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Somos heterosexuales por defecto, no por voluntad propia

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Nota original de: ¡GOOOYA!
Autor: Jaziel Arath Hernández Salazar, Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Naucalpan
Fecha de publicación de la nota original: Número 5 / ABRIL – JUNIO 2022
https://puedjs.unam.mx/goooya/somos-heterosexuales-por-defecto-no-por-voluntad-propia/[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]
  • La heterosexualidad impuesta se convierte en un defecto para ser libre

La palabra sexo es polisémica, tiene muchos significados. Se puede referir a la condición orgánica de una persona masculina, femenina; así como a los animales o las plantas. Hace alusión al conjunto de seres que se identifican con un grupo de determinado género pero, en la memoria colectiva, la palabra sexo nos es incómoda porque creemos que este concepto únicamente se refiere a la actividad sexual que puede desarrollar cualquier ser vivo, e incluso, nos lleva a pensar en las preferencias sexuales de la persona que lo menciona.

La sexualidad es uno de los temas que con mayor frecuencia se evade, el gran cuestionamiento es: ¿por qué? En la sociedad mexicana existen distintos tabúes y tradicionalismos, en una mesa mexicana no se habla de política, ni de religión, ni de fútbol, pero… ¿se puede hablar de sexo?

La respuesta es un rotundo no. Y este tema es tan prohibido que nadie se atreve a mencionar que hablar de sexo en la mesa está prohibido.

Esta prohibición innata tiene que ver con las creencias que predominan en nuestro país, y es que sin importar de qué extracto social sea cualquier individuo, en su mente tiene presente que hablar de sexo abiertamente será incómodo y de mal gusto. Creemos que nos juzgarán por los sentimientos, dudas o pensamientos que podemos tener relacionados a la sexualidad.

Lamentablemente, en muchas ocasiones se juzga a todas aquellas personas que expresan sus interrogantes y opiniones acerca de la sexualidad. Personalmente, veo muchos factores por los cuales la sociedad castiga a todo lo que engloba el sexo, esos factores, en ocasiones, aparecen con una gran falta de criterio y análisis por parte de quien cree que la sexualidad es un tema prohibido.

La religión es un factor importante en esta imposición de ideas, y es que la narrativa de algunas religiones suele ser confusa e incluso castigadora ante el libre desarrollo de la sexualidad. En México, según datos del INEGI, hasta 2020 había poco más de 90 millones de personas que reconocían ser católicas, cerca de 16 millones se reconocían creyentes de otras religiones y 10 millones de habitantes dicen ser ateos.

Esto nos deja entender, un poco, qué carácter tiene la idiosincrasia en nuestro país: las religiones erróneamente son encargadas de formar criterios y estilos de vida en las personas, el manejo de la fe en las personas creyentes, a veces es manipulado para hacerles sentir errados en sus sentimientos y pensamientos naturales.

La religión católica presenta narrativas fantásticas cuando el sexo y las preferencias sexuales tendrían que hacerse presentes en sus historias; el catolicismo y otras religiones consideran que mantenerse fuera de alguna actividad sexual demuestra pureza, como ejemplo tenemos el celibato, que se deriva del latín “no casado” y se refiere a un estado permanente sin sexo, y otro ejemplo es la historia de la Virgen María, quien es considerada “virgen” porque no hubo ningún tipo de actividad sexual para que concibiera a un bebé que es el hijo de Dios. En los pecados capitales se menciona a la lujuria, este pecado tiene una solución dada por la misma religión y es ni más ni menos que la castidad para aceptar tu sexualidad. Así también podemos mencionar que algunas religiones condenan el amor homoparental pero aceptan el interminable trato machista hacia la mujer.

Y no, tener afinidad a alguna religión no es malo pero, debemos aprender que en una sociedad cada individuo es libre de regir su sexualidad con los estatutos que aquel individuo desee y no con las reglas que impone la religión.

La política en México tiene también una gran relevancia en el desarrollo de la sexualidad del ciudadano, y es que pareciera que el tema del sexo se ha convertido en parte de la agenda de política del país: los políticos dan su opinión respecto a la sexualidad, hay quienes consideran que una persona transgénero y/o no binaria, no tiene los mismos derechos políticos y sociales que una persona heterosexual y, no es así.

Otro factor que estigmatiza a la sexualidad es el tradicionalismo que persiste en México. Las tradiciones que giran en torno a la sexualidad son machistas, dañan principalmente a las mujeres y a las personas de la comunidad LGBTTTIQA+, pues pisotean sus derechos humanos y generan un trato desigual para estas comunidades.

Otra tradición que sigue afectando a mujeres, proviene del Cáucaso, de una pequeña región de Europa oriental y Asia occidental: se trata de exhibir las sábanas manchadas de sangre después de la noche en que ocurre la boda de una mujer con un hombre, esto supuestamente demuestra la pureza de la mujer, y también demuestra a la comunidad que el amor se ha consumado.

El tradicionalismo afecta a la comunidad LGBTTTIQA+, inculcando por generaciones que una persona es perteneciente al género que la naturaleza orgánica le asignó, y esto termina por coartar totalmente el derecho de elegir libremente las preferencias sexuales y el reconocimiento de género que cada persona elige.

La violencia económica para este grupo de personas es evidente, pues muchas veces no se les contrata, injustificadamente, y en ocasiones la diferencia salarial es abismal. Lo mismo sucede con las mujeres, quienes también sufren un desplazamiento social y de igual forma sufren violencia económica por el simple hecho de ser mujeres.

El mundo vive un proceso de transición ideológica, experimentamos un suceso en el que la percepción de aquellos temas que son tabúes, dejarán de serlo para el futuro. El amor es algo tan subjetivo que no se puede definir de manera colectiva, cada ser ama de distinta forma, el problema es que las ideologías heteropatriarcales han imperado durante años y han colocado normas para amar.

En 100 años no existirán los géneros, no habrá hombres y mujeres que no se auto-reconozcan como tal, no existirán factores determinantes de género, ni siquiera la misma frase “género” existirá: sólo habrá individuos capaces de elegir libremente. Debemos preguntarnos qué es lo que realmente hace daño en la convivencia humana, elegir libremente nuestra sexualidad, o dejar que otras personas lo hagan, o bien, condenar a aquel que es libre imponiendo la heterosexualidad.

La heterosexualidad impuesta se convierte en un defecto para el ser libre.

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