“Al principio hubo movimiento… y desde el principio de los tiempos la danza ha sido un fuerte medio de expresión y celebración.”
Llegó el Día Internacional de la Danza 2019 y la UNAM organizó ayer 28 de abril un impresionante y variado festejo en el que se reunieron dos mil bailarines en presentaciones simultáneas en 10 foros, durante 10 horas continuas a partir de las 11 de la mañana.
La danza evoca el equilibrio desde donde se conecta la justicia, musicalidad, tono, conciencia individual y cósmica. La danza invoca los impulsos más elevados de la condición humana. Parafraseamos a la coreógrafa egipcia Karima Mansour. Y eso precisamente es lo que se mostró una vez más en el Centro Cultural Universitario (CCU), con la franca intención de expandir el movimiento como un lenguaje hablado por todos.
“Movimiento, lenguaje universal que nos pertenece si sólo abrimos nuestros sentidos y escuchamos”, recuerda Mansour, a quien este año se le asignó escribir el mensaje con motivo del Día Internacional de la Danza, establecido en 1982 para cada 29 de abril, fecha elegida por conmemorar el cumpleaños de Jean-Georges Noverre (1727-1810), creador del ballet moderno.
La danza sigue siendo la acción más buscada para ayudarnos a restablecer la conexión perdida y volver a nuestras raíces, en el sentido cultural, sensorial, personal e individual más inmediato, idea que igualmente debemos acreditar a Karima Mansour.
La Dirección de Danza UNAM convocó a grupos y compañías de diferentes partes del país, pero también de otras naciones como República Checa, Italia y España para, entre todos, expresar y conectar lo que se manifiesta por medio del movimiento. La temática de este año fue Cuerpos liminales, en referencia a lo que concierne al comienzo de alguna cosa, cambio continuo e intersección con otros espacios del conocimiento.
Diversa y plural
Asistieron aproximadamente 25 mil espectadores, quienes tuvieron que elegir de una programación diversa y plural, aquellos montajes y talleres que más les interesaron. Los niños fueron parte del elenco y bailaron a tambor batiente, en tanto los adultos mayores vieron a sus pares interpretando una coreografía que los animó a mover el bote, o de menos a estirar ligeramente sus extremidades. Exhibición de capoeira, concurso de hiphop, propuestas íntimas, performances, sorpresivas burbujas gigantes, discursos dancísticos liminales, talleres…
Este año, la Sala Miguel Covarrubias albergó cinco propuestas diversas: Nada, obra infantil de Teatro al Vacío; Renovación, programa del Taller Coreográfico de la UNAM con tres obras de estreno; la Compañía Juvenil de Danza Contemporánea de la UNAM (DAJU) con la presentación de Remixes; el montaje Swish, donde la checa Tereza Hradilková exploró elementos biográficos con el cuerpo, música y palabra; y +45, proyecto del español Sebastián García Ferro convocó a pensar en el tránsito por la madurez.
Las búsquedas liminales y las más experimentales dentro de lo contemporáneo lucieron en el Foro Sor Juana Inés de la Cruz. Paralelamente más de 20 compañías de contemporáneo, flamenco y folclor estuvieron en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón. Veintidós propuestas íntimas, solos y duetos de pequeño formato ocuparon la Sala Carlos Chávez con danza contemporánea, butho y danzas clásicas de la India.
En el estacionamiento 3 del CCU, 23 agrupaciones bailaron desde folclor mexicano, flamenco, tango hasta danza africana. Más de 40 grupos aficionados a la danza, que son parte de los Talleres Libres y Recreativos de Danza UNAM, así como de los Talleres de la UVA Tlatelolco, las FES Acatlán y Aragón, Escuela de Danza Contemporánea y de la Ollin Yoliztli, lo hicieron en la Plaza de la Espiga.