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Lunática, una pieza que une ciencia y música

 

El compositor Enrico Chapela se recuerda a sí mismo como un niño ligado a la UNAM, pues su casa se ubicaba en las cercanías de CU, sus padres daban clases en la Universidad y porque desde pequeño lo llevaban a los conciertos de la Sala Netzahualcóyotl, donde no sólo descubrió a Beethoven, sino su amor por las orquestas.

“Por ello, cuando la OFUNAM me encargó una pieza para celebrar sus 80 años de existencia, acepté gustoso; muchas de mis vivencias más entrañables me remiten tanto a ella como a este lugar”, dice desde una de las escalinatas del Centro Cultural Universitario, a las afueras de donde ensaya la filarmónica.

Otra influencia que ha marcado la vida del músico es la ciencia, “pues mi madre es química y mi padre físico; por ello pasé gran parte de mis primeros años en sus laboratorios e incluso pensé en dedicarme a lo mismo, hasta que en la adolescencia cayó una guitarra en mis manos y me di cuenta de cuál era mi vocación”.

No obstante, la inquietud de Chapela por entender la naturaleza y sus fenómenos se mantiene intacta y cada vez que puede la traslada a las partituras, como hizo en esta ocasión con Lunática, pieza que compuso para festejar las ocho décadas de la Filarmónica de la Universidad, inspirada en los cuatro satélites más grandes de Júpiter, aquellos descubiertos por Galileo una fría noche de enero en 1610.

“Una de mis obras preferidas es Los planetas, de Gustav Holst, y siempre quise emprender algo similar. La idea de cómo hacerlo me vino tras ver un documental en la tele y pensé que una opción sería basarme en las lunas del Sistema Solar, pero como son 184 (según se sabe, pues el número va en aumento), decidí acotarme”.

Ante esta encrucijada, Enrico optó por tomar a Calisto, Ío, Ganimedes y Europa, los cuatro satélites jovianos de mayor tamaño, los cuales eligió por sus características físicas y porque al circunnavegar Júpiter generan un fenómeno que tiene resonancias casi armónicas.

Por cada cuatro vueltas que da Ío, Europa registra dos y Ganimedes una; esto se conoce como resonancia orbital y se expresa como una correspondencia 1:2:4. “Si trasladamos esa relación a frecuencias obtenemos los primeros armónicos o, en términos musicales, intervalos de octava. A partir de ello tenemos notas y ritmos, lo que aproveché para aventarme un palomazo. Así nació Lunática”.

Rebelarse contra la tiranía del tiempo

Enrico Chapela, además de ser considerado un referente de la música mexicana contemporánea, es descrito como un autor poco convencional que lo mismo compone sobre estrellas de neutrones (como en Magnetar), los efluvios de un perfume (Acoussense) o un partido de futbol con sus respectivas mentadas al árbitro (¡Ínguesu!).

“Me hubiera gustado ser científico, cocinero o atleta, pero la vida no da para abarcarlo todo. Para rebelarme contra esa tiranía del tiempo suelo escribir sobre temas diversos. Durante los meses que dedico a cada obra me meto de lleno en el mundo en que se desarrolla y eso es una manera de mantener interesantes las cosas”, señala.

Para contagiar sus inquietudes, el músico suele incluir una explicación del porqué de sus obras en los programas de mano. “Esto es una manera de llamar la atención del público, porque si no lo hacemos existe el riesgo de que el escucha prefiera consultar su Facebook. Por ello les convido mis inspiraciones a fin de generarles curiosidad y de mantenerlos atentos a lo que van a escuchar”.

En este espíritu, Chapela nos comparte que en los conciertos estrenados por la OFUNAM el fin de semana, no sólo interpretaron la novena de Beethoven, sino que se estrenó Lunática, una pieza de 12 minutos que nos invita a imaginar las lunas de Júpiter y sus desplazamientos circulares en resonancias orbitales perfectas.

“Con este trabajo quise plasmar mi reconocimiento a la Filarmónica de la Universidad en su 80 aniversario, pues ella despertó mi amor por las orquestas, y sobre a todo a quien me introdujo al mundo de la ciencia y la música: mi madre Norah Yolanda Barba Behrens, quien da clases en la Facultad de Química y recién recibió el Premio Universidad Nacional 2016; a ella va dedicada esta partitura”.