creó la homosexualidad como categoría psiquiátrica”.

Antes de esa fecha, se hablaba de prácticas sodomitas y existían otros marcos para entenderlas, como el religioso, donde se consideraba pecado porque su objetivo no era la reproducción humana. Por tanto, no eran bien vistas en contextos conservadores. Así se constituyó la homosexualidad como una categoría cercana a un criterio patologizante que alude a un supuesto trastorno mental.

Aunque no fue el caso de México, en muchos países la homosexualidad fue considerada un delito. En Ecuador y Colombia, hace menos de 40 años, dejó de ser parte de los códigos penales. Sin embargo, en otros seis países de Asia y África, como Sudán y Arabia Saudita, todavía se castiga con pena de muerte, en ocasiones mediante la decapitación, advierte el experto.

En nuestro país, según la organización civil Letra S, Sida, Cultura y Vida Cotidiana, en 2021 se registraron al menos 78 muertes violentas de personas LGBTI+ (55 de ellas de mujeres trans) por motivos presuntamente relacionados con su orientación sexual o identidad o expresión de género. Sin embargo, la cifra real podría ascender a 179 homicidios.

México ocupa el segundo lugar, solo después de Brasil, en el número de transfeminicidios registrados. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos emitió una sentencia en 2015 en la que indicó que la esperanza de vida de este sector de la población en nuestro territorio es de solo 35 años, alerta Torres Cruz.

El contexto sigue siendo adverso para la comunidad LGBTIQ+ porque sus integrantes a menudo no pueden acceder a empleos dignos y también enfrentan otros problemas, como tasas más altas de depresión y ansiedad debido a los insultos y gritos que reciben en la calle, desaprobación familiar e incluso la muerte. Sin embargo, “es muy difícil cambiar la cultura heterocéntrica que tiene más de tres siglos de historia”.

Avances y retos en la lucha por los derechos LGBTIQ+

Pese a todo, tras décadas de activismo, subraya César Torres, también se han logrado avances para estos sectores de la población. Además de que la homosexualidad y la transexualidad ya no forman parte de ningún catálogo de enfermedades mentales, desde el año pasado el matrimonio igualitario es legal en México. Es decir, las personas del mismo sexo pueden casarse en cualquier entidad y, en muchos casos, adoptar, siempre y cuando sean mayores de 18 años.

Además, en al menos 14 estados (Ciudad de México, Estado de México, Coahuila, Colima, Chihuahua, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Nayarit, Oaxaca, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sonora y Tlaxcala) existen legislaciones en términos de identidad de género, que permiten a las personas trans modificar sus documentos a través de un trámite administrativo. De esta manera, se superó el arduo y discriminatorio proceso para legalizar el cambio de nombre y género.

En 2020, la Secretaría de Salud federal emitió un protocolo para la atención de las problemáticas de salud de la comunidad LGBTIQ+ sin discriminación, y los avances son notables. Es probable que, en los próximos años, se incluyan en la credencial de elector opciones para identificarse como mujer, hombre o persona no binaria, indica el académico.

Torres Cruz sostiene que queda pendiente considerar a la infancia y contar con legislaciones que permitan el tránsito de género o sexo en este sector, ya que hasta ahora solo es posible en Oaxaca y Jalisco. En el resto de las entidades, los menores que quieren ser reconocidos con otro nombre o usar otro uniforme aún no pueden hacerlo.

Para César Torres, es fundamental conmemorar el 17 de mayo, tanto en la UNAM como fuera de ella, recordando su origen y creando conciencia de que aún existen condiciones adversas para la comunidad LGBTIQ+ y prácticas fóbicas que atentan contra sus derechos humanos. Aprovechemos para dar cuenta de ello y contribuir a generar condiciones más equitativas para todas las personas. No se debe olvidar que la humanidad es sinónimo de diversidad, concluye Torres Cruz.

Ideas destacadas

  1. A pesar de los avances legislativos, la comunidad LGBTIQ+ en México aún enfrenta discriminación y estigmatización social, con más de la mitad de los encuestados en la Encuesta Nacional sobre Discriminación (2017) en desacuerdo con el matrimonio entre personas del mismo sexo.
  2. Los crímenes de odio por LGBTIQ-fobia, aunque no oficialmente reconocidos por el Estado mexicano, son una realidad alarmante, con las mujeres trans y los hombres con prácticas homoeróticas siendo los más afectados.
  3. El cambio cultural hacia la aceptación y el respeto de la comunidad LGBTIQ+ es el desafío más importante, según César Torres Cruz. La cultura actual, arraigada en la heteronormatividad, deslegitima las prácticas sexuales no reproductivas, dejándolas en el terreno de las patologías, lo perverso, el delito o el pecado.
  4. La retirada de la homosexualidad del catálogo de enfermedades mentales de la Organización Mundial de la Salud en 1990 fue un logro significativo del activismo LGBTIQ+. Sin embargo, no fue hasta 2004 que las Naciones Unidas dedicaron un día para conmemorar la lucha contra la fobia LGBTIQ+.
  5. A pesar de que las prácticas sexuales entre personas del mismo sexo han existido a lo largo de la historia de la humanidad, fue en el siglo XIX cuando la homosexualidad se convirtió en una categoría psiquiátrica y, por lo tanto, patologizada.
  6. En México, la violencia contra las personas LGBTIQ+ sigue siendo un problema grave. Según la organización civil Letra S, en 2021 se registraron al menos 78 muertes violentas de personas LGBTIQ+, principalmente de mujeres trans.
  7. La legalización del matrimonio igualitario en México y las leyes de identidad de género en varios estados son avances significativos. Estas leyes permiten a las personas trans cambiar legalmente su nombre y género, superando el anterior proceso arduo y discriminatorio.
  8. A pesar de los avances, todavía existen barreras para la igualdad total, particularmente en lo que respecta a los niños. En la mayoría de los estados, los niños que desean ser reconocidos con otro nombre o vestir un uniforme diferente todavía no pueden hacerlo.
  9. La conmemoración del Día Internacional contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia el 17 de mayo es esencial para recordar los retos que aún enfrenta la comunidad LGBTIQ+ y fomentar una mayor igualdad y diversidad.