El Archivo Histórico de la UNAM (AHUNAM) es el espacio institucional de conservación, resguardo y gestión de los documentos generados por la Universidad en el ejercicio de sus funciones que, una vez concluida su vigencia administrativa, preservan valor testimonial, cultural e histórico. Los acervos del AHUNAM también incluyen fondos y colecciones no universitarias de valía para la nación.
Han transcurrido 60 años desde que se concretó la iniciativa para crear un lugar que albergara los documentos más significativos generados por diferentes dependencias universitarias, así como por personas e instituciones relevantes en la historia de la Universidad y del país.
Actualmente, el Archivo cuenta con 42 fondos y 21 colecciones universitarias, así como 52 y 63 de uno y otra incorporados, respectivamente, haciendo un total de 178.
El acervo en su totalidad abarca 4.5 kilómetros de documentación. Tan sólo las colecciones gráficas contenían hasta 2023 un millón y medio de imágenes, las cuales se han visto incrementadas con las remesas de Gaceta UNAM, cuya última entrega constó de 960 mil.
El AHUNAM cuenta con una planta académica de 23 técnicas y técnicos académicos especialistas en archivística, reprografía, conservación y restauración, 16 trabajadores administrativos y dos personas con nombramiento de confianza.
Historia
La creación del AHUNAM deriva de la exposición documental y gráfica denominada La Universidad de ayer y hoy, inaugurada en 1962 por el rector Ignacio Chávez, en el marco de los festejos del cincuentenario de la Universidad.
Esta muestra incluyó documentación relativa a la estadística, la legislación, aspectos socioculturales y la historia de la UNAM. Su propósito fue mostrar el lugar que ocupaba en ese momento esta casa de estudios, los avances obtenidos en medio siglo en las tareas que realizaba, las dimensiones que había alcanzado, pero sobre todo su proyección a futuro.
Aun cuando había otros sitios disponibles, como el Museo Universitario de Ciencias y Artes, se optó por hacer la muestra en el primer piso de la Biblioteca Central, un espacio al que no era común acceder. Dado el éxito, se repitió en 1963 y 1964.
Al realizar las pesquisas necesarias para integrar el material que conformaría la exposición, se descubrió una gran cantidad de documentos almacenados en bodegas, ciertamente no en las mejores condiciones. Bajo la visión del rector Ignacio Chávez se dio el siguiente paso: asignar un espacio donde resguardar ese valioso legado, creando el Archivo Histórico e iniciar el proceso para dotarlo del personal académico y administrativo necesario, con los conocimientos y capacidades adecuadas para aplicar a la documentación el tratamiento teórico y práctico.
A partir del 22 de septiembre de 1964 el Archivo fue resguardado en el octavo piso de la Biblioteca Central de la UNAM. Posteriormente, se trasladó a lo que llamaron “la casita”, una casa habitación en la calle de Odontología, a un lado del muro que delimita Ciudad Universitaria. Años más tarde, el 15 de noviembre de 1976 por Acuerdo del rector Guillermo Soberón se creó el Centro de Estudios sobre la Universidad (CESU), en el que se incluyó como uno de sus baluartes al Archivo Histórico “en apoyo a las investigaciones de diferentes institutos del campo de las humanidades”.
Cuando se edificó la Unidad Bibliográfica, se decidió que el AHUNAM y el CESU compartirían ese espacio con la Biblioteca y Hemeroteca Nacionales. El edificio fue inaugurado en 1979 con la presencia del presidente de la República y la mudanza se concluyó en 1982.
A mediados de la primera década del siglo XXI, los investigadores del CESU se mudaron al nuevo inmueble, permaneciendo el Archivo en sus mismas instalaciones. En septiembre de 2006 el CESU pasó a ser un Instituto, encargado de la investigación sobre la Universidad y la Educación, y el Archivo continuó adscrito a éste.
El núcleo
El núcleo fundamental de los acervos del AHUNAM son los fondos y las colecciones universitarias, los cuales concentran parte de la historia de la Universidad e integran la documentación producida por la administración central. Además, se resguardan acervos del Consejo Universitario, del Patronato Universitario y de dependencias administrativas, por ejemplo, de la Dirección General de Incorporación y Revalidación, de la Coordinacion de Difusión Cultural y de la Dirección General de Obras. Los fondos más antiguos son del Colegio de San Ildefonso y la Escuela Nacional Preparatoria. Incluso hay documentos de algunas facultades y escuelas.
En cuanto a las colecciones universitarias destacan publicaciones periódicas (Memoria Universitaria, Boletín de la Universidad, Revista de la Universidad, Gaceta UNAM, entre otras), resúmenes de prensa que se enviaban al rector y a otras autoridades universitarias (1964-2012), así como premios, distinciones y reconocimientos que ha recibido la UNAM a lo largo de su historia.
Desde su creación, el AHUNAM se convirtió en un espacio de refugio para asegurar fondos y colecciones de archivos particulares, de personas y de asociaciones, que atestiguan complejos aspectos de la historia de nuestra nación.
