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Salud psicológica en tiempos de pandemia

“Lo que estamos viviendo durante esta pandemia son condiciones especiales que afectan de maneras muy diversas al comportamiento de las personas, para bien y para mal”, subrayó el profesor Emérito Juan José Sánchez Sosa, de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Esto lo dijo durante una conferencia organizada por el Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad (PUEC), que forma parte del ciclo: “Mente y comportamiento ante el COVID-19. Incertidumbre, resiliencia y renormalización urbana”, coordinado por el Dr. Germán Palafox Palafox, también de la Facultad de Psicología, para llevar a los hogares pláticas virtuales de temas relacionados con la salud mental y el comportamiento humano de la población urbana durante la contingencia sanitaria por la COVID-19.

Hay evidencia científica sobre los efectos psicológicos que generan las emergencias sanitarias donde deben imponerse cuarentenas, como las experiencias en China y Canadá por el SARS en 2003, y los brotes de ébola en África en 2014, donde se observó que los efectos psicológicos fueron menos dramáticos en las cuarentenas voluntarias que en las forzosas.

El Dr. Sánchez Sosa resaltó que “uno de los problemas fundamentales es que la forma en la que hemos desarrollado nuestras destrezas personales y nuestra regulación emocional cambia de una manera importante”.

Los principales síntomas de los efectos psicológicos por trastorno por estrés son: alteración emocional, síntomas depresivos, agotamiento emocional, síntomas ansiosos, irritabilidad, enojo e insomnio, sin embargo, no todas las personas sufren efectos psicológicos.

El trastorno por estrés post traumático se presenta en personas que ya presentaban problemas emocionales y estos efectos pueden persistir aún al terminar la cuarentena. Cuando están relacionados con ansiedad, estos efectos suelen ser menos intensos y cuando se relacionan con enojo, más intensos.

Los comportamientos que persisten al terminar la cuarentena son: evitar a las personas que estornudan o tosen, evadir no estar en lugares cerrados o saturados, no permanecer en espacios públicos, postergar las actividades habituales hasta por meses y dificultades para adaptarse al trabajo.

El también investigador, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias y del Sistema Nacional de Investigadores, precisó que las fuentes de estrés cambian de acuerdo con la duración de la cuarentena. Al principio pueden ser por temor a la infección, a la transmisión y al estigma de la enfermedad; dificultad para mantener el aislamiento y angustia ante síntomas similares.

Si la cuarentena es mayor a diez días, predomina el estrés por situaciones de índole económico relacionados con inestabilidad laboral, despidos o licencias sin goce de sueldo y ahorros insuficientes.

“Una de las cosas que más desconcierta al ser humano y más estrés produce es la información poco clara o contradictoria”. Además, ante el confinamiento las personas experimentan frustración y aburrimiento, sensación de aislamiento, limitación para participar en actividades cotidianas en el exterior y restricción en la posibilidad de adquirir servicios y productos.

Asimismo, el estrés afecta principalmente a personas con menor educación, (no necesariamente de menor escolaridad), a los padres de hijos pequeños y a quienes ya tenían sintomatología psicológica antes de la cuarentena. Las personas con problemas emocionales previos, al sumarse un factor de estrés, se ve afectado su comportamiento adaptativo y tienden a presentar perfeccionismo, adicciones y dependencia, que se ha visto afecta principalmente a jóvenes entre 16 y 24 años.

Las personas que ven información sobre la pandemia durante horas al día les provoca mayor estrés y agotamiento, ya que tienen la sensación de que la situación se agrava y la interpretan de manera exagerada; si se suma con necesidades insatisfechas les provoca insomnio, frustración, impotencia, enojo, tristeza y mayor malestar; al grado que pueden presentar abuso de sustancias y aislamiento, irritabilidad, impulsividad y la sensación de que no puede con el problema.

Hay gente que se recupera del estrés y aprende destrezas que le ayudarán para futuras situaciones. Las estrategias aprendidas funcionan para que resuelva problemas, busque apoyo, tenga disposición para brindar apoyo y aprenda de la frustración, generando capacidad de autocuidado y conexión con los otros.

Por el contrario, la desregulación emocional se presenta con conductas extremas como falta de reacción ante ciertas situaciones, desinterés generalizado, cinismo, descalificación, desesperanza, apatía, desconexión y aislamiento. Estos comportamientos generalmente se presentan en las personas que recurren a ayuda especializada y que son las menos.

Las personas con desregulación emocional por extremos de reacción exagerada o dramática a la situación buscan constantemente certidumbre, son incapaces de tomar decisiones, muestran molestia ante la tranquilidad de ellos o de otros y, expresan malestar y cansancio de su estado.

Ante personas que atraviesan una situación emocional de este tipo, el Dr. Juan José recomienda brindarles orientación para que busquen apoyo profesional. Alguien sin este entrenamiento lo que debe hacer para apoyar a otra persona con desregulación emocional es explicarle que es normal sentir este malestar ante la pandemia, auxiliarlo para el seguimiento de medidas de higiene y mostrarle que merece apoyo y la diversidad de opciones.

Además, para poder canalizarle de manera oportuna y eficaz, escucharla, no juzgarla, evitar consejos como “yo en tu lugar”, estar atentos a expresiones que muestren que está receptiva de ayuda y respetar sus condiciones.

Al final de su conferencia, el Dr. Sánchez deja datos de líneas de apoyo psicológico para quienes lo requieran, tanto de instituciones externas como de la UNAM.