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Universitaria representará a México en la convención de ciencia ficción más importante del mundo

El 6 de febrero, el magnate Elon Musk puso en el espacio un auto Tesla Roadster descapotable con el maniquí de un astronauta al volante, recreando la escena inicial de la película animada Heavy Metal, con la única diferencia de que en la cinta de 1981 el vehículo era un Corvette 58. “Esto es sólo un ejemplo de cómo la ciencia ficción ha inspirado mucho de lo que vemos hoy y, con seguridad, de lo que veremos mañana”, señaló Gabriela Frías Villegas, del Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM, quien en breve representará a México en el evento de ciencia ficción más importante del planeta, la World Science Fiction Convention (Worldcon).

“Se trata de un evento nacido en 1939, en Estados Unidos, con el objetivo de reunir a los mejores del ámbito y entregar los galardones más antiguos y prestigiosos del género, los Premios Hugo, los cuales han ido a parar a manos de figuras tan destacadas como Arthur C. Clark, Phillip K. Dick o Isaac Asimov. Ésta, su 76 edición, tendrá lugar del 16 al 20 de agosto en San José, California”, añadió.

La universitaria —junto con 14 personas más— asistirá a la Worldcon como parte de The Mexicanx Initiative, un proyecto impulsado por el ilustrador estadounidense John Picacio, quien se propuso llevar, por primera vez a grupo de personas de origen o herencia mexicana a esta convención porque, como escribió al lanzar la convocatoria, “este negocio, este campo y esta vida se tratan de relaciones. Nuestro mundo necesita más historias, más escritores y más fans mexicanos…, más soñadores (dreamers). Para ganarnos el futuro y no ser villanizados, abusados y destrozados debemos tener nuestras narrativas ¡Es tiempo de hacernos presentes, gente!”.

Y a decir de Gabriela Frías, esto es justo lo que se necesita pues aún hay mucho desconocimiento sobre lo que se hace en el país, por lo que aprovechará las mesas donde participará para analizar la relación entre ciencia y ciencia ficción y, de paso, para charlar sobre el escenario nacional, donde hay creadores trabajando ciencia ficción tanto en inglés como en español, quienes —para usar una metáfora del béisbol— “se han ganado un lugar en las grandes ligas”.

La selección de los integrantes de la Mexicanx Initative recayó exclusivamente en John Picacio, quien eligió a Frías Villegas por su trabajo como curadora de los festivales Ciencia Ficción Ciencia y el Aleph (ambos de la UNAM), y Spatium Uno, en Aguscalientes, así como por su formación académica, en la que confluyen las carreras de Matemáticas, Filosofía de la Ciencia y Letras Inglesas.

“Muchos aseguran que no hay buena ciencia ficción en México, y sí la hay, y lo dicen porque creen que en México no hay ciencia, y también la hay. Es momento de sentarnos a hablar de esto”.

Un baile continuo

A Gabriela Frías el gusto por la ciencia ficción le llegó vía Carl Sagan: primero por su serie televisiva Cosmos, donde el astrofísico navegaba por el océano cósmico a bordo de la nave espacial Imaginación, y poco más tarde por Contacto, novela donde se narra cómo la radioastrónoma Eleanor Arroway capta, mediante las antenas del SETI, señales de una inteligencia extraterrestre.

“Estas dos obras llegaron a mí cuando era niña, en los años 80, y me hicieron soñar no sólo con otras realidades, sino con la posibilidad de que, en ésta, yo podía ser científica”.

A partir de esta experiencia infantil, la universitaria ha reflexionado sobre cómo estas historias son el germen de muchos hallazgos y, además, de vocaciones, y su postura al respecto es la misma que expuso Carl Sagan poco antes de morir, cuando en una carta de 1996 destinada a los futuros colonizadores de Marte señalaba:

“La ciencia y la ciencia ficción han entablado una especie de danza (…). Los científicos hacen descubrimientos e inspiran los relatos de los escritores de ciencia ficción. Después muchos jóvenes inspirados por estas lecturas se convertirán en científicos que, de seguro, harán más descubrimientos que inspirarán a su vez a más escritores, lo que alimenta a nuevas generaciones para la ciencia ficción y la ciencia”.

Así pasa y yo soy ejemplo de ello, agregó Frías Villegas, pues tras leer la novela El sol desnudo de Isaac Asimov —mi otra gran influencia— quedé tan impactada por el asesinato ahí planteado y el reto matemático de lógica que implicaba resolverlo que comencé a interesarme por este tipo de juegos; esto fue mi puerta de entrada a la ciencia y a mi interés por las matemáticas. La relación entre la ciencia ficción y la ciencia es un baile continuo y esto es lo que quiero abordar en mi visita a San José, California.

Por una ciencia ficción sin vicios de género

El test de Bechdel evalúa —a partir de tres preguntas— si una obra trata de igual forma a hombres y mujeres, y al someter a las historias de ciencia ficción a esta prueba vemos que casi todas privilegian el punto de vista masculino, dijo Gabriela Frías.

A fin de demostrar que otro tipo de narrativas son posibles, la universitaria recién entregó su primer cuento a prensas, lo cual le era una asignatura pendiente. “He publicado más de 100 artículos de divulgación, pero no tenía nada en creación literaria; haber hecho esto, aunque nerviosa, me hace sentir satisfecha. Sin adelantar nada sólo diré que será un relato sobre matemáticas y el infinito, con un acompañamiento gráfico muy interesante cargo del artista Bef”.

La motivación para lanzarse a esta aventura fue su hija Sofía, pues le gustaría que ella creciera en un mundo en el que en las estanterías de cualquier biblioteca hubiera libros de ciencia ficción para niñas. “Quizá sea prematuro —está por cumplir dos años—, pero quiero pensar que cuando esté en edad de leer habrá muchos más esfuerzos como éste”.

Las tres preguntas que formula el test de Bechdel son: ¿la obra incluye al menos a dos personajes femeninos? ¿Hablan ellas entre sí? ¿Al hacerlo el tema de conversación es de algo que no sea un hombre? Si una de las respuestas es negativa, el relato reprueba.

“Casi todo en este género no supera la evaluación; hay muy pocos ejemplos que sí, como Contacto, de Sagan. Parte de esto se debe a la creencia —sin fundamento— de que a las mujeres no nos gustan estos relatos (y lo mismo se ha llegado a decir respecto a la ciencia). Yo quisiera que las niñas de hoy tuvieran acceso a relatos donde el protagonismo de estas historias recaiga en personajes femeninos y parte de esto es lo que me mueve a ir a la Worldcon 76: demostrar que nosotras también participamos en la ciencia ficción”.