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Volver a mis raíces, la UNAM

Originario de Toluca, en el Estado de México, Roberto Rodríguez Álvarez creció en el pueblo mágico de Valle de Bravo, entre el aroma a madera que desprendían las artesanías que sus papás fabricaban en un pequeño taller y el aromático atole de frutas, típico de la región. Tras pasar por una racha de tiempos difíciles, sus padres tomaron la decisión de emigrar, junto con él y su hermana, a los Estados Unidos. Roberto tenía 14 años; recién había concluido la secundaria. “En los meses anteriores a nuestra partida, mi papá nos ponía películas filmadas en Los Ángeles, como Mujer Bonita. ‘Allí es donde pudieran estar’, nos decía, ‘igual que sus tíos’”.

Roberto, de 42 años, obtuvo el puntaje más alto en la prueba de ingreso al Bachillerato a distancia de la UNAM en el Extranjero 2018: 120 de 128 puntos. Tras recibir las correspondientes felicitaciones, el mexicano afirmó sentirse sorprendido, pues se considera una “una persona bastante normal y simple”. Para esta prueba se preparó una hora diaria, durante un mes. “Hacía mucho que había terminado la escuela y tenía bastantes inseguridades. Al emigrar a Estados Unidos, tuve que trabajar y no pude continuar mi educación superior, pero hace poco me enteré a través de Facebook que la UNAM tenía una sede en Los Ángeles y me puse a buscar información: finalmente llegó el momento”, asegura con entusiasmo.

Fue en junio de 1991 que Roberto llegó a Bakersfield, California. Dos semanas después, cuando ya había comenzado a trabajar en los campos de cultivo, cumplió quince años. Entró a la preparatoria y comenzó a estudiar en un idioma que entendía pero realmente no dominaba. “El cambio fue radical. Aprendí inglés rápidamente porque mi papá siempre fue fan de los Beatles y los Rolling Stones. Desde niño memoricé las letras de todas las canciones”. También desde pequeño, Roberto sintió gran afición por la lectura. Cuando tenía seis años, sus padres le regalaron un libro que hablaba sobre el universo y desde ese entonces no ha despegado sus pupilas marrones del papel. “Leí ese libro de lado a lado, hasta que las hojas quedaron muy, muy arrugadas”. En su adolescencia devoró los clásicos: Las mil y una noches, La Ilíada, El Conde de Montecristo… la lista es larga. Su sueño a largo plazo, confiesa, es ahorrar lo suficiente para poder retirarse y leer sin interrupciones. Su sueño, a corto plazo, es terminar el Bachillerato a distancia de la UNAM y ser capaz de expresarse con la sofisticación y belleza que encontró en el español que sus libros hablaban. “El lenguaje me cautiva. Yo quiero hablar así, bonito, como en México”.

La muerte de su papá, cinco años atrás, fue decisiva para que Roberto se decidiera a estudiar el bachillerato en español. “Sentí la necesidad de volver a mis racíes. Además, después de la preparatoria quiero estudiar la licenciatura en Derecho en la UNAM, la universidad que mi padre siempre soñó para mí”. Roberto asegura que estar en contacto con su familia y amigos en México lo llevó a cuestionarse qué hubiera sido de él de haber permanecido en su país. Ahora, desea tener las puertas abiertas en ambos lados de la frontera. “Quiero ser alguien en los dos lugares”.

Las calificaciones más altas que se habían registrado en las últimas generaciones oscilaban entre los 113 y los 117 puntos. En esta ocasión, hubo puntajes bastante altos: 119 en Indianápolis, Austria y Chile. California obtuvo el más elevado, gracias a Roberto. El examen, que es el mismo que se aplica a los aspirantes del sistema escolarizado en México, consiste en una prueba de conocimientos generales sobre habilidad matemática, geografía, lengua, civismo e historia. Previo al examen, los aspirantes realizan tres cursos propedéuticos, donde aprenden estrategias de aprendizaje a distancia, lectura y redacción, y matemáticas. Las convocatorias del B@UNAM se emiten dos veces por año: en enero y agosto.

Actualmente, Roberto trabaja en un restaurante y apoya a jóvenes de su comunidad, que recién llegaron a California y no dominan el inglés, con la realización de proyectos escolares. “Hubo gente que me ayudó a mí, así que ahora me toca devolver el favor. Además, yo quiero que todo mundo estudie, pues es maravilloso”. Roberto invita a todos los mexicanos en el extranjero que no concluyeron sus estudios a buscar las oportunidades y aprovecharlas. “La UNAM es un gran apoyo. No tengo palabras para agradecerles. Finalmente, mi familia podrá ver mi título colgado en la pared”.