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Usar Dexametasona en el tratamiento temprano de pacientes con COVID-19 es echarle leña al fuego

El virus (SARS-CoV-2) causante de la COVID-19 se encuentra en el cuerpo de una persona enferma básicamente durante la primera semana del padecimiento y “durante los primeros siete a diez días de tratamiento no es momento para suministrarle depresores de inmunidad”.

“La gran mayoría de los pacientes necesitan nada más un analgésico tipo Paracetamol o Acetaminofén”, estos medicamentos para que funcionen bien hay que estarlos tomando cada cuatro horas, explicó el doctor Alejandro Macías Hernández, especialista en salud pública.

En el manejo temprano de un paciente los antiinflamatorios no deben ser la indicación médica primordial, fármacos como el Ibuprofeno o el Naproxeno pueden afectar la función de los riñones, en personas jóvenes no es tan grave, pero en quienes padecen enfermedades crónicas o en los adultos mayores no son una buena indicación.

Lo primordial, al inicio de la enfermedad, más que llenar al paciente de múltiples medicamentos es monitorear que su oxigenación esté en más del 90 por ciento, sobre todo en la primera semana, para no caer en niveles bajos y llegar muy mal al hospital.

“Los pacientes se juegan su evolución más en los primeros días que después con los especialistas, porque si te oxigenan tempranamente vas a tener una mejor evolución, es muy importante atender los niveles de oxígeno”, acotó el infectólogo.

Advirtió que los anticoagulantes no deben darse de forma rutinaria, a menos que se utilicen desde antes como procedimiento para problemas cardiovasculares, porque suministrarlos como tratamiento al inicio de la enfermedad puede ocasionar otros problemas de salud.

Con respecto al uso de la Ivermectina, el doctor dijo que depende de a quién se le pregunte, hay instituciones de salud y estados de la República Mexicana que recomiendan su uso como profiláctico o como un tratamiento temprano, pero “de acuerdo con la medicina basada en evidencia la Ivermectina no sirve de algo”.

Alertó que el uso de antibióticos como la Levoflaxacina y las quinolonas, pueden ocasionar ruptura de tendones o de la arteria aorta, incapacitar de forma permanente o causar diarreas graves a los pacientes, en este contexto, la Azitromicina y la Ceftriaxona intramuscular causan más daño que beneficio.

Calificó como un error el uso temprano de la Dexametasona, la Cortisona y los corticoides porque “son medicamentos que reducen la mortalidad pero no al principio. La Dexametasona nunca se debe usar antes que el oxígeno y casi nunca antes de siete a diez días porque en la primera semana las personas lo que tienen es un nivel alto de virus y administrarles medicamentos para reducir la respuesta inflamatoria y para bajar las defensas es echarle leña al fuego”.

“Esos pacientes van a evolucionar al deterioro, es más, hay buena evidencia de que los pacientes de manera temprana, cuando no necesitan oxígeno, no sólo no se benefician de la Dexametasona sino que sufren un daño”.

Por desgracia, yo sigo viendo después de un año, el uso y el abuso de la Dexametasona tempranamente, concluyó Macías Hernández.