Para que un programa de detección de cáncer de mama arroje resultados positivos, al menos 75 por ciento de la población femenina debe responder, ya sea por invitación o porque es consciente de que debe realizarse la prueba cada dos años.
Sin embargo, la cobertura nacional es de apenas 20 por ciento de mujeres en edad de someterse a ese estudio. “Es como si no hubiera programa de tamizaje”, aseveró María Ester Brandan, del Instituto de Física.
Este cáncer es el más frecuente en el mundo. En nuestro país representa un problema de salud pública que constituye la primera causa de muerte en mujeres: más de cinco mil decesos por año, 15 al día y poco más de uno cada dos horas.
La mastografía es la única técnica validada para reducir la mortalidad por cáncer de mama. Los resultados de décadas de investigación muestran que las mujeres que se someten con regularidad a este proceso tienen más probabilidades de detectar ese mal de manera temprana, requieren en menor medida de un tratamiento agresivo –cirugía para extirpar la glándula mamaria o quimioterapia– y sus posibilidades de cura son mayores.
La especialista en física médica subrayó que la también llamada mamografía posee un valor indiscutible como método diagnóstico, pues contribuye a la localización de lesiones subclínicas (aquellas que nos son palpables).
En la década de los 90 del siglo pasado, en Canadá, Reino Unido y Estados Unidos hubo una disminución persistente de esta afección, “muy probablemente por la detección temprana, mientras que en México la mortalidad sigue constante o en aumento”, consideró la científica.
Recordó que en 2017, el Instituto Nacional de Cancerología (INCan) hizo un llamado para realizar un censo de mastógrafos en todo el país; según los resultados, hay los suficientes para establecer un programa nacional de mastografías, si las mujeres se sometieran a esta prueba cada dos años. Esto derivaría en la detección oportuna.
Sin embargo, precisó, a excepción del INCan son pocas las mamografías que se hacen en otras instituciones públicas de salud, en las cuales se toman uno o dos estudios radiológicos de la glándula mamaria por turnos de ocho horas; esta situación, representa una mala organización.
“México invierte mucho en equipo médico, pero el instrumento requiere de expertos que aseguren imágenes de calidad; no obstante, es factible tener un programa de tamizaje ejemplar, el problema sería la cobertura”, puntualizó la universitaria.
Programa de tamizaje, necesario
A decir de María Ester Brandan, es momento de establecer un programa de esta naturaleza, que permita la detección temprana a población abierta que aún no tiene síntomas, como ocurre en países desarrollados. Los expertos han concluido que hay suficiente evidencia para considerar que puede reducir la mortalidad en las mujeres de entre 50 y 69 años, aunque los beneficios se extienden a aquellas de más de 70 años, siempre y cuando “se acojan al programa y cumplan con la periodicidad establecida”.
El tamizaje es un plan que tiene como propósito descubrir la enfermedad antes de que haya síntomas. La mastografía permite localizar el cáncer de mama cuando aún es pequeño y se encuentra confinado a la glándula mamaria, lo que representa mayor probabilidad de curación.