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Van de la mano, fake news y linchamiento digital

El linchamiento es tan antiguo como la sociedad humana. Ya en la Biblia se menciona que Jesucristo salva a una mujer de ser apedreada. Sólo que ahora es más constante y ocurre más rápido por redes sociales como Twitter y Tik Tok.

El linchamiento digital, extrapolación del linchamiento tradicional, es una catarsis social y una exigencia de justicia ante el poder que comete atropellos.

Es una forma como la sociedad digital se hace justicia por sus propios medios, apunta el doctor Luis Ángel Hurtado Razo, investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

Aunque ha existido siempre, el linchamiento (los escarmientos y la humillación pública de la persona), en algún momento de la historia se institucionaliza. En la Nueva España, el Santo Oficio o la Santa Inquisición jugó el papel de linchador, con torturas físicas y privación de la vida a inocentes.

En el México contemporáneo, un caso sonado de linchamiento ocurrió en Puebla en los años sesenta del siglo XX. En Canoa, azuzados por el sacerdote del pueblo, fueron linchados unos trabajadores de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

Tres tipos de linchamiento

Grosso modo, Hurtado Razo señala tres formas de linchamiento digital:

1. A diferencia del tradicional, en nuestro país el linchamiento digital exhibe los excesos del poder político. Algún personaje político abusa de su función para desacreditar la imagen pública de un ciudadano o ente social opositor.

2. En los últimos años, en redes sociales y medios de comunicación digitales y tradicionales se dan linchamientos a personajes con capital económico, así como a empresas o instituciones que violentan los derechos de terceros.

3. En México también hay linchamiento digital “por abuso social”. Personajes con poder, no necesariamente económico ni político, pasan sobre los derechos de otros.

El linchamiento tradicional lo perpetran personas que están alrededor del linchado. En el digital, los usuarios de redes “muchas veces no conocen al linchado” o no saben que hay empresas creadas ex profeso para linchar a otras empresas, instituciones o gobiernos.

Otra diferencia con el tradicional, dice Hurtado Razo, es que el linchamiento digital “es mucho más rápido” y no se sabe cuándo es ‘fabricado’. Vuelto tendencia, muchos más se unen y aumenta el linchamiento.

Los linchamientos digitales son más poderosos porque hay una degradación de la persona linchada, en su imagen tanto pública como física.

Lady y lord

El fenómeno de las ladies y los lords es único en México. Surgió en las redes sociales como una forma de ironizar la prepotencia de personas que se asumen o se creen de clase alta.

El caso más famoso de linchamiento digital político fue el de lady Profeco. La hija del Procurador Federal del Consumidor que amenazó con cerrar un restaurante. El motivo: no hizo fila o reservación y se le negó mesa. En horas empleados de la procuraduría clausuraron el lugar. Y meseros y comensales subieron a redes un video de los hechos. El resultado de este nepotismo familiar: renunció el procurador a su cargo.

Un caso memorable asociado al poder económico fue el de Lord Audi. Un gerente de esa empresa prohibió al personal salir a comer y les limitó el uso del sanitario. Un empleado subió a redes un video que mostraba la reprimenda que le costó el empleo al gerente.

En ambos casos quien termina pagando los daños colaterales son el procurador que renunció a su cargo y la empresa que ofrece resarcir el daño a sus empleados.

Muchos son los casos de linchamiento social. Uno en tiempos de pandemia del Covid 19 fue el de dos comensales que agredieron a empleados y se negaron a usar tapabocas en una pizzería. Fueron grabados, linchados en redes y apodados Lady y Lord pizza.

Una avalancha terrible

La sociedad trata de autoregularse y hacerse justicia partir de los linchamientos digitales, porque el Estado “carece o está rebasado en sus facultades”. Desde esa perspectiva es benéfico. No lo es, subraya Hurtado Razo, cuando el poder digital es usado para linchar a inocentes.

