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Protegernos de un huracán está en nuestras manos

Cada año llegan a México, en promedio, cinco ciclones tropicales y eso nos obliga a estar listos ante estos eventos. No podemos vaticinar la fecha, su intensidad ni dónde impactarán —“dejemos eso para las bolas mágicas de cristal”—, pero al igual que con los sismos debemos saber cómo reaccionar cuando un huracán golpee a nuestra puerta, indica Martín Jiménez Espinosa, subdirector de Riesgos por Fenómenos Hidrometeorológicos del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred).

A fin de proceder de manera oportuna lo primero, expuso el doctor, es determinar los peligros latentes de la zona donde vivimos y, para, ello lo mejor es consultar el del Atlas Nacional de Riesgosdel Cenapred. “Y es que en cuanto a los huracanes es preciso considerar no sólo las lluvias, vientos o inundaciones, pues hay otros elementos que implican un riesgo elevado y que con frecuencia soslayamos, como la inestabilidad de las laderas, capaces de sepultar poblados, como pasó en 2013 en la comunidad de La Pintada, en Guerrero”.

Para acometer esta tarea de la manera más efectiva, desde el año 2000 México cuenta con un Servicio de Alerta Temprana para Ciclones Tropicales(SIAT-CT), el cual consta de un semáforo de cinco colores que va del azul al rojo, los cuales se escalan o desescalan dependiendo de si un huracán se aproxima a territorio nacional o si se aleja, marcando las pautas de lo que, tanto a la ciudadanía como a las autoridades, compete.

“Cuando detectamos un fenómeno que no necesariamente golpeará nuestras costas estamos en color azul (peligro mínimo) y si se acerca encendemos la luz verde (peligro bajo). Cuando la llegada del huracán es inminente entramos en fase amarilla (peligro moderado) y si la alerta sube a naranja (peligro alto) entonces estamos a un día del impacto y debemos evacuar. Si se activa el color rojo (peligro máximo) significa que el ciclón impactará en pocas horas y que todos deben estar a resguardo en un refugio seguro y bien avituallado”.

Una vez pasado el ciclón, este proceso se da en sentido inverso, es decir, las autoridades evalúan los daños y la gente gradualmente sale de los albergues y regresa a sus casas, al tiempo que el semáforo va pasando —escalonadamente— del rojo al azul.

A decir del doctor Jiménez, en sus 20 años de funcionamiento el SIAT-CT ha mostrado ser muy efectivo en su misión de preservar vidas humanas, al grado que muchas naciones de Centroamérica se han acercado a México para pedir asesoría sobre esta estrategia de protección civil. “Antes no teníamos algo parecido y nuestro tiempo de respuesta era muy limitado, a veces de horas. Esto es un gran avance, pero para que el Sistema de Alerta Temprana funcione como debe necesitamos de la colaboración ciudadana”.

¿Qué puede hacer la ciudadanía?

La página del Cenapred tiene un apartado de publicacionesen donde, quien lo desee, puede descargar de manera gratuita carteles, trípticos y fascículos sobre ciclones tropicales y otros fenómenos, los cuales además de en español pueden ser consultados en lenguas indígenas o en idiomas como el inglés, francés o japonés.

“El conocimiento puede salvar vidas y por eso es crucial saber desde antes si el lugar donde vivimos en proclive a inundaciones costeras o a deslizamientos de terreno. También debemos aprender a desalojar nuestras viviendas en cuanto lo indique la autoridad, a movilizar con rapidez a personas con discapacidad —si es que las hay en nuestra familia— e incluso a transportar a nuestras mascotas para no dejarlas solas. No improvisar nos deja margen para actuar”.

Para el doctor Martín Jiménez Espinosa, algo que todo mundo debería hacer ante la primera señal de contingencia es resguardar sus documentos más valiosos y alistar una mochila en la que vayan no sólo estos papeles, sino agua, víveres, pilas y, si entre nuestros familiares hay alguien con alguna enfermedad crónica, medicinas.

“Hasta ahorita hemos mencionado acciones que uno debe realizar de botepronto, pero hay muchas otras que se pueden prever desde antes y que pueden aminorar pérdidas en nuestro patrimonio e incluso evitarlas, como podar nuestros árboles al empezar la temporada de ciclones, sujetar los tanques de gas y anclar los tinacos y, si nuestra vivienda es de materiales precarios como madera o láminas, sustituirlos —si es posible, claro— por mampostería”.

Y sobre todo, subraya el experto, es preciso erradicar un hábito nocivo que todos sabemos incorrecto y que seguimos practicando: el arrojar basura en las calles, pues además de ser antihigiénico es la principal causa de obstrucción de los drenajes y, por ende, la causante de inundaciones en nuestras colonias o barrios.

El doctor Martínez es enfático al señalar que los ciclones tropicales son inevitables y se repiten todos los años por lo que no podemos bajar la guardia, “por el contrario, debemos prepararnos para todos sus efectos, trátese de viento, oleaje, inundaciones costeras por marea de tormenta o lluvias, las cuales provocan anegamientos, crecidas de ríos, desbordamientos de cuerpos de agua e inestabilidad de laderas. México es propenso a todo eso.

“Saber que estamos en la temporada de huracanes y tener un estimado de cuántos ciclones tropicales habrá, más que una guía sirve para formarnos una idea de la actividad y energía con la que lidiamos. En vez de quedarnos con estas cifras lo mejor que podemos hacer es seguir, cada uno por nuestra cuenta, la trayectoria e intensidad de estos fenómenos para así determinar qué zonas resultarán afectadas; así jamás estaremos desprevenidos”.