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Semáforo naranja sólo nos garantiza espacio en hospitales

El cambio en el semáforo no indica que la epidemia o el virus se haya eliminado de nuestro ambiente, sino que en los centros hospitalarios se puede disponer de más lugares para tratar a los enfermos de la COVID-19. Una condición que no nos exime de bajar la guardia.

Esto no es más que una estrategia de control ordenado respecto a la manera en cómo debemos reincorporarnos a algunas actividades de nuestra vida cotidiana. “Es responsabilidad de toda la sociedad poner atención en qué sí se puede, qué no se puede, qué hay que hacer y qué no hay que hacer para que sea efectivo y exitoso. Por eso tiene que haber apoyo de la sociedad”, señaló Mauricio Rodríguez Álvarez, vocero de la Comisión Universitaria para la Atención de la Emergencia del Coronavirus.

El repunte de la epidemia es inminente debido al riesgo de contagio, evitar la saturación en los centros COVID precisa de nuestra participación en el control de las medidas de seguridad. El uso cotidiano de cubrebocas y guardar la sana distancia ayudan significativamente a prevenir y administrar la epidemia.

En entrevista con Deyanira Morán, conductora de Prisma RU de Radio UNAM, Rodríguez Álvarez sostuvo que transitar hacia el color naranja también nos habla de una relativa estabilización de la primera ola en algunos sitios del país. Pero esto no significa dejar por completo el confinamiento, sobre todo cuando no se tiene a qué salir a la calle.

Recordó que en América Latina se carece de infraestructura hospitalaria y acceso a servicios de salud, y que en México existen otros problemas de salud que ponen en peligro la vida de quienes han tenido contacto con el actual coronavirus.

En ese sentido, nuestra lucha constante por cerrarle el paso al virus no debe basarse únicamente en hallar pronto la cura. De obtenerla, acotó, su distribución se contempla bajo dos posibles escenarios: el primero para uso exclusivo del personal de salud y personas de prioridad alta (seguridad nacional y fuerzas de emergencia, etcétera), y el segundo para la administración de la población en general.

Debido al tratamiento regulatorio y desarrollo del primer grupo de vacunas, lo más probable es que su circulación se dé a finales de este año mientras que el segundo se lleve a cabo un año después.

“Pero no tenemos por qué estar esperando la vacuna para que nos salve. Lo que tenemos que hacer es llevar a cabo medidas de prevención que nos protejan de un posible contagio, y así, tener un mejor tránsito en el espacio público”.

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