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La UNAM acude al rescate del ajolote en Xochimilco

Por siempre, el ajolote ha estado presente en la cultura mexicana desde que los mexicas se establecieron en esta zona. Considerado el hermano gemelo de Quetzalcóatl, ha sido venerado como un dios. Al pasar los años, Xochimilco —uno de sus principales hábitats— se encuentra en peligro, y con ello, este anfibio que podría extinguirse en aproximadamente ocho años.

De acuerdo con Luis Zambrano González, investigador del Instituto de Biología de la UNAM, el ajolote es importante porque en su ecosistema es el encargado de comerse los insectos del agua, quienes la ensucian. Así,  Xochimilco se mantuvo cristalino durante años, pero al bajar la población del anfibio poco a poco el líquido se volvió turbio.

Por su parte, Miguel Rivas, integrante del equipo de Zambrano, apuntó que existen tres causas por las cuales su población se ha visto mermada: la mala calidad del agua, especies extranjeras introducidas al sistema (las carpas quienes los devoran), y por último, el cambio de uso de suelo en las chinampas. Por ejemplo, los dueños de las tierras prefieren convertirlas en canchas de futbol que sembrarlas. De hecho, las chinampas resultan importantes para los ajolotes porque funcionan como refugio, ahí pueden esconderse y abastecerse de comida.

Sergio Castillo, uno de los productores de la zona lacustre de Xochimilco, narró que esta práctica se transmitió de padres a hijos durante generaciones, pero en los últimos años algunos de ellos sintieron pena de su actividad. “Es mal visto ser productor, el capitalismo nos ha llevado a pensar que es mejor tener una profesión que sembrar hortalizas”.

El proyecto

Así, comenzó el proyecto del Instituto de Biología, que en conjunto con la Secretaría de Cultura del Gobierno Federal, el gobierno de la Ciudad de México y la delegación Xochimilco, han buscado regresar a la forma de producción tradicional que en la antigüedad era capaz de abastecer a la gran Tenochtitlán.

Hoy, Zambrano González y su equipo se han dado a la tarea de crear, en conjunto con los dueños de algunas tierras, 10 refugios para los ajolotes. Además, han trabajado de la mano con los productores para mostrarles que pueden sembrar sus verduras sin utilizar agroquímicos o pesticidas.

Asimismo, Carlos Sumano, también colaborador del equipo de Zambrano González, mencionó que la tierra por sí sola no necesita estos químicos, ya que se auto fertiliza constantemente. Cuando llegó el uso de los agroquímicos a México, se les dijo a los productores que no podían trabajar sin ellos, y así entró de forma indiscriminada a Xochimilco.

Zambrano González denunció que el uso de pesticidas y repelentes, por un lado, mata el sedimento, el lodo y todo el ecosistema que está en el suelo, por el otro, tanto el pesticida como el fertilizante se van hacia los lagos y matan a todos los insectos que son la comida de los ajolotes. Además, los fertilizantes aumentan el amonio y el fósforo que dañan la piel del ajolote.

Rubén Rojas mencionó que la chinampera es una tecnología de punta a nivel mundial que viene desde la época prehispánica, y actualmente, es reconocida por la UNESCO por la gran cantidad de producción que puede obtenerse en un año.

“Se trata de una metodología que consiste en una cama de plantas muertas construida con lodo y fango donde los productores siembran. La conjunción del lodo es sumamente nutritivo y rico en minerales que, sumado al agua, se logra un sistema eficiente capaz de producir cinco o seis cosechas en un año”.

Para Guadalupe Velasco, hija de productores de Xochimilco, la zona chinampera es una herencia para la Ciudad de México que tiene que cuidarse y donde, además, hay una gran biodiversidad.

Los refugios 

En estos refugios donde no pueden pasar las carpas el agua es limpia y  transparente, además, tienen plantas acuáticas que sirven como refugio de estos anfibios.

En un primer ejercicio, los biólogos colocaron 10 ajolotes que previamente criaron en el Instituto de Biología, y les dieron seguimiento para conocer cómo es su adaptación a dichos espacios.

Alejandra Ramos, colaboradora del proyecto, declaró que a los ajolotes se les coloca un chip para seguirlos y así identificar qué tipo de hábitat prefieren, y con ello, crear más refugios.

Descubrieron que los ajolotes prefieren áreas despejadas con plantas moderadas. Son más activos durante la tarde-noche y a cierta hora tienden a reunirse. De esta manera, “detectamos que los ajolotes subieron de peso, les crecieron las branquias y se pueden adaptar a la vida libre”.

Zambrano González declaró que este tipo de proyectos son importantes para lograr el rescate de estos animales. “Si esto lo hacemos de forma acelerada, podríamos tener poblaciones sanas de ajolotes en 10 o 15 años”.

Resaltó que se necesita la ayuda de todo mundo. De entrada, la de los chinamperos, la sociedad para que adquiera sus productos que son más sanos por ser orgánicos, el gobierno local y federal, y que todos entiendan que Xochimilco es un lugar de gran importancia como la Catedral, Palacio Nacional o Teotihuacán.

No obstante, si el proyecto no funciona, el ajolote está irremediablemente destinado a extinguirse en cinco u ocho años, concluyó el investigador universitario.