En el marco de la inauguración de la 60 edición de la Feria del Libro de la Universidad de Guanajuato, el doctor Luis Felipe Guerrero Agripino, rector general de esa entidad universitaria, externó un reconocimiento a las aportaciones artísticas, culturales y científicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.
En el Patio de la Alhóndiga de Granaditas, Guerrero Agripino señaló que este evento editorial es un festejo que involucra no sólo a la universidad del estado, sino es una celebración que incluye a la sociedad guanajuatense en su conjunto.
Subrayó la importancia que representa para la sexagésima edición de la feria el Primer Premio Jorge Ibargüengoitia de Literatura, el cual es un homenaje al escritor guanajuatense.
“Sin su obra quizás tampoco Guanajuato sería lo que es hoy. Guanajuato es lo que es, y quizás también es lo que Ibargüengoitia describió, narró, interpretó, satirizó hasta imaginó, todo eso junto, pero configuró una suerte de ejercicio ontológico de lo guanajuatense y eso perdura por generaciones”.
Por su parte, Joaquín Díez-Canedo Flores, titular de la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM, refirió que nada hay más consustancial a la actividad universitaria que una feria de libro.
“En las publicaciones universitarias, es la manera de poner el conocimiento que se genera en esas universidades al alcance de la sociedad en general, que finalmente es a la que se debe”.
El escritor y periodista Jorge F. Hernández celebró que por fin se haya constituido el Primer Premio Jorge Ibargüengoitia de Literatura, un esfuerzo por galardonar a la crónica, género esencial en la obra del demiurgo de Cuévano. “Fue un cronista de la realidad que heredó lo que creo que aspiramos a heredar todos, escritores y ágrafos, ser cronistas de los demás, de lo que nos rodea, con dualidades”.
El crack de la literatura mundial
Al recibir el Premio Jorge Ibargüengoitia de Literatura, el narrador Juan Villoro leyó el texto El retablo de las maravillas, donde desmenuzó la genialidad del arte narrativo del escritor guanajuatense amparado en una sencillez prístina y engañosa.
“Modelo de claridad, la literatura de Ibargüengoitia ofrece nítidos escenarios donde se representan escenas animadas por el diálogo. En ese entorno, cada florero y cada salón tienen una manera de ser útiles, esta habilidad pragmática derivada de las aficiones y los oficios laterales del autor, se reforzó con su primera pasión literaria: el teatro”.
Finalmente, destacó que nadie puede estar objetivamente orgulloso de lo que escribe, pero sí de lo que admira, “es en mi condición de fan fatal y vacilante discípulo del maestro Ibargüengoitia que acepto un reconocimiento, que sin duda, me excede”.