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Luis Buñuel: a 60 años de El ángel exterminador

 

Un año después de obtener la Palma de Oro en el Festival Internacional de Cine de Cannes por Viridiana (1961), Luis Buñuel regresó al famoso festival francés con altas expectativas para presentar El ángel exterminador, cuyo primer encuentro con la pantalla se dio el 16 de mayo de 1962.

La película cuenta la historia de un grupo de personas que tras una noche de espectáculo deciden disfrutar del resto de la velada en la residencia de la familia Nobile, después de unas cuantas horas uno a uno comienzan a notar un extraño fenómeno: no pueden salir de la habitación en la que se encuentran, están incomunicados del mundo exterior. En reclusión, los invitados comienzan a experimentar una gradual pérdida de las normas sociales. Cuenta en su reparto con las actuaciones de Silvia Pinal, Jacqueline Andere, Claudio Brook, Enrique Rambal, Ofelia Guilmáin, Luis Beristáin y Tito Junco, entre otros.

Aunque ahora es considerada un clásico, la cinta no consiguió triunfar a lo grande en Cannes, donde participó en la Competencia Oficial y obtuvo el Premio de la Crítica Internacional – F.I.P.R.E.S.C.I. Su productor, Gustavo Alatriste –quien también produjo Simón del desierto (1965) y Viridiana–, recordó en una conversación asentada en el libro Conversaciones con Buñuel: seguidas de 45 entrevistas con familiares, amigos y colaboradores del cineasta aragonés las razones que impidieron a la producción conseguir un premio más grande:

“Creo que es una de las mejores películas de don Luis Buñuel. Tal vez sea la mejor, no estoy seguro… Llevé la película a Cannes, pero me convencí de que allí son unos verdaderos ladrones… Es un festival sucio impulsado por las ventas, y es realmente inútil… Llevé El ángel exterminador, una película soberbia, mucho mejor que cualquier otra allí, y un día en la comida con uno de los críticos del señor Buñuel, un francés… me dijo que no le habían dado el premio a El ángel exterminador, porque un año antes Viridiana lo ganó. Más tarde don Luis me confirmó lo que me dijo ese hombre. Le dieron el premio a O pagador de promesas, del brasileño Anselmo Duarte, una de las películas más falsas que he visto”.

Sus orígenes

En sus memorias, Buñuel afirma que se arrepintió en más de una ocasión de haber filmado El ángel exterminador en México:

“Lo imaginaba más bien en París o Londres, con actores europeos y un cierto lujo en el vestuario y los accesorios. En México pese a la belleza de la casa, pese a mis esfuerzos por elegir actores cuyo físico no evocara necesariamente a México, padecí una cierta pobreza en la mediocre calidad de las servilletas, por ejemplo: no pude mostrar más que una. Y ésa era de la maquilladora, que me la prestó”.

Inicialmente el proyecto llevaba por nombre Los náufragos de la calle Providencia y fue desarrollado por el cineasta junto a Luis Alcoriza, uno de sus colaboradores más cercanos en México. En entrevista con José de la Colina y Tomás Pérez Turrent para el libro Prohibido asomarse al interior : conversaciones con Luis Buñuel, el realizador recordó cómo arrancó el camino de la película:

“El punto de partida era una historia que se me había ocurrido hacia el año 40, en Nueva York, junto a cuatro o cinco más, entre ellas la que luego sería Simón del desierto y el episodio de la niña raptada que más tarde incluiría en El fantasma de la libertad… Lo ideal, hubiera sido hacerla en Inglaterra, en un lugar donde verdaderamente existe un estilo de ‘alta sociedad’. Pero,en cambio, con Alatriste tuve toda la libertad del mundo. No me suprimió nada, no me dijo que pusiese esto o lo otro. Ni siquiera conocía el argumento: todo lo que le dije es que se trataba de unas personas que no pueden salir, inexplicablemente, de una habitación. ‘Adelante’, me dijo, ‘hágalo como usted quiera’. Si no llegué más lejos fue porque me autocensuré”.

Su legado

Para Enrique Figueroa Anaya, historiador de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM especializado en cine, este trabajo de Luis Buñuel ha encontrado una resonancia especial a 60 años de su estreno gracias al distanciamiento y reclusión social que el mundo ha experimentado a lo largo de la pandemia provocada por la aparición del Covid-19.

“Tiene muchos ecos con nuestra realidad contemporánea, a pesar de ser una película de hace 60 años. Ya no estamos tan encerrados, nos hemos quitado un poquito el cubrebocas, de manera literal y mentalmente, pero seguimos un poco en el encierro. Curiosamente, se conmemoraron los 110 años del hundimiento del Titanic, que de alguna manera es como una especie de sociedad que igualmente se va derrumbando. Tuvo muchos ecos en mí todo este aspecto y la parte religiosa de Luis Buñuel, me encanta una frase muy célebre de él –Gracias a dios, soy ateo– que resume muy bien lo que va trabajando la película”, comentó.

Asimismo, destacó el crítico cinematográfico, la película se mantiene vigente gracias a los vasos comunicantes que tiende con otros elementos artísticos: “pienso en el Señor de las Moscas, por ejemplo, en qué se inspira la película de Luis Buñuel: una obra de Théodore Géricault que se llama La balsa de la Medusa, que es una pintura muy intensa en la que vemos, justamente, una barca en la que distintos personajes están en una situación de decadencia y desesperación; de manera violenta están tratando de sobrevivir, fue un hecho que sucedió en el siglo XIX cerca de las costas de África y cuando se encontró la balsa con los que sobrevivieron de ese desastre la situación fue muy impactante, tanto que termina llevando a este pintor a retratarla, hasta que años después la historia le termina llegando a Luis Buñuel”.

“Hay que recordar que Buñuel nació en España y otro de los vínculos con la reciente epidemia, es lo que sucedió hace un siglo allá con la gripe española. Era un hombre muy consciente del encierro, su papá en 1911 los enclaustró por una epidemia de cólera que azotó Europa”, agregó.

Figueroa Anaya subrayó que Buñuel “era un hombre muy hábil y muy ágil” en su quehacer artístico, por ello es complicado pensar que los elementos que aparecen a cuadro son gratuitos y carecen de significado, aun cuando al cineasta le importara poco discutir los significados de sus imágenes.

“Es una película muy divertida de ver y, siempre que se va revisando, se encuentran nuevos detalles. Podemos pensar en el propio Marx, toda esta teoría de la repetición de de la historia, que son elementos que le interesan y le gustan mucho a Luis Buñuel y terminan siendo fundamentales. Otra vez nos vuelven a hablar de lo pertinente y de lo contemporánea que termina siendo la película. Basta con salir a las calles de la ciudad de México, en un transporte o en el auto la gente enloquece al estar encerrada durante tanto tiempo en el tránsito”.