Ejemplos son los fondos con temática sobre el movimiento cristero, uno de los cuales Jean Meyer utilizó profusamente para su magna obra, La Cristiada. Esto ha sido posible gracias a la donación y muy ocasionalmente la compraventa, lo que ha permitido incorporar una variedad de acervos de procedencia particular que iluminan procesos o trayectorias relevantes para la historia y la cultura nacionales.
Asimismo, encontraron cobijo archivos de revolucionarios, como el de Amado Aguirre, Juan Barragán, Rafael Chousal –secretario particular de Porfirio Díaz–, los hermanos Magaña, Heriberto Jara, Francisco L. Urquizo, Roque Estrada. Éstos han servido como fuente para numerosas investigaciones.
Se han recibido acervos de notables intelectuales que han definido la vida de la Universidad, como los exrectores Ezequiel A. Chávez, Rodulfo Brito Foucher, Nabor Carrillo y Guillermo Soberón, además de personalidades con las más diversas militancias políticas, como Jaime Torres Bodet, Martín Luis Guzmán, Ignacio García Téllez, Heberto Castillo, Joaquín Gallo, Jesús Díaz de León o Andrés Iduarte, entre otros.
En suma, estos materiales han propiciado cierta especialización en temas de historia del pensamiento y de los intelectuales del siglo XX, así como de la Universidad y la educación superior.
En el AHUNAM existe también una importante colección de imágenes, que ronda el millón y medio en constante crecimiento, cuyo eje central es la historia universitaria, a través de fondos, entre ellos el de la Dirección General de Comunicación Social, Raúl Estrada Discua, Ricardo Salazar, Saúl Molina, y colecciones como UNAM imágenes de Hoy y la amplia gama de fotografías que forman parte de Gaceta UNAM.
Sin duda, uno de los fondos fotográficos más significativos es el de Manuel Gutiérrez Paredes, Mariachito, que incluye poco más de un millar de imágenes del movimiento estudiantil de 1968. Las colecciones hemerográficas sobre movimientos estudiantiles (1968, 1971 y 1999) siguen siendo fundamentales y vigentes en el análisis de la vida universitaria.
El conjunto documental resguardado en el AHUNAM, considerado como patrimonio universitario y nacional, ha sido consultado a lo largo de estos años por un sinnúmero de investigadores y académicos de la UNAM representando una fuente de primer orden en el conocimiento pretérito de su quehacer y memoria. También han acudido investigadores y estudiantes de otras instituciones y diversas disciplinas, quienes han quedado maravillados acerca de la riqueza inagotable de sus fondos y colecciones, encontrando nuevas vetas en sus investigaciones.
Tesoros
Hay una gran diversidad de temas, personajes y hechos históricos significativos que se pueden encontrar entre los documentos de nuestros fondos. Sirvan los siguientes ejemplos para mostrar esta riqueza.
En el fondo Colegio de San Ildefonso, existe el documento más antiguo del Archivo, fechado en 1524 en la ciudad de Tenochtitlan, que es el título de admisión de vecindad y merced de un solar a Juan de Zamudio, sacado de los libros del Cabildo por Pedro del Castillo, escribano mayor de la gobernación de la Nueva España y escribano público y del Consejo de esta ciudad. El testimonio se localiza en la sección Colegio de Cristo.
Otro ejemplo se encuentra en el fondo Gildardo Magaña, y consiste en una fotografía original de Emiliano Zapata con su hermano Eufemio, fechada en 1911.
El fondo Palomar y Vizcarra, que registra uno de los conflictos más importantes del siglo XX, la guerra de los cristeros (1926-1929), contiene documentos en clave que corresponden a pseudónimos, apodos y siglas que los dirigentes de la Liga Nacional de la Libertad Religiosa usaron en su correspondencia y en la documentación oficial en los días del conflicto.
Está el fondo Heriberto Jara Corona, militar y político mexicano que se desempeñó como gobernador del Distrito Federal en 1914, de Tabasco entre 1918 y 1919 y de Veracruz entre 1924 y 1927; también fue el primer secretario de Marina entre 1940 y 1946 durante el sexenio de Manuel Ávila Camacho. Cuenta con aproximadamente 5 mil imágenes que documentan entre otros temas su participación en congresos y asambleas mundiales por la paz, de las cuales destaca la Conferencia Latinoamericana por la Soberanía Nacional, la Emancipación Económica y la Paz, celebrada en el Palacio de Bellas Artes con la presencia del general Lázaro Cárdenas y el licenciado Lombardo Toledano.
Funciones y tareas
El Archivo Histórico ha mantenido una preocupación permanente por consolidar sus actividades y funciones sustantivas, así como responder a los retos y demandas que la Universidad y la sociedad le demandan.
Así, ha transitado por diferentes etapas en el fortalecimiento académico y en el desarrollo institucional, fundado en un trabajo profesional de un grupo de académicos que se han especializado en archivística y disciplinas afines, para atender los cambios y las necesidades de los usuarios.
La primera y más importante tarea del Archivo es el procesamiento archivístico de todos y cada uno de los fondos y colecciones, lo que implica identificar los materiales, sus contenidos y el orden en que llegaron. Para realizar este trabajo es necesario adentrarse en el conocimiento de la historia de la institución y personajes –es decir, de su contexto–, cuyas funciones y actividades permiten definir una clasificación tentativa.
