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Neurofisiología de la amistad y la fidelidad

Los amigos forman parte esencial de nuestras vidas, ya sea porque acudimos a ellos cuando tenemos algún problema o simplemente porque nos acompañan en la vida cotidiana. Pero ¿por qué nos hacen sentir tan bien?, ¿“nos llenan el corazón”, como decimos metafóricamente, desatando la elaboración de sustancias en el cerebro?

El cerebro produce varias hormonas o neurotransmisores vinculados con las relaciones de amistad y de pareja, como la vasopresina, la dopamina, la serotonina y la oxitocina. De esta última, asociada con el “círculo de virtud que echa a andar la amistad”, nos habla en el presente artículo Herminia Pasantes Ordóñez, investigadora emérita del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM.

La oxitocina se relaciona con el apego, la confianza y la fidelidad, explica la académica.

Esta hormona se libera cuando nos dan un abrazo, nos toman de la mano o nos hacen una caricia que no necesariamente se relaciona con el sexo, sino con la empatía que caracteriza a la amistad.

También se libera cuando un amigo nos escucha y nos dice palabras cariñosas que nos reconfortan.

“Nos gusta mucho esa sensación de bienestar por tener a nuestro amigo o a una pareja de muchos años, que nos brinda esa confianza”.

En cuanto a la fidelidad en las parejas, nos referiremos a un estudio con unos ratoncitos que habitan en Montana, Estados Unidos, y se encuentran dentro del 3 por ciento de las especies que son monógamas.

A través de dicha investigación, se descubrió que el cerebro de estos pequeños roedores tiene muchos receptores para la oxitocina, en comparación con otra especie muy parecida pero que no es monógama. Y se demostró que, si en los monógamos se bloquean estos receptores, se acaba la fidelidad.

Un amigo te da la mano

Cuando una persona atraviesa una situación problemática y se siente estresada, ansiosa, enojada o triste, el mejor antídoto natural fisiológico que puede tener es la empatía.
“Un amigo te escucha, te entiende y te alienta, así como también te da un abrazo, palmadas en la espalda o un beso. Así logramos liberar la oxitocina”.

Por eso, buscamos naturalmente este tipo de consuelo, de acercamiento, que tiene su base fisiológica en el cerebro, concluyó la investigadora emérita.