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TRATA DE PERSONAS, UN DELITO IMPUNE EN MÉXICO

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  • Aunque el nuestro es un país de origen, tránsito y destino para el ilícito, apenas tenemos estimaciones gruesas del número de víctimas, señaló Mario Luis Fuentes, del PUED de la UNAM
  • Mujeres e infancias son las más afectadas, según la CNDH

El concepto “trata de personas” necesita definición pues no es explícito en cuanto la magnitud de su alcance. “Hablamos de la entrada de personas a un proceso que las somete, vía distintos medios, a explotación laboral o sexual, a trabajo forzado o a actividades ilícitas o relacionadas con el crimen organizado”, refirió Mario Luis Fuentes Alcalá, del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo de la UNAM.

De acuerdo con el titular de la Cátedra Extraordinaria Trata de Personas, es difícil identificar a las víctimas por la falta de denuncias. “Lo que es una realidad es que en nuestro país hay muchas evidencias de que esto se realiza, pero es uno de los delitos menos castigados”, indicó Fuentes.

El investigador mencionó que México es una nación de origen, tránsito y destino para este ilícito y que el cálculo del número de víctimas son apenas estimaciones gruesas que permiten vislumbrar la problemática. “No hay cifras indicativas, pero en estos delitos, como en muchos otros, una sola persona basta para movilizarnos todos”, afirmó.

De acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en México, de 2015 a 2021, se han registrado 5 mil 164 víctimas. De enero a mayo de 2022 suman 397, según carpetas de investigación iniciadas.

Pero de acuerdo con investigaciones de Mario Luis Fuentes, esta cifra sería mayor si se toma en cuenta que algunas de las 17 mil 930 mujeres desaparecidas en México del año 2000 a la fecha, de acuerdo con cifras del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, estarían privadas de su libertad por redes de tratantes.

De acuerdo con la Comisión Nacional de Derechos Humanos, las principales víctimas son mujeres e infantes. En ese contexto, Fuentes Alcalá comentó que hay factores como la pobreza, la falta de educación o incluso la soledad que predisponen a este delito “pues hay quienes buscan salir de tales escenarios aunque sea sometidos y explotados”.

De acuerdo con cifras del Reporte sobre Trata de Personas 2020, realizado por la Embajada y Consulados de Estados Unidos en México, en 2019 el gobierno federal destinó 74 millones de pesos a la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contra las Mujeres y Trata de Personas, entidad encargada de investigar y llevar ante la justicia estos delitos; en 2018 dicha cifra fue de 65 millones de pesos.

Sin embargo, en 2019, el gobierno dedicó 15.53 millones de pesos a la Unidad Especializada en Investigación de Tráfico de Menores, Personas y Órganos de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada, en comparación con los 21 millones de pesos asignados en 2018.

El gobierno continuó las actividades de protección; sin embargo, hubo problemas con la identificación de las víctimas de trabajo forzado y muchas no recibieron albergue adecuado ni servicios especializados. El gobierno informó haber identificado 658 víctimas de trata de personas en 2019, en comparación con las 706 víctimas de 2018, las 667 víctimas de 2017, las 740 víctimas de 2016 y las mil 814 víctimas de 2015.

Ante este panorama, Fuentes Alcalá explicó que el delito de trata deja de estar en la agenda del gobierno federal. “Hay una reducción de recursos destinados a la investigación, protección y reintegración de víctimas. Lo poco que hay está desfinanciado y sin capacidades”.

El investigador alertó sobre otro peligro para las supervivientes rescatadas. “Un rescate no quiere decir que esta persona no sea revictimizada, es decir, una vez que la autoridad la sacó de donde es explotada no hay un proceso para la reintegración social en nuestro país”.

A decir de Fuentes Alcalá, ese proceso debería restaurar las capacidades emocionales, la voluntad de ser y la identidad de las víctimas, pues en muchas ocasiones se trata de personas que llevan años siendo violentadas y que, además, han sido dañadas desde muy corta edad.

“La restauración de esas capacidades puede tomar mucho tiempo o no lograrse. Hablamos de personas lastimadas en su salud mental; además, no hay una opción más allá de una protección temporal. Al no haber un proceso de reconstrucción del individuo para obtener un empleo digno, la víctima volverá a ser capturada enganchada y revictimizada”.

