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En primera línea contra el rezago educativo

Hoy inicia un nuevo ciclo escolar. No es un inicio de clases “normal”, pero sí uno histórico. Seguimos confinados como desde hace cinco meses. Las escuelas continúan cerradas, pero muchas personas han tenido que volver a sus trabajos rogando para no contagiarse al salir de casa. Personal de salud sigue en la primera línea dando su vida para que nadie más muera; maestros y maestras también estaremos en la primera línea para que ningún estudiante se quede sin aprender. Quedarnos en casa o ponernos un cubrebocas es un acto de amor y solidaridad colectiva, pero también lo es hacer algo desde cada trinchera para que nadie deje de aprender.

Han sido meses de incertidumbre, de miedo, pero también de tiempo para reflexionar. Iniciar el ciclo escolar es una oportunidad para repensar hacia dónde va la educación en México. Madres, padres, docentes, estudiantes y autoridades educativas tenemos en nuestras manos una oportunidad sin precedentes para renovar el qué queremos y el cómo lo haremos.  Poner al centro el aprendizaje y la salud emocional de nuestros (as) estudiantes implica hacer esfuerzos individuales y colectivos muy grandes y echar a volar nuestra creatividad.

Para iniciar el ciclo escolar propongo tres cosas simples que podemos hacer entre todas y todos para contener, aunque sea un poco, el rezago educativo:

1)    Tutorías entre pares. Docentes de diferentes generaciones júntense para que los más hábiles tecnológicamente le enseñen a los demás a usar herramientas que permitan el aprendizaje en tiempos de pandemia. A esto le llamo: Adopta a un maestro (a).

2)    20 minutos de asesorías. Si eres estudiante de secundaria, ayuda a uno de primaria; si eres de bachillerato ayuda al de secundaria; si ya estás en la universidad, no dejes sólo al de bachillerato. Si sabes o se te facilita algún tema, ofrece a tus vecinos o familiares unos minutos de tu tiempo para que despejen sus dudas contigo.

3)    Internet y televisión para todos. Si sabes de alguien que no tenga acceso a internet o no tenga una televisión y tú sí tienes, préstale tu wifi o tv un rato para que pueda hacer sus tareas.

Todo suma. Las pequeñas acciones no cambian las estructuras, pero no dejemos de hacer algo para crear comunidades de aprendizaje que permitan que nadie se quede fuera. Antes de la pandemia, millones de niños y niñas no asistían a la escuela por diversos motivos. Hoy los números han aumentado y mientras más pase el tiempo, el panorama se tornará más desolador si nos quedamos sin hacer algo. Así que por los que ya no están, por los que ya no pueden y por los que nos quedan, súmate. Sembremos semillas que ayuden a reconstruir nuestro futuro.

*Pedagoga y Mtra. en Aprendizaje y Políticas Educativas (UNAM-CREFAL)
vania0611@gmail.com
Twitter @VanuelosA