Un linchamiento digital es como una bola de nieve que empieza con un comentario, una fotografía, una grabación o un video que se origina y viraliza en las redes sociales. Luego migra a otros espacios: portales web, medios de comunicación digitales y tradicionales. “Y se hace una avalancha terrible”.

El 15 de septiembre de 2019, una empleada de Interjet publicó en sus redes que, para acabar con el nuevo gobierno, desde la aeronave se debería aventar una bomba en el Zócalo.

Una captura de pantalla de ese mensaje se publicó y viralizó en otra red social. A la empleada le costó el trabajo y la empresa ofreció una disculpa al presidente Andrés Manuel López Obrador y a sus seguidores.

A veces un linchamiento digital puede convertirse en linchamiento físico. En Puebla, vía WhatsApp se corrió la voz de que dos secuestradores de niños habían llegado a Ajalpan. Del rumor se pasó a la violencia. Una turba los agredió y finalmente la policía no pudo impedir que fueran quemados dos inocentes. Eran dos encuestadores recopilando datos sobre nutrición en niños basada en el consumo de tortilla.

Bots linchadores

Todos estamos expuestos a ser víctima de un linchamiento digital por una foto, un video o por un comentario coyuntural o antiguo, señala Hurtado Razo.

Y no hay —agrega el investigador de la FCPyS— una red más proclive al linchamiento. Puede iniciar en cualquiera: Facebook, Instagram, Twitter, WhatsApp, YouTube, Tik Tok. Pero en dos de ellas se viraliza más rápido. Twitter y Tik Tok (con su formato de videos cortos) contaminan rápidamente a otras redes.

Las fake news (información falsa que se hace pasar por verdadera) van de la mano del linchamiento digital y se crean para acusar y desprestigiar a un actor, una empresa, una institución o un gobierno.

Hay toda una industria de la desinformación. Son empresas que generan fake news y son contratadas para que con sus bots (ejército de cuentas automatizadas) manipulen a la opinión pública a conveniencia de sus contratantes.

Un caso emblemático sucedió en 2020. En México circuló una fake news en video para convencer a la ciudadanía de que no existía el Covid 19 y que los médicos estaban matando a los pacientes para sacarles el líquido de las rodillas y hacerse millonarios.

Su objetivo fue linchar a tres actores: al gobierno por su estrategia nacional para mitigar la propagación del SARS-CoV2, al personal médico de los hospitales y al subsecretario de salud Hugo López Gatell.

Del linchamiento digital se pasó al físico. México fue uno de los tres países (Brasil y Turquía) donde la gente agredió a personal médico. En la calle, médicos y enfermeras fueron agredidos: les rociaban cloro.

Hoy en día, desde los órganos de poder político también se orquestan linchamientos digitales contra actores políticos, medios de comunicación, instituciones, líderes, luchadores sociales, ONGs, etcétera.

Por ejemplo, cuando un discurso tiene una fuerte carga emotiva, no falta quien rescate esa narrativa en redes para comenzar un linchamiento contra diversos actores políticos, económicos y sociales. O incluso contra el mismo autor del discurso.

Se ha exigido a Facebook y a las otras redes sociales que bajen cuentas que difunden fake news, que incitan al odio y a la discriminación, pero no lo hacen por dos principios que se debaten a nivel internacional: el derecho a la información y la libertad de expresión.

Si se censuran ese derecho y esa libertad, se violenta también el derecho de terceros a consumir la información. Aunque más exigente ahora, Facebook mantiene su argumento de no privar a la gente de esas libertades.

Como a nivel legal no se “puede hacer gran cosa” ya que sería una intromisión en la vida privada de Facebook, Instagram, Twitter… “que no están bajo el servicio público como otros medios”, sólo se puede exhortar a esas empresas para que modifiquen sus políticas.

Mientras eso no ocurra, asegura el doctor Hurtado Razo, la ciudadanía y cualquier empresa, institución y gobierno “estamos indefensos” ante los linchamientos digitales.