La historia de Rubit y Margarita

Margarita García es habitante del municipio de Jonacatepec, en el estado de Morelos. Es madre de Rubit, una joven que en 2010, cuando tenía 18 años, fue víctima de trata. Luego de 24 meses de ser explotada sexualmente en México (en los estados de Tlaxcala y Oaxaca), en 2012 se la llevaron a Estados Unidos, donde siguió siendo abusada. En 2014 Rubit logró escapar de la red de trata y ahora vive allá, escondida.

A 12 años de distancia, Margarita recuerda el día en que su hija no volvió tras haber salido a comprar pan y, sobre todo la falta de sensibilidad de las autoridades que, al enterarse de su desaparición, dijeron: “De seguro se fue con el novio; hay que esperar 72 horas para denunciar”.

Para ella, éste es un tema que nadie aborda. “Le tienen miedo, donde quiera que voy y les hablo de mi hija me dicen ‘sí, te vamos a ayudar’. Me toman la llamada una, dos veces y jamás me vuelvan a contestar”.

En octubre de 2010, conforme pasaban los días sin noticias de su hija, la vida de Margarita se vino abajo. “Fuimos rechazados por nuestra propia familia. Cuando les contamos  lo que  había pasado en lugar de apoyarnos se hicieron a un lado. Fue un proceso que tuvimos que encarar solos”, señaló Margarita.

Tiempo después, Rubit pudo comunicarse con su mamá, le dijo que se había ido con una persona  y que se iba a casar, que irían a visitarla. Con tal de ver a su hija Margarita dejó a un lado regaños y reproches; escucharla y saberla viva era más importante. A la semana siguiente Rubit acudió a la cita con el supuesto novio y dos personas, pero a Margarita no le dio tiempo de indagar más. Con un simple número de teléfono escrito en un papel y la promesa de que Rubit contestaría la llamada, se fueron los tres a los pocos minutos.

De acuerdo con Margarita, pasaron meses para volver a escuchar a su hija y cuando hablaba con ella le decía que estaba bien. “Quisiera  pedirle perdón por no haber hecho mejor trabajo como mamá. Me tenía que haber percatado de lo que estaban haciendo con ella y no me di cuenta. Me lo reprocho”.

Tras escapar en 2014, Rubit tardó varios meses en ponerse en contacto con su familia, ya que se escondió con indigentes por dos años en Estados Unidos para no ser encontrada.

Lo que Margarita sabe de Rubit es por las declaraciones a las que ha tenido acceso al abrir la carpeta de investigación en México, pero no por lo que su hija le ha contado. Por ello, Margarita se esfuerza todos los días por ayudar a Rubit, quien ya intentó quitarse la vida varias veces.

“Me ha tocado hablar con ella por teléfono y verla, consolarla cuando está tirada en el piso. La gente nos juzga y nos dice, ‘es que ya pasó mucho tiempo’ y yo veo a mi hija y digo, es que pueden pasar muchos años más. Creo que nunca se va a recuperar”, aseguró.

También busca que Rubit pueda convivir con Jonathan, el hijo que tuvo en México mientras era explotada y quien no ha podido reunirse con ella por la dificultad de acreditar legalmente su nacimiento. “Estamos con miedo ya no de vivir, sino de sobrevivir. Todos los días estamos al pendiente de ella, de que esté bien, de cuidarnos de los carros extraños porque ya nos han estado vigilando. Al niño intentaron quitárnoslo, a mi hija la más grande también ya la violentaron”, añadió Margarita.

Hoy Jonathan tiene 11 años, estudia la primaria y también vive las secuelas del delito cometido contra su mamá. “Cuando me lo dejó de un año, el niño venía mal, golpeado, morado de su cuerpo. Es muy tímido, miedoso. Incluso cuando estuvo en el kínder la maestra se percató y me dijo, ‘algo malo pasó con este pequeño’”. Sin embargo, Margarita lucha todos los días por el bienestar y seguridad de su hija y nieto, exige justicia al lado del colectivo Regresando a Casa Morelos, para que algún día Rubit pueda volver de manera segura y vivir tranquilamente. “Todos hablan de leyes y derechos humanos cuando aquí les violan los derechos a todas las víctimas”, finalizó.