Ha tomado la batuta de las Orquestas de Berkeley, Detroit, Chicago, Mariinsky Orchestra, Lucerne Festival Academy Orchestra, the Orchestre Philharmonique de Luxembourg, the Orchestre National de Belgique, the Hong Kong Philharmonic, Rotterdam Philharmonic Orchestra, Royal Liverpool Philharmonic y the Orchestre National de Lyon.
Le gusta estudiar a fondo cada uno de sus conciertos, nos pide que no grabemos todo el ensayo, aún falta trabajar mucho. La sala Nezahualcóyotl de la UNAM se ha quedado vacía, el ensayo de media semana terminó. La voz de Chan retumba en toda la sala y evoca su triunfo de 2014: “Era diciembre y tenía que preparar mi primera competencia. Estudié mucho, era un repertorio muy grande y viajé a Londres, no conocía a nadie. Serían tres rondas, la primera consistía en un repertorio clásico, la segunda era un concierto y algunas piezas contemporáneas, y la final sería con la Sinfónica de Londres.
“Así pasé cada ronda y cuando llegué a la final, cuando quedamos sólo tres participantes para conducir a la orquesta me dije a mi misma: ‘ya he ganado’. Para mí eso ya era un premio, no esperaba nada más. Así que me propuse simplemente disfrutar, digo, ¡se trataba de la Sinfónica de Londres!
“Eso por sí sólo ya era un premio, cuando gané (yo era una principiante) pensé que la orquesta debía estar ayudándome mucho. Y tocamos la sinfonía, lo que habíamos ensayado. Recuerdo que estaba muy asustada, pensaba que no los iba a poder impresionar, ¡es imposible impresionarlos, han tocado con Simon Rattle, con Valery Gergiev, con todos estos grandes directores! Así que simplemente me dije: ‘haré lo mejor que pueda y eso es todo, me divertiré haciéndolo’. Entonces me dan este premio, y la oportunidad de -al año siguiente- trabajar con ellos. Y bueno, ahora viajo todo el tiempo”.
Chan cursó un año de medicina, comenzó sus estudios en el Smith College en Estados Unidos. Debido a que es un colegio de artes liberal, en donde los estudiantes pueden cursar el primer año en un tronco común sin tener que elegir una carrera en concreto “tenía estas dos opciones, tenía la música, amaba la música, pero también quería hacer lo otro. Así que el primer año no tomé clases de música, estaba enfocada en la ciencia… pero seguía cantando en el coro, como pasatiempo. Durante ese tiempo, la música, me decía: ¡hey, hey, hey, aquí, aquí! Al final, seguí a mi corazón, porque la música es algo demasiado natural para mí”.
Elim Chan mide menos de 1.60 metros, pero cuando está en el podio es gigante. Da indicaciones, al fondo la clarinetista le pregunta algo. El primer violín sirve, en algunas ocasiones durante los ensayos, de intérprete para los músicos que no hablan inglés. Dirigir no sólo es tomar la batuta, hay un proceso detrás: “la mayor parte del tiempo mi labor como directora es estudiar la música, la partitura. Es como ser un investigador, ¡un detective! El compositor original no está ahí contigo, así que es similar a una escena del crimen. Tienes pistas y evidencias, y tienes que averiguar qué pasó. En la partitura el compositor plasma lo que siente. Pero no puedes preguntarle a Beethoven lo que sentía, o a Dvorák, así que tienes que estudiar y averiguarlo usando tu conocimiento. ¿Qué pensaba Beethoven? ¿Qué música escuchaba? De esta forma, cuando diriges, tratas de recrear la visión que ellos tenían de las cosas muchos años atrás. Ese es nuestro trabajo. Intentar descubrir las intenciones del compositor. Pero también, por el otro lado estoy yo, y a partir del estudio del pensamiento del compositor uno crea su propia interpretación. Y claro, también es muy divertido descubrir una pieza nueva, cuyo autor esté vivo, y preguntarle sobre su sentir y colaborar juntos”.
Los nervios nunca abandonan al artista, Chan cuenta que antes solía ponerse muy nerviosa, un músico de la Sinfónica de Londres le dijo: “en este lugar no hay tiempo de asustarse. Si dedicaba mucho de mi tiempo a estar temerosa en el podio desperdiciaba también el tiempo de todos. Los demás sólo querían trabajar y disfrutar la música. Así que sólo concéntrate en la música, déjate llevar y no volverás a sentir miedo”. Chan agrega que cuanda va a un nuevo lugar, un nuevo recinto, siempre hay un poco de nervio, pero eso le encanta: “de hecho, a veces un poco de nervios hace que todo funcione. Tampoco puedes estar completamente calmada, aparte aún soy joven, así que aún siento un poco de mariposas”.
La directora huésped de la OFUNAM reconoce que el público de México es muy cálido: “hay espectadores bastante acogedores, como aquí en México, muy expresivos. Puedes interactuar y si les gusta: ‘¡Ahhh!’, gritos y aplausos, pero hay otros lugares, por ejemplo, en Europa, donde sólo es así (aplaude secamente, sin emoción en el rostro). Está bien, ¿les gustó?, ¿no les gustó? A veces escuchas personas roncando y cuando escuchas algo como eso es muy desalentador, porque tú estás arriba, en el escenario y, así que uno siente algo como: ‘Ok, ya no me esforzaré tanto porque a la audiencia no le importa’, o al contrario, a veces es como: ‘¿saben qué? Vamos a dar lo mejor que podamos, porque quizás haya alguien entre el público que realmente esté disfrutándolo. Así que constantemente estás pendiente del ánimo”.
Chan se despide sonriente y nos dice sin preocupación que el domingo será un día difícil, se espera poca gente en la sala, juega la selección de futbol de México en el Mundial de Rusia 2018. Dirigirá este 16 y 17 de junio a la OFUNAM en la sala Nezahualcóyotl de la UNAM.
OFUNAM Segunda Temporada
Programa 8
Elim Chan, directora huésped; Lukáš Vondráček, piano
Concierto para piano no. 3 de Beethoven y Sinfonía no. 7 de Dvořák
• $240, $160 y $100
• Venta de boletos en taquilla y en línea aquí
• Charla introductoria al programa 19:00 horas
Programa sujeto a cambios
Horarios:
Sábado: 20:00 horas
Domingo: 12:00 horas[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]