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Yuri Herrera habla de la monstruosidad en la literatura mexicana

Monstruosidad en la literatura mexicana contemporánea, fue el título de la conferencia de clausura del Diplomado Encuentros y desencuentros de la lengua española y de las literaturas hispánicas. La impartió Yuri Herrera, escritor y profesor de la Universidad de Tulane, Nueva Orleans, para quien la literatura es crear sentido frente al vacío, a la inmensidad, a la muerte y a la ausencia.

El autor de tres novelas y una obra que ha sido traducida a más de diez idiomas, expuso la idea de la monstruosidad como un criterio para entender la narrativa mexicana de los siglos XX y XXI. Reflexionó sobre cómo este concepto permite “cuestionar las convenciones del canon literario de México”. En su opinión, alguien monstruoso es quien se diferencia o distancia de las normas de su tiempo, un individuo que es inaceptable en su momento o que dice cosas incomprensibles.

Herrera comentó que una manera de acercarse a la literatura es preguntándose quién es el monstruo en cada texto y por qué ha aparecido, además de plantearnos qué nos revela acerca de nosotros mismos.  Es en el claroscuro que surgen los monstruos, en el agotamiento de las normas con las que hemos estado conviviendo. “En estas circunstancias surgen nuevos lenguajes, espacios sin asideros, nuevas prácticas en un espacio temible y lleno de posibilidades”.

Para reforzar lo dicho, citó al filósofo y teórico marxista Antonio Gramsci, quien escribió que “la crisis consiste precisamente en el hecho de que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer: en este interregno se verifican los fenómenos morbosos más variados”.

Luego, se refirió a las siete tesis en torno a los monstruos y la monstruosidad, que   Jeffrey Jerome Cohen expone en su libro Monster Theory. Herrera las fue enunciando y dio una breve explicación de las mismas: “El cuerpo monstruoso es una construcción cultural en la que se expresa nuestras obsesiones;  el monstruo siempre escapa al sentido y la coherencia, pero regresa y nuestras subjetividades vuelven a acecharnos; es el presagio de la crisis de categorías, llega cuando estamos en un estado de supuesta paz y tranquilidad. Indica una ruptura y nos da a entender que hay una velocidad distinta a la que las cosas suceden; todo monstruo existe fuera de lo concebible y lo ordenado; es el que vigila las puertas de lo visible y nos descubre cuáles territorios están para ser explorados de manera violenta; el miedo que nos provoca es una de las formas del deseo, un espacio donde nuestras fantasías son realizables; el monstruo señala lo que está por venir, nos trae conocimiento sobre lo que somos, fuimos y en lo que nos estamos convirtiendo”.

Yuri Herrera, cuya primera novela, Trabajos del reino, fue galardonada con el Premio Binacional de Novela en 2003, precisó que el monstruo puede ser un personaje, una situación, un lugar o una práctica. Al referirse a cómo en la literatura mexicana se expresa la monstruosidad, dijo que se representa como una metáfora de nuestras limitaciones. Enseguida ofreció varios ejemplos, entre ellos el libro infantil de Carmen Leñero en dos volúmenes Monstruos mexicanos, donde la autora retoma mitos, leyendas y relatos orales sobre monstruos para explicarnos desastres, buenas fortunas o personajes que son peligrosos para la comunidad.

Reconoció como una de las escritoras más importantes de nuestra literatura a Nellie Campobello, quien en su novela Cartucho nos ofrece pasajes en donde expresa con una increíble ternura lo que fue la Revolución mexicana. “Ella toca temas de los que hasta entonces solo los hombres escribían”. Para Herrera, la narradora  y también precursora del ballet en México arroja una mirada fantástica que pone en un nivel de intimidad hechos sangrientos, y lo logra gracias a los monstruos que ella misma crea.

También se refirió a Amparo Dávila, “un secreto a voces por décadas y apreciada recientemente en su justa medida”, quien en su relato El huésped deja entrever al monstruo como parte de nuestra normalidad y vida doméstica, “un ser al que no debemos alimentar, sino dejar morir de hambre”.

Más adelante dijo que El libro vacío, obra de Josefina Vicens, es una de las mejores novelas del siglo XX, donde la monstruosidad se personifica en la impotencia de vivir en un mundo dominado por los hombres. Habló de cómo el canon de la literatura mexicana se fue fisurando lentamente con la aparición de obras de escritoras como María Elvira Bermúdez y Rosa María Roffiel, y de novelistas como Rafael Bernal, Carlos Montemayor, Luis Zapata y Alberto Chimal.

“Los monstruos en la literatura mexicana son personajes con cuerpos perturbadores, no humanos. Son metáforas de nuestras obsesiones y de los temores que tenemos, los que de algún modo literalizamos. Los monstruos creados son personajes que, aun cuando conservan rasgos humanos, representan nuestros límites, lo temido, los espacios por explorar”.

Aclaró que su creación no es una potestad de la literatura, también se puede hacer desde el poder al presentar como monstruosas a personas de la oposición radical, tal y como ocurrió durante la llamada Guerra Sucia con la intención perversa de justificar la brutal represión.

Desde su perspectiva el monstruo más importante de nuestra cultura, y que se sigue manifestando de distintas maneras, es el de nuestras culturas originarias. “No leemos literatura en lenguas originarias, y es así por una ignorancia deliberada y sistemática producida desde el Estado y reproducida por las editoriales y los medios de comunicación”, concluyó el escritor mexicano, premio Otras voces, otros ámbitos en 2008.

La conferencia la organizaron la Cátedra Extraordinaria Carlos Fuentes de Literatura Hispanoamericana y el Centro de Estudios Mexicanos UNAM-España en el marco del Programa México 500. Se puede ver en la página www.facebook.com/CatedraCarlosFuentesUNAM.