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Trump y los medios de comunicación

En un mundo donde el negocio principal de los medios es el entretenimiento y la democracia es, en mucho, un asunto de popularidad, el fenómeno Trump no debería ser tan sorprendente.

Como el flautista de Hamelin, Donald Trump ha logrado encantar a la inmensa mayoría de los medios de comunicación en el mundo. Con mentiras, estruendos y un talento natural para la farándula, el candidato republicano ha logrado obtener el equivalente a 3,000 millones de dólares en publicidad gratuita.

Por meses, los mejores estrategas de comunicación alertaron sobre el mejor –¿único?– antídoto para contrarrestar el veneno del candidato de los insultos y los excesos: ignorarlo. Un remedio imposible para el hambre de ratings de los grandes medios. Al final del día este proceso electoral en Estados Unidos terminó convirtiéndose en una especie de referéndum sobre la propuesta de cambio hacia el vacío que representa Trump.

La excepción más notable a esta dinámica ha sido el caso de The New York Times. Reconocido entre muchos de sus asiduos lectores como el “diario más aburrido del mundo”, el Times es, debatiblemente, el periódico más influyente de nuestro tiempo. Como el resto de los grandes periódicos, durante los últimos años el NYT ha sufrido los embates de las diversas crisis que han minado al periodismo de papel. Sin embargo, es uno de los que mejor ha transitado hacia el universo digital.

Campeón de los lugares comunes y lo políticamente correcto, por mucho tiempo el NYT navegó con los vientos de la inercia de su viejo prestigio como un diario liberal moderado que no dudó en sesgar su línea editorial para apoyar, por ejemplo, la guerra de Bush contra Irak. Al inicio del proceso electoral también fracasó –como el resto de los medios– en entender el fenómeno Trump.

Vecinos de Donald J. Trump desde siempre, los editores y grandes reporteros se escudaron por muchos meses en la comodidad de pretender que el personaje televisivo era un tipo serio y lo por lo tanto se dejaron llevar por las ocurrencias mediáticas del empresario.

Hasta hace un par de meses, The New York Times abandonó la neutralidad al estilo de Neville Chamberlain frente a Hitler y se decidió a mostrar al Trump verdadero. Así, a golpes de periodismo preciso y profundo y un manejo editorial directo jugaron un rol clave en el desenmascaramiento de un personaje que convirtió el odio a los inmigrantes, el desprecio a las mujeres y el circo mediático en su plataforma política.

Independientemente del resultado final de la elección, vale la pena aplaudir el rencuentro del NYT con el mejor periodismo. Y desearles suerte, pues el resultado del martes definirá el futuro tanto del imperio mediático localizado en la esquina de la Octava Avenida y la calle 40, como con el empresario inmobiliario, cuya residencia oficial está en la torre la Quinta Avenida y la calle 57.