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México vive una pandemia de desapariciones

El confinamiento genera miedo, incertidumbre y ansiedad. Provoca duelo, agobio, impotencia y la muerte en vida (aunque no se esté contagiado) de los familiares de personas desaparecidas.

De acuerdo con cifras de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas de la Secretaría de Gobernación (Segob), en México hay 61 mil 637 personas desaparecidas. Se reconoce la existencia de tres mil 631 fosas clandestinas y más de 30 mil cuerpos sin identificar en los servicios forenses.

En México tenemos una pandemia delicada y no es la COVID-19, es una pandemia de desapariciones, afirmó Karla Salazar Serna, Doctora en Filosofía del Trabajo Social con Orientación en Políticas Comparadas de Bienestar Social del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de la UNAM.

De acuerdo con la investigadora, los familiares de desaparecidos enfrentan el reto de reconstruirse de manera psíquica, pero también viven con incertidumbre y la constante pregunta de dónde están. Mencionó que para las autoridades mexicanas representa un gran desafío, no hay capacidad institucional para iniciar procesos de búsqueda y reconocimiento forense efectivos. “Los propios familiares son los que realizan las búsquedas, quienes inician brigadas”.

Las mujeres que tienen familiares desaparecidos experimentan agobio y desesperación cuando por largos periodos se tienen que quedar en casa a la espera de nuevas brigadas de búsqueda, cuando no hay actividades generan impotencia y su salud física se ve afectada pues a raíz de la situación desarrollan diabetes e hipertensión. “El confinamiento ha representado una profunda desolación que ha incidido en su salud física, detener las búsquedas significa un hecho trágico, para ellas salir a buscar a sus hijos significa vivir, es como el agua que bebe el ser humano, es indispensable”.

La actividad de búsqueda también la han migrado al espacio virtual, porque ante esta vulnerabilidad generalizada, la especialista refirió que sí es posible que las instituciones respondan a la demanda de atención y búsqueda de personas desaparecidas en tiempos de pandemia.

Las autoridades pueden realizar revisión y actualización de expedientes, sobre todo aquellos donde se presentan inconsistencias, entrevistas virtuales a testigos potenciales a través de aplicaciones en calidad de testimonio; revisar, implementar y mejorar las bases de datos, etc. “Demostrar más que voluntad política para atacar el problema, se requiere de acciones en conjunto que respondan a una estructura comprometida y eficiente”.

Los familiares de desaparecidos no han asumido un papel de víctima, se han organizado en colectivos y cada paso que se da que sirva para encontrar al familiar es alimento para su alma, para seguir caminando. “De buscar a sus desparecidos han pasado a buscar a todos y generar acciones para evitar que te pase a ti lo que les pasó a ellos”.

La crisis sanitaria es una oportunidad para reflexionar sobre situaciones de vulnerabilidad más graves de las que nadie habla, “todos podemos desaparecer en este país porque la violencia sigue vigente. Estas situaciones de vulnerabilidad pueden mitigarse fomentando una cultura de solidaridad, empatía y compasión. En tiempos de la COVID-19 no dejemos de mirar a quienes enfrentan problemas más complejos, tenemos la oportunidad perfecta para crear una comunidad resiliente”.