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Memoria celular para combatir la COVID-19

Les explicaré la forma en la que nuestro cuerpo aprende de otros coronavirus y los recuerda para combatir al nuevo SARS-CoV-2 causante de la COVID19 . Lo que nos ayuda a entender por qué unas personas presentan enfermedades más graves que otras o son asintomáticas, nos permite crear nuevas y mejores vacunas  y saber por cuánto tiempo podremos ser inmunes al virus después de infectarnos.

¿Qué sabemos?

El nuevo coronavirus es capaz de evadir los mecanismos de protección con los que nuestro cuerpo se defiende de manera inmediata, conocidos como inmunidad innata. Sin embargo, existe una segunda línea de defensa gracias a los glóbulos blancos o linfocitos que pueden aprender a identificar el nuevo virus y montar una respuesta celular efectiva para eliminarlo. De la respuesta celular podemos generar memoria que nos permite reconocer rápidamente a este y otros virus similares en el futuro.

¿Qué respuestas estamos buscando?

El SARS-CoV-2 no es el primer coronavirus que ha existido. A lo largo de la historia por lo menos cuatro coronavirus han sido responsables de causar dos de cada diez resfriados comunes. Normalmente la población mundial de adultos jóvenes se enferma de resfriado por otros coronavirus cada dos o tres años. Lo que nos lleva a preguntarnos: ¿qué tanto ha aprendido nuestro cuerpo a identificar a los coronavirus? ¿Cuánto tiempo permanece en la memoria celular esta información? ¿Cómo la podemos usar a nuestro favor?

La primera pregunta nos ha llevado a investigar las características que tienen en común el nuevo SARS-CoV-2 con otros coronavirus. Sabemos que comparte una estructura similar: las proteínas en forma de espiga que le confieren la forma de corona y otras que son parte de la cápsula que lo envuelve, el material genético, son comunes en esta familia de virus. La respuesta inmunológica que accionamos contra el nuevo coronavirus se basa en identificar estas proteínas por medio de los linfocitos o células blancas y promover la formación de anticuerpos.

En los últimos meses se ha investigado el plasma de los pacientes convalecientes de la COVID-19 y se ha comparado con sangre de donadores, obtenida antes de la pandemia. El objetivo es conocer qué diferencia existe entre la respuesta inmunológica específica para SARS- CoV-2, una vez que nuestro cuerpo ha desarrollado la COVID-19, en contraste con  donadores de sangre no expuestos a la COVID-19, pero sí a otros coronavirus entre 2015 y 2018.

Los resultados han puesto en evidencia que la mitad de las personas nunca antes expuestas cuentan con una respuesta celular capaz de identificar algunas partes del SARS- CoV-2 gracias a la memoria que existe al haber estado expuestos a otros coronavirus, capacidad que se le conoce como inmunidad cruzada. En comparación, el cien por ciento de los enfermos de la COVID19 cuentan con una respuesta celular enérgica y específica en contra del virus.

La respuesta celular de los enfermos de la COVID-19 y encabezada por los linfocitos de tipo T es capaz de identificar más de ochocientas partes de la estructura del nuevo coronavirus para promover una respuesta protectora. La más importante es la proteína en espiga que es donde se concentra por lo menos la mitad de los esfuerzos inmunológicos dirigidos a contener y eliminar la infección de nuestro cuerpo. En contraste, los donadores no expuestos sólo identifican algunos componentes del SARS-CoV-2 que comparte con otros coronavirus o lo que se puede interpretar como una respuesta no específica.

¿Cómo podemos usar la memoria inmunológica a nuestro favor?

Gracias a estos hallazgos se han podido diseñar vacunas contra la COVID-19 en el corto plazo y promover el desarrollo de vacunas más completas que enseñen a nuestras células a identificar otras estructuras del virus, con el objetivo de desarrollar una protección con memoria a largo plazo.

La memoria y la protección cruzada también ayudan a descifrar el papel que juegan los casos de personas asintomáticas en la transmisión de la COVID19. El hecho de conocer que el cuerpo puede ser capaz de moderar la gravedad de esta enfermedad, gracias a la memoria inmunológica, puede explicar la razón por la que no todas las personas enferman igual. Unas presenta cuadros leves, otras moderados, graves o severos. Por ejemplo, niños y jóvenes presentan cuadros leves comparados con adultos mayores que pueden requerir apoyo ventilatorio.

¿Qué implicaría la memoria celular en el futuro de la pandemia?

Comprender su papel nos ayuda a predecir el impacto que tendrán las segundas y terceras oleadas de la pandemia y la dinámica de los repuntes en una epidemia. De comprobarse que existe una posibilidad de contar con memoria inmunológica a largo plazo y saber cómo estimularla seríamos capaces de producir vacunas que aseguren inmunidad prolongada o permanente efectiva y segura contra la COVID-19.

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