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Una voz azul con piel dorada

Mientras Salvador Rivera interpretaba junto con Ricardo Montaner Aunque ahora estés con él, en la final del reality La Voz Senior, en las instalaciones de Azteca novelas, rememoró esas tardes de tertulia al lado de sus compañeros de la licenciatura en Economía, en los jardines de la entonces Escuela Nacional de Estudios Profesionales (ENEP) Acatlán, a fines de los años setentas.

Ahora, 40 años después, Rivera alcanzó su anhelado sueño: ser conocido y “famoso” gracias a su segunda gran pasión: el canto. “Jamás pensé que estaría en el programa, vi la convocatoria un día antes del cierre, mandé un video, así a la primera, y 24 horas después recibí una llamada, pensé que era una entrevista pero no, fue el llamado para hacer el casting, tuve la fortuna que tres de los cuatro jueces se voltearan, por eso no dudé y de inmediato elegí a Montaner, afortunadamente pasé las otras etapas. En la final estaba seguro que podía ganar. Ahora disfruto algo que busqué durante cuatro décadas”.

Con sentimientos encontrados pero con las ganas de comenzar una nueva etapa en su vida, el entrevistado no da crédito a lo que se avecina, a raíz del triunfo.

“Es simpático, ya que mientras muchos de mis compañeros de la generación  ya están jubilados, cuidan nietos; yo comenzaré mi carrera profesional con conciertos en el Auditorio Nacional, con invitación de mi coach, Ricardo Montaner, además de Yahir y Lupillo Rivera”.

Ataviado con chamarra de la UNAM, Salvador Rivera platica los tiempos que pasó en el canto, mismos que atravesaron su etapa estudiantil en la recién creada ENEP Acatlán, junto con varios compañeros, quienes acompañados de una guitarra repasaban los éxitos de aquella época sin importar los intérpretes: Napoleón, Emmanuel, César Costa; de la trova Silvio Rodríguez y Pablo Milanés.

“Recuerdo con cariño esa etapa, alternaba mi carrera con el canto, nos juntábamos varios, como Tomás Goros, quien también estudió en Acatlán la carrera de Derecho; uno de los hijos de los Hermanos Almada y varios compañeros nos la pasábamos en esos terrenos que hoy son salones”, recordó.

No dejar de soñar

Salvador viene de una familia dedicada a la imprenta, eso le ayudó a tener sus primeros trabajos y mantener ambas carreras; sin dudarlo y con un brillo especial en los ojos, comentó: “nunca dejen de soñar, también para concretar ese objetivo se debe trabajar el doble”.

También rememoró que “una vez platicaba con Jacobo Zabludovsky, una de las personas que me inculcaron el amor por la UNAM, me decía que las ‘oportunidades pasan frente a tu casa, a las cinco de la mañana, pero pasan’. Eso me marcó: siempre debía estar atento y nunca claudicar”.

Alumno brillante con asignatura pendiente

Originario del centro de la Ciudad de México, avecindado ahora en Tlalnepantla, Estado de México, confesó que hasta el sexto semestre fue un alumno brillante en la carrera, desafortunadamente al momento de elegir entre la vida bajo los reflectores del canto o terminar la carrera de Economía, tuvo que tomar una decisión complicada, porque debía generar recursos. Ahora puede presumir que terminó, en 1982 con el 100 por ciento de créditos cubiertos.

“Puedo decir que hasta el sexto semestre fui un alumno brillante; sin embargo, como pasa con muchos que no contamos con recursos, debemos trabajar para sostener la carrera y el amor por el canto, tuve que trabajar en la imprenta, estudiar y, al mismo tiempo, empezar a cantar en fiestas, bares y participar en los concursos, hasta llegar al programa Alegrías del mediodía, conducido por Lila Deneken y Benito Castro”.

 “Por fortuna conté con varios compañeros que me ayudaron a terminar la carrera, la mayoría eran trabajos en equipo y nos dividimos, alguien leía el libro, otro organizaba, una más redactaba y alguien más lo pasaba en máquina de escribir, y así sacar la misma calificación. Gracias a ellos, arañando, terminé”.

Rivera sabe que hay un sueño por cumplir: titularse. “Me falta ese sueño, sé que hoy en la FES hay muchas opciones para hacerlo, tengo esa asignatura pendiente y hoy que comienzo lo que creo es una nueva carrera en el canto, también debo titularme, me comprometo a cerrar ese ciclo pendiente que quedó con la ENEP Acatlán y la UNAM, la cual me ayudó a convertirme en un ser humano sensibilizado con la sociedad y capaz de contribuir a su mejoramiento”, estableció.

Finalmente, como mensaje a la nueva generación 2020 que recientemente ingresó, dijo: “Culminen sus estudios, siéntanse afortunados y orgullosos de estar en una gran institución como es la FES Acatlán, de la UNAM con mucho prestigio en el mundo, que brinda la oportunidad para convertirse en un buen ser humano, que es lo más valioso que existe en los estudios; además de grandes amistades que se logran con los compañeros y los profesores”, concluyó.