En nuestra sociedad, un asesino serial puede pasar desapercibido debido a que no presenta características físicas esenciales. Lo que los distingue es su historia de vida.
De acuerdo con Feggy Ostrosky, directora del Laboratorio de Neuropsicología y Psicofisiología de la Facultad de Psicología, un asesino serial mata algo de sí mismo en cada crimen y corresponde a un perfil de psicopatía, es decir, sufre de un trastorno de personalidad.
Además, escogen un mismo tipo de víctima, agregó la autora del libro Mentes Asesinas. Por ejemplo, Raúl Osiel Marroquín Reyes, conocido como el Mata Gays, eligió aniquilar a homosexuales.
Un caso más es Juana Barraza Samperio, conocida popularmente como la Mata Viejitas, acusada de quitarle la vida al menos a 18 mujeres de la tercera edad y de intento de homicidio a otras dos, atacaba a este sector porque en su infancia sufrió violencia por parte de su madre.
Otro ejemplo es el Caníbal de la Guerrero, acusado de exterminar a por lo menos tres mujeres, todas con el mismo perfil, solteras con el mismo físico, pelo negro y peinadas de raya en medio.
Así, el asesino serial también lleva una doble vida. Es el caso de la ya mencionada Mata Viejitas, quien por un lado llevaba mariachis a una vecina de la tercera edad y la llamaba mamita, y por otro asesinó a 18 ancianas, agregó la investigadora.
Otro ejemplo es Luis Alfredo Garavito, quien asesinó a más de 300 niños, y en una entrevista mencionó que le gustaría poner un orfanatorio o Casa Hogar para niños.
En el cerebro
Al investigar a más de 370 internos de alta peligrosidad, Ostrosky llegó a la conclusión que la mente de un asesino serial se va organizando diferente, y por este motivo el psicópata nace y se hace.
“Mi laboratorio ha realizado estudios de resonancia magnética funcional, de electroencefalografía cuantitativa, de potenciales relacionados a eventos, de genética y sobre los estilos de crianza”, aseguró.
Desde el aspecto genético es importante enfatizar que no existen genes del bien y del mal, los genes regulan la producción de enzimas que a su vez regulan la cantidad de neurotrasmisores cerebrales.
Por ejemplo, modificando cromosomas específicos puede producirse un ratón asesino. Al cambiar las enzimas que regulan neurotrasmisores cerebrales específicos, incluyendo la dopamina, la serotonina, la noradrenalina, se puede modificar y alterar cómo se responde al medio ambiente y reaccionar de manera violenta ante estímulos no amenazantes. Y aunque la agresión es inherente al ser humano y parte de nuestra biología, la violencia se aprende.
Si crecemos y nos desarrollamos en un medio ambiente en donde no nos enseñan a regular los estados emocionales, y más bien se nos fomenta a odiar y ser hostiles, en un momento dado podemos llevar a cabo estos sentimientos hostiles.
En cuanto al cerebro, las áreas que producen emociones no son las mismas que las regulan. Por ejemplo, en el sistema límbico se encuentran toda la parte afectiva, y la amígdala es la encargada del miedo. Y en una situación de temor, enojo o frustración puedes agredir a una persona.
De esta forma, la amígdala debe comunicarse con los lóbulos prefrontales, sobre todo con la zona orbifrontral, encargada de asignar emociones a la toma de decisiones. Si no existe una buena comunicación entre estas áreas, emergen individuos muy violentos capaces de asesinar sin razones aparentes.
Afortunadamente, no existen muchos asesinos, o por lo menos no los han detectado, porque apresarlos es muy difícil, frecuentemente no existe un patrón que relacionen al asesino con sus víctimas, concluyó.