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11 de septiembre, fecha memorable para América

  • En 1973 Chile vive un golpe de Estado que derroca a Salvador Allende

Nota original: Boletín DGCS
https://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2020_753.html
10 de septiembre 2020

La fecha del 11 de septiembre marcó dos acontecimientos trascendentes en la historia de América: al sur, en 1973 el presidente de Chile, Salvador Allende, fue destituido mediante un golpe de Estado, y el Palacio de La Moneda fue bombardeado por aviones y tanques. Estos eventos llevaron a Allende al suicidio.

Al norte del continente, ese mismo día, 28 años después (2001), Estados Unidos sufrió el impacto de cuatro aviones en diferentes puntos, siendo el de las Torres Gemelas el que más conmoción causó en la población.

El golpe de Estado contra Allende también tuvo efecto en los procesos democráticos en América Latina; fue un hecho violento que mostró que esta vía no siempre llega a su fin como debería, afirma Silvia Soriano Hernández, del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC), de la UNAM.

Para Juan Carlos Barrón, académico del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN), a partir del ataque del 11/S en EU, el uso de la tecnología para la vigilancia ciudadana se reforzó, así como las tendencias totalitarias de los Estados, pues en momentos complejos, de “shock”, la ciudadanía y las sociedades ceden en derechos y aspectos que no aceptarían en la normalidad.

Revolución sin fusiles

Salvador Allende representa la posibilidad de un cambio abortado violentamente por intereses nacionales y extranjeros, destaca Soriano Hernández. Tenía una propuesta para Chile, lo que él llamaba la vía al socialismo, una revolución sin fusiles, pero en un contexto de auge de la Guerra Fría y con la omnipresencia de Estados Unidos en el mundo, en particular en Latinoamérica.

“No quería un cambio radical que implicara expropiaciones, alejar al capital, sino uno que llevara a disminuir las desigualdades que aún persisten”. Así, se postuló por la vía electoral en varias ocasiones hasta llegar a la presidencia, en 1970.

No tenía la mayoría en el Congreso, ni se aprobaron muchas de sus propuestas; y enfrentaba la oposición en un sector de la población, que no era amplio, pero que tenía los medios para hacerse escuchar.

Tres años después, el golpe de Estado significó abrir la puerta a incursiones militares en otros países del continente, y una fuerte represión que escapa a cualquier consideración sobre el respeto mínimo a los derechos humanos.

La universitaria subraya la relevancia que tuvo Estados Unidos en los sucesos violentos que marcaron a América Latina en aquella época; “eso no significa que los militares nacionales fueran títeres, porque también se beneficiaron con la presencia estadounidense. En el caso chileno, hasta la fecha no se sabe la nacionalidad de los pilotos de los aviones que bombardearon la sede presidencial, el Palacio de La Moneda”.

En Chile, rememora la experta, el Estadio Nacional se convirtió en un campo de concentración donde torturaron y asesinaron; comenzó la práctica nefasta de la que aún sufrimos las consecuencias: la desaparición forzada de personas.

“Al presidente Allende se le propuso el exilio, pero no aceptó. Sufrió el bombardeo en La Moneda, y proclamó un emotivo mensaje de despedida en la radio. Con investigaciones y pruebas médicas se confirmó el suicidio”.

Soriano Hernández lo considera mártir, pero, aclara, hay que verlo con los errores que pudieron haberse evitado. Tenemos que aprender de esas experiencias para no caer en lo mismo. “A 47 años de distancia debemos valorar la sensibilidad de algunos políticos de querer transformar la realidad de sus países, y de considerar que la desigualdad y la pobreza detienen el desarrollo armónico de la sociedad, así como exigir la verdad y la justicia de lo ocurrido”, indica.

Después de Allende y su propósito de mejorar las condiciones de la población en su país, se dio una violencia desmedida, generada por el terrorismo de Estado. Han pasado casi cinco décadas y los responsables aún no tienen castigo, evoca.