El K-pop y su icono global: BTS, son uno de los productos de entretenimiento más redituable de la marca Corea, país cuya economía depende millonariamente de sus exportaciones.
No son sus únicos productos. Sus series en plataformas de streaming (El juego del calamar, por ejemplo) son muy vistas. Y Parásitos, la película de Bong Joon-oh, tuvo buena acogida en Hollywood y en Netflix.
¿Qué decir de sus automotores? Hyundai y Kia son marcas que venden muchos autos en México. También sus empresas electrónicas. ¿Quién no tiene un cel Samsung o una pantalla LG? O al menos las ha escuchado mentar.
Sin embargo, Corea no es como la pintan ciertos productos del Hallyu u Ola Coreana que inició a finales de 1990 en el mundo y en México en el 2002 y ahora arrasa al mundo
Un proyecto exitoso
Del K-pop y otros detalles nos habla para UNAM Global la doctora Nayelli López Rocha, investigadora del Programa Universitario de Estudios de Asia y África (PUEAA) de la UNAM.
Corea, como marca país, es un proyecto exitoso, por la calidad de sus productos, por las plataformas de streaming, por las redes socio digitales, porque son pensados para las juventudes del mundo.
La industria del entretenimiento de Corea está bien cimentada, con estudios de mercado sobre el gusto de sus consumidores potenciales. Saben cuáles son los productos de entretenimiento más rentables o que más se venden a nivel global.
Con productos como el K-pop (K de Korea en inglés) se “refuerza la marca país, potenciando la palabra Corea” en el mundo. En Latinoamérica, en particular México, BTS —por ejemplo— tiene mucha demanda y popularidad.
El K-pop tiene elementos que no tienen las telenovelas ni las series coreanas. Es música que se traduce a diferentes idiomas, tiene insertos o coros en inglés. Y palabras clave incluso en español (mamacita), que ayuda a conectar con el público juvenil (en este caso, mexicano), sobre todo con las chicas.
El K-pop es, de los productos de entretenimiento coreano, lo que más vende y genera millones de dólares para la economía de Corea.
K-pop, referente de “ser joven”
Películas, telenovelas y algo de pop, dice López Rocha, fue lo primero que llegó a México en 2002. Diez años después, lo que más auge tiene es el K-pop, porque quienes están detrás, con base en la dinámica de la industria del entretenimiento estadounidense, desarrollaron una industria global, estandarizada de “idols”, para llegar a la juventud.
Al gran consumo de grupos de K-pop en México, contribuyó la embajada de Corea promoviendo la creación de clubs de fans y patrocinando celebraciones sobre los artistas de su preferencia.
En México, los chicos y chicas ven en ellos un nuevo referente de lo que es “ser joven”. Los consumen por su música, su ritmo, por los bailes. Detrás de las coreografías de grupos como BTS hay un discurso que refuerza que sus idols se sacrifican (muchas horas de entrenamiento) para darles un buen producto a sus fans.
Los grupos de K-pop son como un nuevo modelo aspiracional, que nos presenta una Corea con un desarrollo económico exitoso, muy tecnologizada, con gente inteligente, estudiosa y comprometida. Los idols representan y reafirman el “si yo puedo, tú puedes”, todos podemos tener éxito, vía el sacrifico y la disciplina.
Todo se conjuga: los grupos de K-pop, las agencias que los manejan, la industria misma del entretenimiento y el Gobierno para bombardear con esos mensajes a los jóvenes: así como tu idol te da todo, demuestra que eres un excelente fan. Con ese fin se orquestan campañas de donación para que los jóvenes ayuden a gente pobre en nombre de su artista.
Como antaño con Menudo en América Latina, las agencias que manejan a los grupos de K-pop se enriquecen a través de la promoción de imágenes de inocencia, coquetería y caballerosidad, pero en el fondo son imágenes hipersexualizadas de ellos.
Una industria que deja millones
Mucha de la dinámica de los grupos de K-pop está respaldada por el gobierno coreano. Por caso, el de BTS, lanzado como ícono del país y con un discurso de paz a instancias internacionales como la UNESCO. También estará con el presidente Joe Biden en la Casa Blanca. El mensaje será que no haya odio a la comunidad asiática en Estados Unidos.
Sin embargo, cuestiona López Rocha, por qué BTS no critica el racismo de los coreanos con los migrantes que del sudeste asiático y de países africanos que van a trabajar a Corea del sur.
En Corea, una sociedad confuciana y patriarcal, el hombre real, común y corriente, no es como lo pintan en los grupos de K-pop. Los idols e incluso los protagonistas de los dramas coreanos pasaron por “un proceso de suavización” para generar un “fenómeno positivo” hacia la industria del entretenimiento coreana. Son jóvenes que representan una nueva generación, más abierta y receptiva al multiculturalismo y a la diversidad.
En general, son coreanos que ya pasaron por un proceso de cirugías plásticas, que tienen un referente occidental: el ojo grande, la piel más blanca, las piernas largas, etcétera. No resaltan lo coreano: sus ojos rasgados, que a muchos les parecen hermosos, pero a ellos, no.
¿Qué tanto realmente se promueve lo coreano o simplemente son coreanos modificados que representan una idea de interés específico para la marca país?, se pregunta la investigadora del PUEAA.
Los grupos de K-Pop, entre ellos el más popular de ahora, BTS, “quizá no trasciendan de manera monolítica” o no se conviertan en un referente como los Beatles, pero como parte de una industria que deja millones de dólares, los coreanos “van a tratar de que permanezcan tanto como puedan”.
Basada su economía en las exportaciones, Corea necesita llegar a otros mercados para vender sus productos. ¿Hacia dónde se va a transformar su industria de entretenimiento? Esa es la incógnita, porque en algún momento, los integrantes de grupos como BTS van a dejar de ser adolescentes o jóvenes y necesitarán tener nuevos grupos o integrantes para mantener la dinámica del consumo de sus productos.
El K-pop que “se vende en masa y tiene ganancias es, valga la redundancia, cultura de genero pop y no cultura popular coreana.
Corea está representada por muchas otras formas musicales. Hay un género que se llama Trot. Es música que se consume en todas las edades y gustos. Son a Corea como Los Ángeles Azules en México. Aquí se escuchan todo el tiempo y en todas las fiestas.
Al final, y en general, puntualiza Nayelli López Rocha, los que ganan con estos grupos de K-pop, muchos bajo contratos de explotación, son las agencias que los manejan para convertirlos en idols, las empresas de entretenimiento que están detrás, así como los grandes conglomerados como Samsung, que trabajan de la mano del gobierno, para promover la imagen de Corea y para el crecimiento económico del país.