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Moverse es una forma de habitar la ciudad

En  los último 20 años en la Ciudad de México el número de automóviles se ha duplicado de 2.5 millones a 5 millones, alrededor de 562 carros y 39 motocicletas por cada mil habitantes. De acuerdo con datos del Programas de Gestión para Mejorar la Calidad del Aire (ProAire), el transporte motorizado genera mayores contaminantes y gases tóxicos, además de constituir la segunda fuente de gases de efecto invernadero, señaló Ericka Fosado Centeno, quien acompañada de Carlos Gershenson,  debatieron la necesidad de construir otras formas de movilidad pública durante su participación en Café Expreso, en su emisión: A pedalear por la Ciudad.

La investigadora del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de la UNAM explicó que hay otros factores asociados a esta forma de movilidad como el estrés por viajar con tránsito pesado, accidentes, contaminación auditiva, saturación del espacio público y  un aumento en los tiempos de traslado. Indicó que más de una cuarta parte de los traslados en la Ciudad de México duran entre una y dos horas, sin embargo, socialmente se asume como natural estos costos porque se considera un mal necesario.

“Fomentar e impulsar otras formas de movilidad que no sean el uso del automóvil privado tendría que ser la lógica de la política pública”, explicó Fosado Centeno. Un estudio realizado por el Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo (ITDP) reveló que cerca del 87 por ciento de los recursos destinados a la movilidad se dirigen a fomentar el uso del automóvil particular, “con estos datos se entiende porque la gente no asume como una opción al alcance el traslado en bicicleta, hay toda una infraestructura física y una tendencia cultural al uso del coche”.

Durante su participación Carlos Gershenson señaló que cada vez hay más vehículos en la Ciudad de México, “tenemos más autos nuevos que nacimientos”.  Añadió  que la ciudad ya no cuenta con espacio suficiente para la construcción de infraestructura para transporte público convencional, “conforme aumenta la demanda por el número de habitantes, la infraestructura se va saturando lo cual sugeriría que se deben buscar alternativas porque simplemente el tráfico va a seguir empeorando”. Gershenson subrayó la importancia de planear ciudades que sean caminables, por lo que es necesario ofrecer a las personas alternativas de movilidad que les permita tomar otras opciones como es el caso de la bicicleta.

Otro de los factores a destacar es la desigualdad que implican ciertos modos de movilidad, “los trayectos no son vacíos, generalmente se piensan en cuestiones de origen y destino como algo utilitario y en realidad es una forma de habitar la ciudad, una forma de apropiarnos del espacio público de construirlo, de percibirlo, pero también es la forma en la que expresas desigualdad, la movilidad implica acceder a oportunidades laborales, de educación, de recreación y de formación en muchos niveles”, precisó Ericka Fosado.

Por último la investigadora señaló que se debe cuestionar quienes tienen acceso a qué modos de transporte, cómo se distribuye de modo espacial y temporal estas opciones, las  diferencias respecto a tiempos y presupuestos que invierten los diferentes grupos sociales, qué necesidades resuelven sus viajes y quiénes se benefician principalmente de estas políticas. “Son decisiones que implican  favorecer  las necesidades de determinados grupos sociales y aquí la bici se vuelve un instrumento de democratización porque favorece un acceso a la ciudad de otro orden, tenemos que generar cierta infraestructura por un lado, pero también un cambio cultural que permita imaginar a la bicicleta como otro actor en la ciudad que tiene tanta legitimidad de estar ahí”.

Video completo en HumanidadesUNAM: https://www.youtube.com/watch?v=Qt9oh7EU3NQ