De esta identificación resulta el cuadro de clasificación que constituye la columna vertebral del trabajo archivístico, y que permite avanzar en el proceso de organización y posterior descripción de los expedientes que integran los archivos. Es fundamental para la debida descripción de los documentos que conforman un fondo o colección regirse por normas y estándares internacionales, utilizando así las herramientas que conjugan la tradición del AHUNAM con la atención a las normas archivísticas mundiales.
La tarea del archivista debe asumirse como multidisciplinar, lo cual obliga a interactuar con administradores, ingenieros en tecnologías de la información, e incluso mercadólogos, lo que le ha permitido ampliar su campo de acción, asumiendo un rol importante en la sociedad.
Hacia los años 80 del siglo pasado se consolidaron las funciones del Laboratorio de Conservación y Restauración, ya que se dotó de una infraestructura idónea para la preservación de los documentos. Éste se encarga de evitar el deterioro de los acervos, controla las condiciones de humedad, temperatura y aplica guardas de primer y de segundo nivel, así como la limpieza y fumigación de las áreas.
De forma paralela, a partir del incremento de las solicitudes de reproducción, y como una forma de coadyuvar a la conservación de documentos, se creó un área de reprografía, que inició con técnicas de microfilmación y fotografías analógicas.
Aun cuando hubo algunas exploraciones previas en el mundo digital, fue hasta la década de 2000 cuando se consolidó en el Archivo la reproducción digital, que atendía el avance tecnológico. Con el tiempo, toda la duplicación se ha vuelto digital. Esto ha permitido responder de manera eficiente a la cada vez mayor demanda de los usuarios, atendiendo sus solicitudes de reprografía y coadyuvando con ello en las tareas de difusión del patrimonio documental.
Hacia la década de los años 90 del siglo pasado se creó el área de difusión, pues se contaba con importantes avances en el procesamiento de los archivos y de catálogos impresos que era necesario dar a conocer, así como sus fondos y colecciones, en cuanto a las actividades que se desarrollaban, sus exposiciones y su indisoluble vinculación con la comunidad. En la actualidad, el AHUNAM se ha insertado en el mundo de las redes sociales, lo cual visibiliza su labor y potencia su difusión en múltiples comunidades, aportando con ello a la democratización de sus acervos.
En ese sentido, fue necesario contar con el apoyo de ingenieros en cómputo quienes, además de diseñar la página web del AHUNAM, colaboran en la programación y creación de portales y micrositios, lo cual permitió ser pioneros en el campo de las humanidades digitales. Incluso, se ha contribuido en una de las primeras aplicaciones junto con la Dirección General de Cómputo y de Tecnologías de Información y Comunicación (DGTIC) y el Museo UNAM Hoy, a través de la App Barrio Universitario.
Retos y perspectivas
El ingreso de nuevos fondos y colecciones está sujeto a dos dictámenes, uno de valoración histórica y otro archivística (organización, descripción, de conservación y restauración), emitidos por las y los técnicos académicos adscritos al AHUNAM.
Estos dictámenes son determinantes para definir la conveniencia de su ingreso. En caso de ser aceptados, existen instrumentos jurídicos que formalizan su recepción y respaldan la propiedad del archivo para su uso y difusión.
La capacidad de espacio representa un reto para cualquier archivo, de ahí la importancia de fundamentar los dictámenes de ingreso, y considerar que la razón de ser del AHUNAM son los fondos universitarios. El carácter plural de la Universidad motiva la confianza de sectores sociales divergentes que se acercan para que sus documentos sean resguardados, conservados y difundidos. Por ello, el AHUNAM ha recibido testimonios documentales en la medida que contribuyen a enriquecer la investigación y su relevancia para la historia de la nación.
Otro de los retos es la preservación de los documentos electrónicos, hoy en día producidos por todas las instituciones de la UNAM, y que con seguridad tendrán como destino el Archivo Histórico. En vista de ello, habrá que aportar en el diseño de políticas siguiendo los principios internacionales que garanticen su conservación, procedencia, integridad, disponibilidad, accesibilidad, perdurabilidad e interoperabilidad.
También es necesario impulsar proyectos con dependencias universitarias, como la DGTIC, para avanzar en la creciente era digital e incluso sumar recursos derivados de la inteligencia artificial. Asimismo, es relevante gestionar financiamientos externos a través de alianzas con diversos organismos que compartan inquietudes comunes por la preservación y difusión del patrimonio documental. Es de subrayar la responsabilidad que el AHUNAM asume de cara a las funciones sustantivas de la Universidad, pues le corresponde ocupar un rol medular en materia de archivos históricos, sentando las bases de los procedimientos, funciones, capacitación y difusión del patrimonio universitario. Con ello, se estaría dando cumplimiento a las obligaciones que como Archivo Histórico tenemos en el Sistema Institucional de Archivos de la UNAM, implementado a partir de la Ley General de Archivos promulgada en 2018, las cuales dan al archivo y al archivista una nueva dimensión de su quehacer.