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¿Psicoterapia yo? Ni que estuviera loco

A pesar de que la psicología va adquiriendo mayor presencia en diferentes escenarios como el sector salud, el ámbito escolar, el área de recursos humanos en las empresas, aún es una ciencia joven en nuestro país, y es frecuente escuchar frases tales como: “¿ir al psicólogo yo? No, no lo necesito, eso es para los que están locos”, o: “lo mío no es tan grave, puedo cambiar en cualquier momento si yo me lo propongo”.

Estas afirmaciones manifiestan un profundo desconocimiento que refleja el temor y la renuencia a contarle a un desconocido lo más íntimo de nuestra vida. En una sociedad que castiga a aquel que se muestra vulnerable, no es de extrañar que para algunas personas el reconocer que necesitan atención psicológica conlleva un estigma social, ser señalados.

Todo es cuestión de enfoque y distancia. Hablar de distancia me hace pensar en una de las “trampas” de las que en ocasiones se sirve nuestra mente: el creer que “a mí no me va pasar”, creer que las experiencias “difíciles” le ocurren a los otros. Un ejemplo sería el de la madre que afirma: “El hijo de mi vecina se droga, pero el mío no tiene porqué caer en eso (es algo que está lejos de nosotros)”.

Pero problemas los tenemos todos, en diferentes grados. Y acudir a psicoterapia es útil no sólo para atenderlos, sino también para prevenirlos, pues al tratar con un profesional, obtenemos enfoques distintos de la situación. El psicólogo, a diferencia de un amigo, un sacerdote o la señora que lee las cartas, ofrece una escucha diferente, la posibilidad de organizar el pensamiento y reflexionar sobre tal o cual comportamiento, así como la oportunidad de expresar emociones reprimidas.

Es a partir de la distancia que el psicólogo tiene del paciente (por tratarse de alguien ajeno a su entorno inmediato), que se crea un vínculo terapéutico capaz de sostener al paciente y prepararlo para que reciba de la “mejor” manera posible lo que se le señala en pro de su salud mental.

En efecto, tomar psicoterapia no es cosa fácil, demanda valor, esfuerzo y tenacidad, pero contar con un espacio propio (en los 50-60 minutos por semana que pueda durar un sesión), donde lo más importante es uno y sus circunstancias, tiene más beneficios de los que se pueden aquí explicar. Después de todo se trata de una aventura para explorarse uno mismo, y quizá descubrir que todos tenemos algo de músicos, poetas y…

*Maestra en Psicología por la UNAM