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Autolesión no suicida: un síntoma de sufrimiento emocional

El fenómeno de la autolesión no suicida muestra una prevalencia creciente, especialmente en jóvenes. Sin embargo, sus causas no se han determinado con exactitud, ni se ha establecido si puede ser un factor importante en la conducción al suicidio. Este problema de salud pública necesita ser dimensionado adecuadamente.

Para concienciar a la población y desmitificar la información en torno al tema, la profesora Ana Daniela Galán Navarro de la FES Iztacala impartió una conferencia donde abordó varios puntos. Inició mencionando que, según el Manual MSD (también conocido como Manual de Merck), las autolesiones no suicidas son actos autoinfligidos que provocan dolor o daño superficial sin intención de causar la muerte.

Estas autolesiones incluyen cortes, quemaduras, abrasiones en la piel hasta sangrar, golpes o mordidas. La profesora aclaró que, a diferencia de la percepción común, estas prácticas no buscan llamar la atención, sino que representan una forma en que los jóvenes manifiestan su dolor, angustia y depresión.

En las décadas de 1960 y 1980, se pensaba que las autolesiones no suicidas eran comunes en personas con trastornos mentales, historial de violencia familiar o abuso sexual.

Hoy en día, las autolesiones no suicidas son vistas como una elección por parte de los jóvenes para enfrentar sentimientos desagradables, siendo una conducta habitual ya que no buscan el suicidio y existe la creencia errónea de que ofrecen bienestar, explicó Galán Navarro.

Aunque algunos jóvenes se autolesionan para superar momentos difíciles, es crucial prestarles atención debido al alto riesgo de que puedan llegar al suicidio. La falta de herramientas para afrontar problemas cotidianos incrementa la frecuencia de autolesiones, desarrollando tolerancia al dolor. Esta tolerancia puede convertir un corte en un intento serio de suicidio.

Galán Navarro señaló las siguientes características de las autolesiones:

  • Predominantemente, las lesiones se autoinfligen en brazos, manos, muñecas y muslos, por ser áreas accesibles.
  • Para lastimarse se utilizan objetos como sacapuntas, cutters, encendedores o el propio cuerpo.
  • La causa principal es la dificultad para gestionar el dolor o la falta de herramientas para manejar sentimientos o experiencias negativas.
  • Las autolesiones generan una falsa sensación de bienestar, dificultando el abandono de esta práctica.
  • Los jóvenes que se autolesionan suelen tener problemas para expresar sus emociones; pueden ser depresivos o bipolares, o haber experimentado violencia física, sexual o maltrato infantil. También es posible que sufran de un complejo de inferioridad.

La tendencia a la autolesión comienza desde la infancia

Los bebés, sin conciencia de causarse daño, utilizan la autolesión como medio de comunicación.

“Los bebés no pueden expresar sus emociones verbalmente; no tienen la capacidad de decir ‘estoy enojado, estoy triste’ como lo haría un adulto. Por lo tanto, se arañan, se rascan o tienen berrinches, durante los cuales pueden llegar a herirse al golpearse contra el suelo. Estas conductas suelen atenuarse cuando el niño alcanza los dos años y toma conciencia del daño que se puede causar. En esta etapa, los padres desempeñan un rol crucial, estableciendo límites y enseñando al menor a no autolesionarse, con advertencias como ‘no te pegues porque vas a sangrar’”, explicó la profesora universitaria.

¿Cómo abordar el tema de la autolesión en personas afectadas?

La profesora Galán Navarro de la UNAM recomienda tres acciones esenciales:

  • Investigar las causas de la autolesión, como bullying escolar o problemas familiares.
  • Ofrecer un soporte familiar sólido para proteger al individuo.
  • Recomendar asistencia psiquiátrica si el terapeuta lo considera pertinente.

“Las autolesiones no suicidas representan un llamado de auxilio. No deben interpretarse como un intento de llamar la atención, sino como un indicio de sufrimiento. Ante la falta de recursos para manejar el dolor, las personas recurren a esta práctica. Es primordial brindarles apoyo y desarrollar estrategias que les permitan afrontar el dolor y los problemas que los aquejan”, concluyó Galán Navarro.

Ideas destacadas

  1. El aumento de la autolesión no suicida entre los jóvenes es un fenómeno creciente y representa un desafío para la salud pública, aunque sus causas aún no se han determinado con exactitud.
  2. La profesora Ana Daniela Galán Navarro, de la FES Iztacala UNAM, destaca la importancia de concienciar y desmitificar las autolesiones, las cuales no deben verse como intentos de llamar la atención sino como expresiones de dolor y angustia.
  3. Históricamente, las autolesiones no suicidas se asociaban a trastornos mentales y a experiencias de violencia o abuso; actualmente, se entienden como una estrategia inadecuada de los jóvenes para manejar sentimientos desagradables.
  4. Galán Navarro advierte sobre el riesgo de que la autolesión pueda escalar a intentos de suicidio en jóvenes, especialmente cuando se desarrolla tolerancia al dolor y no se disponen de herramientas adecuadas para enfrentar problemas cotidianos.
  5. Las autolesiones se caracterizan por realizarse en partes del cuerpo accesibles y con objetos comunes; generan una falsa sensación de bienestar, lo que dificulta que los afectados dejen esta práctica.
  6. Los jóvenes que recurren a la autolesión frecuentemente tienen dificultades para expresar sus emociones y pueden presentar antecedentes de violencia, trastornos como depresión o bipolaridad, o un complejo de inferioridad.
  7. La predisposición a autolesionarse se manifiesta desde la infancia, donde los bebés, incapaces de verbalizar sus emociones, utilizan la autolesión como forma de comunicación, comportamiento que tiende a disminuir con el desarrollo de la conciencia sobre el daño autoinfligido.
  8. Galán Navarro recomienda investigar las causas subyacentes de la autolesión, ofrecer apoyo familiar y considerar la intervención psiquiátrica como parte de un enfoque integral para ayudar a quienes se autolesionan.